Capítulo 8 (parte 7)

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Me levanto con cuidado del suelo. Mis rodillas están entumecidas y pronto un dolor se empieza a expandir por mis piernas. Cuando el dolor se aleja recojo el mono que había dejado tirado en el suelo. Me acerco al sofá y cojo el bolso y las sandalias que siguen tiradas de cualquier manera en el suelo. Con todo en mis manos,al salir intento apagar la luz pero con las manos ocupadas es imposible. Acerco la cara hacia este y con la nariz logro presionarlo. Menuda payaso estoy hecha. Salgo del salón y camino sin provocar mucho ruido hacia mi habitación. La habitación que supongo que será mía, además ninguno de ellos me ha dicho algo, así que si esta habitación no es la mía es culpa de ellos. ¿Qué clase de personas no le enseñan la habitación a sus invitados? Tiro las cosas encima de la cama.

Y ahora que estoy dentro de la grandiosa habitación iluminada caigo en la cuenta que es la habitación mas preciosa en la que jamas he estado. La cama es de aproximadamente 1'90. Está cubierta por una colcha de color crema. Parece la cama creada para tener la sensación de dormir en el cielo con los ángeles. A cada lado de la cama hay unas mesillas blancas y en cada cual un pomo de plata en forma de flor. Paso el dedo por uno de ellos y me maravilla la precisión de los pequeños detalles. Lo sé, soy demasiado curiosa. Es un defecto que tengo. Enfrente de la cama se encuentra un pequeña mesa de cristal de un color rosado, casi tirando a beis. Encima de esta se encuentra una vela aromática y acerco mi nariz, el olor a vainilla se impregna en mis fosas nasales. Ojalá supiera donde guardan en esta casa los mecheros o alguna que otra cerilla. Dos sillones bajitos de rosa clarito acompañan a la mesa. Y detrás de estos un enorme armario empotrado color beis. Es un armario muy elegante. Ocupa toda la pared y en todas sus puertas aparecen miles de formas en rombo colocadas de forma de manera que en ninguna puerta se pierda el patrón. Las líneas de estas son de color blanco. Dirijo mi vista hacia la derecha y veo un pequeño balcón en el que no había reparado anteriormente. Cierro los grandes cortinales para tener un poco de privacidad. Me acerco a los del banco y hago el mismo proceso, no sin antes echar un ultimo vistazo a la Torre Eiffel. Tan despampanante que hasta pone los pelos de punta por su majestuosidad. Al lado de este un precioso cristal en forma de cuadrado sujeta un precioso jarrón con rosas.

Me acerco a la puerta contigua y al encender la luz me doy cuenta que es un baño. Menos mal, no quiero pasarla vergüenza de la ultima vez. Necesito limpiarme.

Lo primero que llama mi atención es la enorme bañera que se encuentra en el centro. Un buen baño me vendría muy bien ahora mismo, pero no tengo nada para ponerme. A mi izquierda una gran ducha con un montón de chorros colocados estratégicamente. Me adentro y enfrente de la bañera se encuentra una cómoda enorme de color gris con dos piletas de mármol. Una esencia de vainilla inunda la estancia. Me fijo que la estancia la han decorado con el color gris oscuro. La parte baja de la bañera también tiene estos colores por fuera, al igual que el suelo del baño. Mis pies en todo momento están calientes, por lo que deduzco que tendrán calefacción para el suelo. Estos ricos de hoy en día, me digo para mi misma poniendo los ojos en blanco. Me sorprende que los espejos tengan forma de ventana. de decoración porque por la otra pared está la habitación.

Observo mi cara de cansancio, aunque mezclada con el no saber que pasará. Al fondo se encuentra un váter y a su lado un bidé. Busco con la mirada alguna toalla a la vista, pero no encuentro ninguna. Miro la cómoda y decido abrir una de las puertas. La primera vacía y la que se encuentra a su otro lado igual. Resoplo. En los cuatro cajones que se encuentran en el medio, en el primero encuentro una pequeñas toallas blancas. Cojo una de ellas. Abro el agua caliente del bidé y cuando cojo la toalla veo las letras "The Luxury" en dorado en las toallas. Madre mía, hasta tienen toallas con el nombre del edificio. No me jodas. Y me siento algo culpable por lo que estaba a punto de hacer. Empapo la toalla en agua caliente y cierro el grifo. Escurro bien toalla para no mojar el suelo. Me limpio las nalgas y las piernas hasta que me cercioro que todo está limpio. Me bajo el tanga y limpio mis partes internas. Es un jodido pecado utilizar una toalla para esto ahí. Dejo la toalla en el bidé, recordándome mentalmente que mañana debo lavarla. Me vuelvo a subir el tanga y salgo del baño apagando la luz detrás mía. Observo el camino y me quedo mirándola unos segundos dubitativa.

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora