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Al despertar, recordé cuan rápido me dormí la noche anterior. Envuelta en las cálidas sábanas de la cama de Gilinsky, las cuales estaban impregnadas del placentero aroma del moreno.

Estirándome en la cama noté que no había nadie más que yo en la habitación, al parecer Johnson se había levantado hacía rato.

Bajé de la cama y me encaminé fuera de la habitación. Observé al rededor y no había nadie en el pasillo, tampoco en el salón. Olisqueé y sentí aquel maravilloso olor, estaban haciendo panqueques.

Suspiré al ver la mesa con diez platos sobre esta y en cada uno de estos, una torre abundante de panqueques.

Delicioso desayuno.

Carraspeé para anunciar mi presencia y sus miradas recayeron en mí.

—¡Qué bueno que ya te has levantado! Eres una dormilona —bromeó Cameron apartando una silla de la mesa y haciéndome un gesto para que me sentara ahí.

Me senté y observé aquel delicioso desayuno que minutos después sería devorado por mí.

—Buenos días.

—Espero que hayas dormido bien, porque no presté mi cama en vano —señaló el moreno sentado frente a mí, moviéndose incómodo en el lugar.

—Créeme que no fue en vano, me dieron ganas de robarme tu cama —reí y su risa inundó mis oídos.

Por Dios, ayúdame Jesucristo. Qué maravillosa sensación.

—Te tenemos grandes noticias —dijeron—. Te ayudáremos en el apartamento.

—Oh, no —exclamé—. Ya han hecho suficiente, e incluso me estoy sintiendo una aprovechada. Ni siquiera debería estar quitándoles su comida.

Quise apartar el plato pero el moreno notó aquello y habló:

—Claro que no, Madison. Queremos ayudarte —asegura—, de corazón. Sabemos lo difícil que es la transición, nos tuvimos a nosotros mismos pero, ¿tú tienes a alguien?

—No, en realidad —

—Ahí es donde te equivocas, linda —replicó—. Nos tienes a nosotros.

Mi corazón dió un vuelco. Jamás había conocido a personas tan gentiles como estos chicos lo son.

—Creo que no podré cuestionarlos y hacerlos cambiar de parecer —comenté, sintiéndome rendida.

Gilinsky posó su mirada en mí y guiñó uno de sus ojos, dándome una frívola sonrisa.

Llevé los platos sucios a la cocina al terminar, acompañando y ayudándole a Matthew.

—Creen que soy su sirviente o algo parecido. Hago todo en este hogar —no se molestó en reducir el tono de voz, él claramente quería ser escuchado.

Reí.

—Hey —llamó mi atención mientras yo secaba los platos que él lavaba—. ¿Qué pasa entre Jack y tú?

—¿Johnson? Nada, simplemente lo estoy conociendo, igual que al resto de ustedes.

Me miró serio y alzó una ceja.

—Sabes a cuál de ellos me refiero.

Me encogí de hombros.

—¿Qué insinúas, eh? —le di un empujón con el hombro—. ¿Qué debería estar pasando?

Él suspiró.

—Creo que ustedes dos hacen buena pareja. Puedo percibir la verdadera química cuando la veo, Madison —dijo y levantó un trapo llevándolo hacía su hombro—. Es decir, son el uno para el otro.

Magcon Girl {madison beer}; en EdiciónWhere stories live. Discover now