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"Metes tus manazas y te mato".

Oh, dulces los sueños que tengo en mi cómoda cama. Su sábanas son tan suaves y calentitas que creo que voy a estar to...
-¡Maldita sea!-. Grito al notar algo un tanto grande tirarse encima mío haciendo que interrumpa mis pensamientos, sueños y mi comodidad.
-Ya es hora, hermanita-. Scorps con un toque de diversión en su voz hace que me levante y acabe el por los suelos.
-¿Hora de qué? Necesito disfrutar de mi único momento de relajación.
-Ja, pues no creas que lo vas a tener todo el día, tenemos que coger el Express e ir al castillo-. Dice sobándose el culo por la caída. Suelto una pequeña risa y al ver la cara de asesino que pone me callo instantáneamente.
-Vale vale, me preparo y desayunamos-. Digo quitando las sábanas de encima de mis piernas y apoyando los pies en mis zapatillas de pelo para levantarme de la cama.
-Tarde, ya lo hemos hecho-. Maldita sea.
-Ag, da igual. Ahora, sal de mi cuarto-. Le empujo hacia fuera mientras el se ríe divertido.
-Vale pero... Voy a esconder tus libros-. Esto ya es el colmo. ¿Lo mato ya?
-Metes tus manazas y te mato. Lo juro-. Le doy un portazo en todas las narices para poder así cambiarme.

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¿Sabéis lo que es estar en la estación a punto de iros a un castillo y que tu "madre" te esté dando besos entre palabra y palabra? Seguro que no.

-Mamá, es suficiente. Prometo que me cuidaré y no me meteré en líos-. Levanto mi dedo meñique para que así mi madre cierre la promesa con el suyo dedicándome una pequeña sonrisa en los labios.
-Está bien, disfruta, Valerie-. Asiento levemente y me despido rápidamente de mi padre para partir ya dentro del Express pues estaba sonando la campana de que ya era en punto.

Scorpius al parecer, no había querido esperarme y se había metido ya en un compartimento con unos amigos suyos y bueno, también eran míos pero me apetecía estar sola o en paz.
Después de varios minutos buscando, encuentro un compartimento vacío y me meto en él suspirando aliviada. Sonrío levemente y me siento en el asiento mirando hacia la ventanilla.
Pocos minutos después, la puerta se abre y aparece un chico de pelo azabache y ojos verdes con una cara un tanto inocente.
-Perdona, ¿puedo entrar? Me han echado del que estaba y...-.
-No hay problema, pasa-. Sonrío levemente mientras pongo detrás de mi oreja derecha un mechón de cabello colorido.
-Oh, muchas gracias. Soy Albus Severus Potter-. Dice sentándose en frente mío con una sonrisa amable.
Potter. Uhm. Hijo de Harry y Ginny Potter. Obviamente.
-Encantada Alb, soy Audrey Valerie Malfoy-. Mi tono suena igual que el de él pues quería ser amable, me agradaba este chico y de seguro seríamos buenos amigos en un futuro.
-¿Malfoy? ¿Pelirroja? ¿Desde cuando eso?-. Suelta una pequeña risa divertida mientras alza una ceja mirándome detenidamente.
-No me tomes el pelo...-. Pronuncia él de nuevo con los brazos cruzados.
No puedo evitar que se me escape una risa al ver su reacción y niego levemente.
-Una larga historia-. Alzo los hombros mientras me siento como los indios en el asiento.
-Tenemos todo el viaje, amiga mía-. Sentencia dando así a una conversación que durará todo el viaje y más.
Y ya lo creo yo que teníamos tooodo el viaje...

Dulces Bromas. |James Sirius Potter|Where stories live. Discover now