Veintiuno

5.6K 603 23
                                    

Lilith
Jamás pensé que diría eso, pero ¡Ya es lunes! Por fin vería a Adam. Estaba caminando por los pasillos, directo hacia mi casillero, cuando sentí que unos brazos me rodeaban la cintura. Solamente podía ser una persona. Voltee y deposité un beso en sus labios.
-Lo siento.- dijo por fin. Podía notar en su voz que esta vez lo decía en serio.
Yo solamente le sonreí para que supiera que no había problema. Lo mire directamente a los ojos. Esos hermosos ojos color ámbar que hacían que me derritiera por dentro.
Adam seguía con sus brazos al rededor de mi cintura y yo empecé a enroscar su pelo entre mis dedos. Cuando vi de reojo a Jessica recargada en un casillero, viéndome. En sus ojos notaba algo que no pude descifrar. Me separé de Adam y me dirigí acacia ella. Ya me tenía harta.
-¿Cual es tu problema?- le pregunté.
- ¿Y a ti que te importa?
-¡Po dios! Deja de actuar como una maldita celosa- Adam se acercó hacia mi y trato de alejarme de ella, pero me resistí.
-¡Solo déjame en paz! Ya no te soporto.- gritó. Eso captó la atención de varias personas que estaban a nuestro alrededor.
-¿Que te he hecho para que me hables así?- a esas alturas todos en el pasillo nos estaban viendo
-Lo que pasa es que eres una maldita perra. Tu me lo quitaste- dijo y señaló a Adam -No me vuelvas a buscar- todos se me quedaron viendo, unos se reían, otros murmuraban cosas. Traté de contener las lágrimas. Jessica, la única amiga que había tenido, me había humillado y se había ido. Era la única verdadera amiga que había tenido, al menos eso creía. Todos esos años de amistad se habían ido gracias a Adam.
No quería llorar, no enfrente de todos ellos, no enfrente de Jessica. El había agarrado mi mano, pero yo la solté y salí corriendo, me escondí en un armario de limpieza y deje que las lagrimas salieran.
Así estuve por un buen rato, llorando hasta que mis lagrimas se secaron. ¿Que había hecho para que Jessica me hiciera eso? "Tu me lo quitaste". Esas palabras rondaban por mi cabeza una y otra vez. Todavía podía sentir todas esas miradas sobre mi cuando me había llamado perra.
Quien sabe cuantas clases me salté, hasta que oí que alguien abrió la puerta. Levanté la vista y vi que era Adam. El no dijo nada. Solamente se sentó a mi lado y me rodeo con su brazo, como aquella vez en el cine. Yo seguía llorando en silencio. Así nos quedamos un buen rato, hasta que el interrumpió el silencio.
-Yo jamás te dejaré.
-Lo sé.- le respondí.

¿Me das una galleta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora