Prólogo

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PRÓLOGO




26 de Agosto, 2010

Amanda se encontraba acostada en la alfombra de su habitación con toda su atención puesta en el libro que tenía en sus manos. Hacía varios días que no hacía nada más que encerrarse en ese mismo lugar para leer aquel libro que tanto tanto le encantaba. Elevó sus piernas y comenzó a moverlas mientras soltaba una corta risa por una de las ocurrencias del protagonista del libro. Aunque fuera tan pequeña a veces se preguntaba cómo alguien podía ser tan tonta como lo era la protagonista, también cómo podía ser posible que no se diera cuenta de que el chico estaba locamente enamorado de ella.

—¡Mandy!

La pequeña niña escuchó la voz de Sandra —su madre— llamándola desde la cocina, lo cual hizo que su atención fuera desviada y levantase la mirada del libro esperando un momento a ver si la joven mujer que le había dado la vida volvía a llamarla.

—¡Amanda, ven a comer!

La de ojos color miel dejó es escapar un pequeño suspiro y luego de colocar una pequeña hoja en la página en la que iba, cerró el libro y lo dejó sobre la alfombra azul que se encontraba junto a su cama, todo esto para así proceder a ponerse de pie y salir corriendo de su habitación. La niña de diez años bajó las escaleras casi corriendo también, consiguiendo tropezarse al llegar al final de ella, pero sosteniéndose con fuerza de la baranda antes de que su rostro acabara saludando de un beso al suelo. Poco después llegó al comedor, expresando en voz alta su incomodidad al haberse lastimado el tobillo de su pie izquierdo, todo esto con una mueca en el rostro que desapareció en el momento en que se sentó en la mesa de comedor y su madre puso un plato con panqueques con nutella delante de ella; el cual comenzó a comer en el momento en que su mamá exclamó un "buen provecho, cariño".

—¿Qué tanto hacías allá arriba?—cuestionó su madre al sentarse justo frente a ella, Amanda levantó la cabeza con un enorme bocado en la boca, consiguiendo arrancarle una risa a la mayor.

Después de masticar y tragar el gran bocado, cosa que le costó más de lo que podría admitir, respondió.

—Estaba leyendo.

—¿Aún sigues pegada a ese libro?

—Ajá.—asintió con la cabeza de manera despreocupada, volviendo a poner la atención en su comida.

La mente de Amanda comenzó a divagar como siempre lo hacía cuando pasaba demasiado tiempo en silencio, y con ambas estando concentradas en la comida, esa no fue una tarea demasiado complicada. Pensó en su mejor amiga, la cual había partido no hace mucho hacia Seattle. Pensó en lo mucho que extrañaba su presencia, lo cual la llevó a pensar de manera automática en sus hermanos y su papá. A los cuales no había tenido la oportunidad de ver en muchísimos meses, los que para una niña tan pequeña como ella, se sentía como si fueran años.

—Mami...

—¿Sí, cariño?—cuestionó su madre sin mucha atención, concentrada en su comida.

Amanda comenzó a jugar con su comida, pinchando con el tenedor el panqueque, con nerviosismo por lo que estaba por preguntar.

Ella sabía perfectamente la manera en la que su madre evitaba el tema de su papá y de sus hermanos. Teniendo tan solo diez años, Amanda era una niña bastante inteligente, que podía notar con facilidad la manera en la que su mamá se tensaba cada vez que preguntaba por alguno de ellos. También se daba cuenta de que siempre terminaba estando algo triste, que se metía en su habitación o inventaba que tenía que salir a comprar algo, o trabajar en su oficina, para que su hija no la viera de esa manera.

Mi Vida Con Ellos  ( PRIMER LIBRO )Där berättelser lever. Upptäck nu