-Capítulo 10.

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—Capítulo 10.



Sentía el estómago en la garganta, los oídos me zumbaban, mis manos sudaban, las rodillas me temblaban y podía jurar que tenía un tic en el ojo. Nunca me había sentido tan nerviosa y ansiosa en mi vida.

Morderme las uñas ya no era una opción, termine con ellas desde hace unos días. Apenas estaba empacando un par de cambios, y era Harry con quien me vería por Dios. Lo conocía de toda la vida, nada era diferente... Solo el simple hecho de que me confesara que está enamorado de mí.

Y heme aquí, guardando unos jeans en la mochila para ir a verlo como le prometí. Habíamos hablado por teléfono todos los días de esta semana, cuando hablaba con él era como si nada pasara y cuando colgábamos todo el peso caía sobre mis hombros de nuevo.

Mañana a primera hora salía mi tren a Manchester con destino a Holmes Chapel.

Dieron unos leves golpes en la puerta. —Adelante. —Dije en voz baja sin dejar de doblar y guardar ropa.

—Hola. —Violet. —Vine a traer la cámara que me pediste. —Tomo asiento frente a mí. —Lo único que tienes que hacer es enfocar bien, oprimir este botón, —puso su dedo sobre un círculo pequeño— y tu foto saldrá. Aquí hay más papel por si te terminas este, es lo malo de las cámaras polaroid, pero tienes tu foto al instante.

—Gracias. —Puso la cámara en un estuche.

—De nada, —dio un salto bajando de la cama. —Dale mis saludos a Des y a Harry. —Asentí y seguí con lo mío. —Y Jane...

— ¿Sí? —La vi parada junto a la puerta a punto de salir.

—Mucha suerte.

Sonreí de lado porque no podía decir palabra alguna. Le había contado todo a Violet porque me sentía con demasiado estrés para mi sola, jamás habíamos sido la clase de hermanas cercanas que se cuentan todo, pero ella me escucho.

La alarma era tan molesta. Cuando por fin concilie el sueño, pareció que fueron cinco minutos. El viaje a Manchester era de dos horas y una más hasta Chapel, así que tendría la ventaja de dormir en el camino.

Lave mi cara, cepille mis dientes, cubrí mi cabello con un gorro de tejido y me puse el conjunto que prepare la noche anterior. Hoy no solo las rodillas me temblaban, también las manos. Y no estaba ni cerca de llegar a donde Harry.

Con la mochila en el hombro y el estuche de la cámara en la mano, baje las escaleras para encontrarme con mi padre.

—Estoy lista. —Me pare frente a él.

— ¿Vas a tomar el desayuno? —Apunto hacia la cocina.

—Lo haría, pero no creo que pueda retenerlo demasiado tiempo en el estómago.

Trate de darle mi mejor sonrisa, la cual, estoy cien por ciento segura que salió como una mueca horrible. Como dije antes, este nerviosismo no era algo propio de mí. Me sentía como un maldito hámster entre gatos.

Los viajes en tren siempre serían mis favoritos, amaba ver los paisajes. Amaba aún más los asientos con ventanilla. Antes de dejarme llevar por el sueño envié un texto a Harry.

Nos vemos en tres horasJ

Contesto al instante.

Estoy ansioso.

Trate de concentrarme en el libro que tenía en las manos, no pude. Trate de concentrarme en las canciones de The Rolling stones que escuchaba con el iPod, no pude. Busque peinados y maquillajes para practicar, tampoco pude.

Golpeaba mis pies contra el piso y las manos contra los muslos. Llevaba una pequeña cartera de chicles en mi bolso porque solían marearme los viajes largos, pero con los nervios de punta que tenía los metí todos a mi boca, fue lo único que pudo distraerme un poco durante las tres horas de viaje.

Guarde mi iPod poniéndome de pie para salir del tren. Harry estaba de pie recargado en un pilar, cruzamos miradas y de inmediato estuvo frente a mí.

— ¿Te dejo una semana y decides revelarte contra el mundo cortando tu cabello? —Alzo ambas cejas con las manos dentro de sus bolsillos delanteros.

—Es el precio que debí pagar solo por venir a verte. —Su sonrisa torcida y sus ojos dulces me hicieron sonreír al instante.

—Me siento alagado. —Beso fugazmente mi mejilla. —Vamos.

Caminamos hasta el estacionamiento. La ansiedad y tensión que me habían estado atacando durante toda la semana se desvanecieron al verlo frente a mí, sonriéndome como solo él lo hacía, el silencio y la quietud que siempre lo acompañaba.

— ¿Tienes hambre? —Rompió el silencio nada incómodo.

—Un poco. —Hice una mueca. Era casi medio día y yo no había comido nada desde ayer en la mañana.

—Me alegro de oír eso, porque papá quiere que almorcemos con él. —Me abrió la puerta del copiloto de un viejo Cadillac.

—Suena bien, tenía mucho sin ver a Des. —La última vez que lo vi fue hace unos cuantos años, cuando acompañe a Harry y Gemma de vacaciones.

—Sí, también yo. —Soltó un suspiro. Sabía que extrañaba mucho a su padre, eran muy unidos. Acaricie un poco su hombro dándole mi apoyo. —Gracias por venir.

—Lo sentía necesario. —Regrese la mano a mi regazo. —Debemos hablar. —No me atreví a mirarlo.

—Así es, pero más tarde, tengo algo planeado para ambos. Disfruta mientras puedas. —Soltó una risa ronca haciendo que los vellos de mi nuca se erizaran.

(...)

Harry me llevo a un bosque cerca de su casa, solo podía ver verde, verde y más verde, más adelante un corto lago con un puente de madera. Todo aquí era puro aire natural.

—Este lugar es precioso. —Nos quedamos recargados en el puente, solo mirando el lago.

—Como tú. —Me atreví a verlo de reojo, tenía la vista al frente. Sabía a qué habíamos venido aquí.

— ¿Por qué no me dijiste nada antes?

—Tenía miedo, —suspiro— ¿Cómo le dices a tu mejor amiga que estás enamorado de ella? —Ninguno dijo nada durante minutos. —Jane. —Tomo mi mano. —Dame una oportunidad. —Abrí la boca para contestar, pero no salió sonido alguno. —Déjame demostrarte que puedes enamorarte de mí, puedo hacerte feliz. Lo digo enserio, dame una oportunidad.

En sus ojos no poseían ni pizca de duda. —Sí.


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