Capítulo 3: Una Nueva Vida

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Se sentía un poco incómodo al lado de Sarah, no podía evitar mirarla siempre que ella no se daba cuenta y no sabía por qué lo hacía. Era una de las chicas más preciosas que había visto en su corta vida. A la hora de la comida, la encontró sentada en una mesa alejada de los demás. Como no conocía a nadie más, se dirigió allí un poco avergonzado y se sentó a su lado.

—Puedo sentarme, ¿no? —le preguntó tímidamente.

—Claro, no conozco a nadie aquí, y por ahora no estoy interesada en conocer a nadie más.

— ¿Y eso? ¿Eres tímida?

—Un poco, pero no es eso. Mira a tu alrededor. Sólo hay frikis, flipados y una cantidad enorme de canis y chonis. Me dan asco. Parece que ahora ser normal es raro. —Josh se rio por lo bajo y le dio la razón. Hasta ahora no había coincidido con nadie que también pensara como él.

—Oye, no te sientas obligada, pero podríamos quedar algún día para charlar y todo eso. ¿Qué opinas?

—Bueno, no tengo nada que perder —respondió con una tímida sonrisa.

Quedaron esa misma tarde y empezaron a ser grandes amigos. Se apoyaban el uno al otro en los momentos más difíciles y se ayudaban mutuamente en los estudios. Pronto esa relación llevó a algo más que una simple amistad. Sus miradas, sus roces, sus caricias... Eso era todo lo que Josh había necesitado: alguien que lo comprendiera y que lo apoyara incondicionalmente.

Jamás había conocido a nadie como ella y eso le hacía pensar que la vida por fin le había sonreído. Le hizo cambiar su visión del mundo y de su gente completamente; además, gracias a su personalidad se le hizo más llevadero el vivir en una universidad. Por eso para él era tan importante ese día. Sería recordado por el resto de su vida.

Llevaban meses esperando este momento. Habían tomado varias clases, todas las que pudieron permitir, compraron muchas cosas que les harían más llevadera aquella nueva etapa. Sí, iban a tener un bebé. De repente, recordó esa charla que tuvo con Sarah hace tres meses sobre el nombre del bebé. Seguramente porque dentro de poco tendrían que decidirlo.

Acordaron que si el bebé nacía niño le llamarían Jack y si nacía niña, Sarah le comentó que le encantaría llamarla Sharon. Sin previo aviso, escuchó unos llantos provenientes de la sala dónde estaba ingresada. Sin pensarlo dos veces, entró allí dando un portazo, ya que tenía unas ganas inmensas de conocer a su hijo o hija.

Se imaginaba, emocionado, su vida con Sarah y su primogénito. Había esperado durante tanto tiempo ese mismo momento... Ya estaba totalmente preparado para ser padre. Se había imaginado el futuro con ilusión, pensando que marcaría un antes y un después en su vida. Y lo haría, pero no del modo en el que él se lo esperaba.

Nada más entrar en la habitación, el doctor se percató de su presencia y le cogió fuertemente del brazo, sacándolo fuera inmediatamente. Josh vio la cara preocupada del doctor y le entró un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Una sensación de miedo le invadió ante su brusca reacción, nada bueno podía estar sucediendo.

El doctor le pidió amablemente que se sentara de nuevo en la silla de la sala de espera. Con dificultad y a duras penas, le obedeció intentando relajarse. El doctor se enteró de que Josh se había dado cuenta de que había un problema, pero no podría ni imaginarse lo que había pasado. No estaba preparado para lo que tenía que decirle.

—Su hija está bien —le comentó el doctor, como si le hubiera leído la mente.

— ¿Hija?

—Enhorabuena. —Josh se quedó reflexionando un momento. Si su hija estaba bien, ¿qué clase de preocupación tenía el doctor?

—Algo malo ha pasado, ¿verdad?

—Verá, estoy al corriente de su vida familiar y de lo mal que lo pasó cuando murió su abuelo —empezó a decirle.

—¿Qué tiene eso que ver? —preguntó temblando en la silla de plástico. Apretaba fuertemente los puños, se preparó para cualquier cosa que el doctor pudiera contarle. O al menos eso es lo que él creía.

—Verá, ha habido complicaciones en el parto y... —El doctor hizo una breve pausa antes de soltar la impactante noticia—. Sarah... ha... fallecido.

Josh no pudo soportarlo y se derrumbó otra vez. Su vida estaba llena de desgracias, había sido fuerte durante mucho tiempo y estaba cansado de la situación. Pero no podía rendirse ahora. Tenía una misión, una que dio sentido a su triste vida. Josh acompañó al doctor hasta la sala dónde estuvo Sarah, luchando con fuerza por la vida de su hija. Ni siquiera pudo despedirse de ella.

Ya no estaba su cuerpo, sólo un montón de enfermeras y becarios, y su hija. En la cama se encontraba un bebé, tapado levemente por unas sábanas blancas. Apenas podía abrir sus ojos y las voces a su alrededor lo alteraban mucho. Josh se acercó corriendo y lo sostuvo entre sus brazos, acunándolo levemente y mirando su carita.

—Sharon... —Josh y su hija lloraron juntos hasta que los primeros rayos del sol inundaron todas las habitaciones del hospital.

Scarlett: La Leyenda de Silver Creek (Trilogía Scarlett n°1)Where stories live. Discover now