- ¿Qué pasa? - preguntó Colin, con la voz pastosa.

- ¿Que qué pasa? ¡Que estamos por todas partes, eso pasa!

Como Colin seguía aún medio adormilado y no entendía nada, Jen le pasó el teléfono. ¡Madre mía! Terminó de desperezarse de golpe. Él con Jen de la mano, abrazados, besándose... varias fotos de ellos juntos la tarde anterior habían invadido Twitter.

- ¿Cómo lo has visto?

- Porque he entrado un momento en mi cuenta, y tenía, no sé... ¿20000 notificaciones? ¡La gente se ha vuelto loca con esto! He visto las fotos, así que he escrito nuestros nombres en el buscador, y mira... ¡no se habla de otra cosa!

- La verdad es que salimos muy bien...

- ¡Colin!

- ¿Qué quieres que te diga, Jen? ¡Era cuestión de tiempo!

- ¿Cuestión de tiempo? - Jen se levantó de un respingo de la cama, alterada. - ¿Cómo pudimos ser tan estúpidos y tan poco cuidadosos? ¿De verdad pensábamos que no iba a vernos nadie?

- Creo que no pensábamos nada. - repuso Colin. - Estábamos felices, fuimos a pasear por un par de sitios tranquilos y nos dejamos llevar. No parecía haber gente por allí, no es como si lo hubiéramos hecho en pleno Central Park.

- ¡Pues alguien había, míralo! - soltó Jen, con voz aguda, mientras empezaba a vestirse.

- ¿Por qué parece que estás enfadada?

- ¿Quieres saberlo? ¿Por qué no te metes en mis menciones? ¡Yo soy la guarra que ha destrozado una familia! Ni siquiera he podido hablar con mi familia de esto... ¡van a enterarse por Internet!

- ¡Vale ya! - Colin se levantó de la cama también y fue hasta donde estaba Jen, peleándose con los botones de su blusa. Agarró sus manos, lo que hizo que ella subiera la vista para mirarle. - ¿Puedes tranquilizarte un segundo, por favor?

Jen respiró hondo, y asintió con la cabeza.

- Esto ya no tiene arreglo, pero voy a hacer algo que tenía que haber hecho ayer mismo. - afirmó Colin, con determinación.

- ¿El qué?

- Voy a poner en Twitter que Helen y yo nos hemos separado, y a pedir respeto para todo el mundo.

- ¿Te has vuelto loco?

- No, Jen. Yo tampoco quería que las cosas se supieran así... ¡iba a llamar hoy a mis padres para contarles lo del divorcio, por amor de Dios! Pero ya no hay vuelta atrás, y lo que no voy a hacer es esconderme y pretender que aquí no está pasando nada. Y además, estoy muy cansado de tener esta discusión contigo. ¡Tú no eres ninguna guarra, y nadie es capaz de romper un matrimonio sólido y unido! ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

- Pero eso es lo que piensas tú. El resto de la gente...

- Cariño, - la interrumpió - ¿de verdad no sabías que esto iba a pasar? Yo tenía muy claro en lo que me estaba metiendo desde el principio. Puede que, para algunos, tú seas una rompe-hogares, y yo un cerdo y un miserable que ha engañado a su mujer, pero tenemos que aprender a vivir con ello. Las personas que nos quieren nos van a apoyar, y no debemos dejarnos influir por lo que piense el resto. Siempre tendremos detractores, somos personajes públicos, y por desgracia, nuestra vida privada está expuesta a los ojos y las opiniones de todo el mundo. Hay gente que necesita alguien a quien odiar para sentirse realizados y poderosos... antes de estar juntos, tú y yo ya lo sufríamos, e Internet se lo pone muy fácil. Un día, se cansarán y encontrarán a otro a quien dedicar sus malos pensamientos... yo, desde luego, estoy muy orgulloso de lo que siento, y no voy a dejar que cuatro idiotas me digan cómo o con quién tengo que vivir mi vida, y espero que tú tampoco se lo permitas.

Amar nunca es un errorWhere stories live. Discover now