Conflictos

7K 426 13
                                    

Intentaba mantener el equilibrio, estaba parada sin poder apoyar un pie en el suelo y desde la noche anterior que no encuentro mis muletas, sospechaba que estaban debajo de la cama, no era la primera vez, que pasaba.

—Enserio Jane— insistió Mei, había llegado temprano y me estaba ayudando a tender mi cama, aunque ahora parecía estar haciéndolo sola, dejé de mirar debajo de la cama. La miré y negó con la cabeza, no le estaba prestando atención, no mucha.

— ¿Perdón?— pregunté, se volteo a jalar una frazada.

— Te ha roto el corazón ¿Cuántas veces? ¿Dos? ¿Tres?— no respondí, no quería darle algo que usar después, solo me encogí de hombros.

—Rae no va a hacerme daño, ella me quiere y yo la quiero— le expliqué jalando del otro lado la misma frazada, con más dificultad que ella, se cruzó de brazos mientras intentaba arreglarlo bien, tenía que encontrar mis muletas.

— ¿No te quería antes? Lo hizo una vez, lo volverá a hacer— me aseguró, negué con la cabeza, pase mi lengua por mis secos labios —No quiero que te vuelvan a hacer daño, me preocupas— suspiré, todos me trataban así.

—Estoy bien, estaré bien ¿Si?— trate de convencerla pero no parecía que iba a funcionar.

—Jane...— trato de insistir.

Antes de que pueda responderle, Rae entró a la habitación, no supo a que prestarle más atención, si al hecho de que Mei estaba aquí, o a que yo estaba parada sin mis muletas, por fin dejo de mirarnos a ambas, para acercarse a mí.

— No deberías estar parada, no así, te podrías lastimar— jaló una silla para que me sentara.

—No, pero... vale— no quería discutir, cedí ante lo que ella quería, se acercó a besar mi frente, sonreí y ambas susurramos un hola, por fin levanto la cabeza para mirar a Mei, que nos miraba cruzada de brazos.

—Te haré borrar esa sonrisa— le dijo Mei, se volteó a recoger sus cosas, hice una mueca, seguiría con eso, tomé la mano de Rae que cogía el brazo de la silla con fuerza —No creas que has ganado, es solo cosa de tiempo— comentó arreglándose para irse.

— ¿Cosa de tiempo? — le preguntó Rae, entrelazando sus dedos con los míos y besando mi mano, me sentía el objeto por la que ambas estaba peleando, como que me usaban para molestar a la otra y funcionaba.

—Te equivocarás otra vez, volverás a hacer algo que...terminará con tu sonrisa, Jane no te va a perdonar por siempre ¿Qué harás cuando ya no quiera hacerlo? — iba a intervenir, pero no me parecía algo prudente hacerlo, y si empeoraba las cosas. La mano de Rae me apretó con fuerza — ¿Qué no lo habías pensado? Tal vez ahora la tengas haciendo lo que quieres, desde dónde yo lo veo, lo hace porque te tiene miedo—

—Yo no le tengo miedo— refute haciéndome hacia delante, pero parecía como si ninguna de las dos me hubiera escuchado ¿Qué estoy pintada?

—Ambas sabemos que lo tiene, y si sigue así, solo tengo que esperar un tiempo más— suspiró y me miró hizo un gesto de que se iba y salió por la puerta, traté de mirar a Rae, pero ella seguía mirando la puerta.

—Sabes que no es verdad, no te tengo miedo ni nada por el estilo— le dije, pero otra vez parecía no haber hablado, moví su mano para que me mirara, tardó en hacerlo, pero por fin se giró a verme, levante mi mano hasta tocar su mejilla —No dejes que te convenza, tu eres la chica más dulce y adorable que conozco, es imposible que alguien te tenga miedo— ella sonrió y asintió, aunque podía verlo, aún seguía pensando en eso.

—Gracias— se inclinó para darme un corto beso, le sonreí y volví a mirar bajo la cama, mis muletas, adoraba haber dejado es silla de ruedas, y las muletas me daban algo más de independencia, pero creo que Clara las ocultaba para que no las usara.

— ¿Qué buscas?— me preguntó levantándose y mirando debajo de la cama, pero no había nada.

—Mis muletas ¿Las has visto?— ella se quedó pensando un segundo, asintió antes de salir del cuarto, volvió a los segundos cargándolas, me estiré para tomarlas, según ella parecía una niña a la que le daban un juguete.

—Gracias, las estaba buscando ¿Dónde estaban?— le dije mientras me ponía de pie, empezaba a agarrarle el truco a estas cosas, ella me miró preocupada, realmente todas pensaban que me caería.

—Estaba por la entrada— sin duda Clara, las ocultaba para que no las usara, asentí mientras avanzaba a la puerta, me giré para verla, terminaba de arreglar la cama, volví a acercarme y puse una mano en su espalda.

—No tienes que hacerlo, ya lo arreglo yo— ella negó con la cabeza, continuo y no insistí más no me iba a hacer caso, cuando terminó me miró, podía ver en sus ojos el pensamiento aun dando vueltas.

—No le hagas caso, no me separare de ti a menos que quieras que lo haga— ella agacho la cabeza, tomé su mentón y trate de levantar su rostro, me acerque un poco y ella me agarro de un brazo para que no perdiera el equilibrio — ¿Quieres qué me aleje?— ella negó y aún seguía triste, le sonreí esperando que sirviera de algo— Entonces tendrás que aguantarme por siempre— sonrió y estuve a punto de decir esas dos palabras, pero tal vez era muy pronto, por lo que me callé besándola.

Su mano soltó mi brazo para subir hasta mi cuello, solté las muletas para poder agarrarla de la cintura, no me detuve ni con el ruido que hicieron al caer al suelo, solo quería estar más cerca de ella, ambas disminuíamos el espacio entre nosotras, mientras el beso se intensificaba.

Sentí que jalaron de mi polo hacía atrás, Rae me sostuvo con fuerza para que no me fuera hacía atrás y yo, hice la estupidez de apoyar ambos pies, como me dolía apoyar el pie, me quejé y cerré los ojos con fuerza.

—No me obliguen a tirarle agua— dijo Clara y pude escuchar la risa de Carmen detrás, sentí en mis codos, las muletas que seguramente me acercaba Clara, maldije internamente estar en la casa de las gemelas.

—Tenemos que salir— dijo Clara insistiendo con las muletas, solté la cintura de Rae, algo que me pareció tan imposible, no quería separarme, agarre las muletas y con ayuda de ambas, volví a recobrar el equilibrio.

— No me lo tomen a mal, pero extraño la privacidad de mi departamento— ambas gemelas rieron, Rae solo sonrió con un rubor en las mejillas, que la hacía tan hermosa, esta perdidamente enamorada de ella.

—Si pasaras más tiempo en tu terapia que besando a Rae, tal vez ya podrías irte— bromeo Carmen, y el rubor en el rostro de ambas aumento, Carmen me dio un suave golpe en el hombro y Clara ayudo a Rae a salir del cuarto.

Yo era la única que no se había cambiado hasta ahora, sonreí resignada, tal vez luego podría seguir lo que las gemelas habían interrumpido, o podría ponerle seguro a mi puerta.


Sin ti.Место, где живут истории. Откройте их для себя