Mi Vida Con Ellos ( PRIMER LIBRO )

Capítulo IX - Una fiesta, un problema

CAPÍTULO 9

Una fiesta, un problema

—Una fiesta.

—Sí, Ian,—Amanda dejó escapar un muy ligero bufido mientras acomodaba su camiseta—Luke me invitó a una fiesta.

La castaña caminó hacia el baño y se detuvo frente al espejo, el más alto evidentemente persiguiéndola y observando cada uno de sus movimientos. Amanda levantó la mirada para poder observar a Ian detrás de ella, rodando sus ojos antes de inclinarse un poco para ponerse máscara de pestañas.

—Dime, Ian—se adelantó, aplicando el rímel cuidadosamente para evitar accidentes molestos.

—¿Con Luke?—Amanda suspiró—¡Acabas de conocerlo! ¿Y si es un psicopata o algo así?

—Entonces sabrás dónde encontrarlo, Ian.

Ian cubrió su rostro con ambas manos, dejando escapar un grito exagerado de exasperación mientras caminaba de regreso a la habitación. Cuando Amanda salió del baño, lo encontró sentado en la cama.

—Quiero ir contigo.

—Yo también.

Ambos voltearon sus cabezas hacia la entrada del cuarto, donde Aaron se encontraba parado recostado del marco de la puerta. La más baja se sentó en la cama para ponerse los zapatos mientras negaba energéticamente con la cabeza.

—Absolutamente no.

—Según lo que tengo entendido es una fiesta abierta al público...—Amanda le lanzó una mirada de reproche en el momento en que abrió la boca—Solo digo.—Aaron levantó las manos.

—Bien, magnífico. Hagan lo que quieran, vayan juntos, sean la cita del otro, pero me dejan en paz a mí.

Amanda se puso de pie y salió de la habitación, dándole una palmada en el hombro a Aaron al pasar por su lado. La habitación se sumió en un silencio incómodo mientras Aaron e Ian intercambiaban miradas de confusión, la palabra cita resonando en sus cabezas. Aaron separó sus labios para hablar, haciendo que Ian pegara un salto para salirse apresuradamente del cuarto de su mejor amiga, pasando junto a Aaron y rozando sus hombros en el proceso.

A pesar de lo poco común que podría ser que Ian Müller fuera la voz de la razón, en este caso Amanda sentía que tal vez una pequeña parte de su mejor amigo estaba en lo correcto; era cierto que Amanda realmente no conocía a quien la invitó a la fiesta, no lo suficiente para confiar en él, ni un poco. Fue por esa razón que, de manera discreta, procuró que todos en la casa supieran acerca de la fiesta y acabaran acompañándola aunque ella pusiera resistencia.

Sus amigos, y compañeros de casa, no eran precisamente del tipo de persona que podrían considerarse puntuales. Sin embargo, cuando se trataba de "proteger" a Amanda, todos comenzaban a tomarse un poco más en serio lo que sea que tuvieran que hacer. Veinte minutos más tarde, el auto de Aaron estaba estacionado frente a una gigante casa parecida a la de los cinco chicos y Amanda; si permanecías afuera, la casa era totalmente idéntica.

Desde el auto se podia escuchar con total claridad la música que resonaba en el lugar, así como también a personas intentando hablar por encima de ella, formando oraciones indescifrables que alcanzaban los oídos de la castaña, pero se perdían completamente al juntarse con la música. Amanda no podía negar que le encantaba ese ambiente, a pesar de no ser el alma de la fiesta, su humor mejoraba significativamente al ver a tantas personas pasándolo bien.

—¡Voy a buscar a Luke!—anunció a sus amigos  una vez puso pie dentro, moviéndose sin darles ni un segundo para reprochar.

Si bien la fachada era la misma, el jardín era casi completamente diferente; tenía la misma piscina grande en el centro, pero además de ello había un par de columpios caseros colgando del árbol, con luces similares a las de navidad decorándolo. Además de la decoración diferente, el patio estaba repleto de adolescentes con vasos rojos desechables en las manos, algunos compartían saliva sin ningún tipo de vergüenza, mientras que otros se mantenían cerca de la mesa de snacks. Otros estaban sentados en el césped en grupos de tres o cuatro personas, hablando o jugando cartas, o simplemente pasando el rato.