Capítulo 11: Recuerdo todo

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Narra Adam:

Estaba completamente metido en un sueño profundo. Todo parecía tan grande desde mi punto de vista.

Abro los ojos asustado, me encuentro en una habitación totalmente desconocida para mi, me levanto de la cama y me acerco a la puerta la cual abro despacio y cuando tengo campo de visión paro de abrirla.

Mi padre estaba borracho, le estaba gritando a mi madre, y en una de estas le pone la mano encima, abro la puerta de golpe y salgo en defensa de mi madre.

Deja de pegar a mi madre para venir a por mi, me coge del cuello y me empieza a pegar bofetadas, una tras otra.

Un puñetazo invade mi cara, quedo noqueado a tal golpe, mi vista se ve nublada.

Mi madre intenta ayudarme, me dice que salga corriendo de casa, eso hice me fui corriendo.

¿Dónde me podría esconder? En el lugar donde más seguro me siento, en los brazos de Rubén. Corría por las calles totalmente débil, pensaba que en cualquier momento mis piernas me iban a fallar y me iba a caer de boca contra el suelo.

Cuando llego a casa de Rubén llamó al timbre, la madre de Rubén abre la puerta asustada y me dice que espere fuera.

Después de unos minutos, Rubén sale y hace un intento de abrazarme, pero yo le apartó y le enseño mis moratones en mi cuerpo.

Me lleva a su habitación, él sale a hablar con su madre yo en cambio tiro mi cabeza sobre la almohada y comienzo a llorar sin control alguno, me sentían mal, acosado y totalmente vulnerable.

Alguien me agarra de los hombros y me levanta, me mira y me empieza a desnudar, tenía toda la ropa llena de sangre.

Me quita la camiseta y después el pantalón, justo ese día no llevaba ropa interior, pero al parecer a Rubén le dio igual, me subió encima de sus piernas y pego su pecho con el mio.

Me sentía seguro, protegido en esos brazos. Me acariciaba la espalda mientras que yo lloraba sobre su hombro, me dijo que todo iba a salir bien.

Las semanas pasaron, mi padre seguía pegando a mi madre y algún que otro día a mi también. Me acostumbré a recibir golpes, a ser insultado por tu propio padre.

El día más feliz de mi día fue cuando estaba con Rubén en mi habitación, de su bolsillo sacó unos preciosos Yin Yang, me lo puso en mi cuello y simbolizaba que siempre estaríamos juntos en lo malo y en lo bueno.

Me senté encima de sus piernas, me gustaba mucho sentarme tan cerca de él, me gustaba sentir su respiración tan cerca de la mía.

No se en que momento me encontraba perdido en sus labios, nuestro primer beso. Era algo dulce y precioso a la vez.

Mi padre abrió la puerta y nos vio, nos separamos asustados y vino directamente a por mi, me pegó un puñetazo que me dejó noqueado sobre la cama.

Cogió a Rubén y lo tiró contra el suelo, le gritó que se fuera, discutieron, pero al final Rubén tuvo que irse.

Mi padre me miraba con asco, no podía moverme, me sentía totalmente débil ante aquella situación.

Me bajó los pantalones y él hizo lo mismo, me penetró de una sola embestida, me había desgarrado por dentro.

Me estaba violando mientras que gritaba que nunca tendría un hijo maricón.

Cuando terminó, cogió una especie de vate de béisbol y me dio con el en toda la cara, mi visión se puso en negro.

Cuando despierto, me encuentro en una habitación de hospital, mi madre se encontraba dormida en una silla.

La llamé tranquilamente y ella se despertó asustada, me abrazó mientras lloraba, no entendía nada.

Incompatibles [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora