Capítulo 5

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Anastasia, intentaba dormir, pero con el solo echo de pensar en que Christian la quería, su mente le impedía dormir y le exigía que pensase en los dulces, suaves y deliciosos labios del Sargento Grey. Sus compañeras de habitación ya dormían desde hacía tiempo, o al menos eso pensaba ella.

Debían ser las 12 de la noche y se habían ido a dormir a las 10... Escuchó unos golpes en la ventana, pero era la ventana que estaba al lado de la cama de Hannah. Ana estaba acostada de lado y apartó sus pensamientos de Christian, para escuchar lo que ocurría en su cabaña.

Unos pequeños pasos, se escucharon, parecía que se dirigía a la puerta.

- ¿Están durmiendo? - Preguntó lo que parecía la voz de Mike.

- Sí...

Los dos hablaban muy bajito, para no despertar a las compañeras que estaban durmiendo.

Hablaron un rato y lo que Anastasia entendió, fueron palabras de amor... Vaya, no soy la única que ha encontrado el amor... Después de eso, escuchó como los dos se fundían en un beso apasionado y con fuerza. Según lo que se escuchaba, parecían dos centrifugadoras, apuntó de explotar. El sonido vacío de dos lenguas restregandose hizo que Anastasia no se sintiera cómoda con la situación.

- Me encantan tus tetas... - Decía Mike, mientras se escuchaba como succionaba el pezon de Hannah.

Ana, al escuchar eso, se obligó rápidamente ha dormirse. Pero de pronto escuchó como la cama de su amiga chirríaba. Primero eran movimentos lentos hasta que fue aumentando y con eso los gemidos de sus compañeros de pelotón.

- Vamos Mike, más rápido. - Decía ella, entre jadeos.

Siguieron así, hasta altas horas de la madrugada, pero por suerte de Anastasia se durmió. Pero el recuerdo de ese momento, nunca se le olvidaría.

***

- ¡Venga inútil, eres basura! ¡Muévete más rápido! - El capitán Jack, estaba supervisando el trabajo de Christian y aunque el pelotón de este lo hacía bastante bien. A Jack le gustaba insultar a la gente que a él, le parecía inferior. - ¡Corre! ¡Te he dicho que corras! ¿A caso eres sordo? . - Cada palabra que decía, lo hacía con asco y repugnancia.

Christian se quedaba a su lado, sin decir nada, apuntando los tiempos que hacian cada uno. Paso por delante de él, la Señorita Steele, toda sudada y sucia, pero la vio como siempre, perfecta.

- ¿Has visto que culo tiene esa? - Preguntó Jack, en un tono en que sólo el Sargento podía escuchar.

Christian apretó los dientes, se había equivocado de chica, si eso es lo que pensaba.

- No, es mi alumna y no estoy para tonterías. - Dijo Christian, lo más cortante que pudo. Debía disimular, lo enamorado que estaba de la soldado Steele.

Jack ignoró su tono de voz, sabía que era mentira, ningún hombre se resiste a mirarle el culo a un chica, almenos a una que tenga un buen trasero.

- Pues tienes suerte Grey, tienes a tres bellas mujeres. Y tu no te fijas en ninguna. ¿Acaso alguien del mundo exterior, te ha robado el corazón?

- Ahora estoy trabajando, si quieres luego te lo cuento. Pero no me interrumpas.

Jack y Christian, eran amigos, y en otra época se tenían confianza. Pero el tiempo te hace ver como son las personas en realidad. Jack era cruel, un tirano y sobre todo un estúpido.
Lo único bueno que sabía hacer, era hacer nudos y navegar.

Este se fue, tenía más pelotones que supervisar. Christian repiró aliviado cuando se fue su superior. Siguió con su trabajo, hasta que se acabó la hora.

***

- ¿Entonces... Me quieres volver a besar? - Preguntó Christian, mientras pegaba más su cuerpo con el de Ana.

- Mmm... No sé... ¿Quieres que te bese?

Estaban en la cabaña de mantenimiento, llevaban ahí 15 minutos, y en los cuales no habían dicho ninguna palabra. Todo fue besos y algún que otro toqueteo.

- ¿Bromeas? Bésame ahora, Ana.

No se hizo de rogar más y pegó sus labios contra los de él. Estaban tirados en el suelo, ella encima de él. Y mientras Christian aprovechaba esa postura para tocar un poco el delicioso culo de la Srta. Steele, ella podía sentir la gran erección que tenía el Sargento Grey, en su vientre.

- Nena, me gustaría seguir, pero hay que parar... No creo que sea el momento y lugar... - Dijo Christian entre beso y beso.

Poco a poco se separarón y se sentarón en el suelo. Se abrazarón con amor, la pequeña cabaña estaba en silencio y no les molestaba. Cada uno estaba guardando este bonito recuerdo, ya que cuando salían de la puerta, todo era diferente.

Habían pasado otros quince minutos, pero estos llenos de risas y alegría. Christian le contaba anécdotas de él y su hermano menor, de cuando eran pequeños. Le gustaba ver como Anastasia se reía. Tenía la sonrisa más bonita, aunque con la poca luz que había en el lugar, no se podía apreciar muy bien. Su risa era el sonido más... Magnífico que había escuchado.

Poco a poco se levantarón, haciendo que el momento de separarse pase lo más lento posible.

- Nos vemos mañana, preciosa. - Se abrazarón fuertemente y él le dió el último beso del día.

- Buenas noches, Christian.

Feliz y triste a la vez, Anastasia se fue. La figura esvelta de la Srta. Steele desaparecía en la oscuridad. Mientras el Sargento Grey se quedaba unos minutos ahí, para que nadie los vea llegar al mismo momento.

Grey, hizo la ronda de noche por las cabañas, vigilando que todo este bien.

Se fue hacia su habitación y se recostó en su cama, mirando el blanco techo. Suspiro de felicidad, ninguna mujer lo había dejado así... Así de enamorado. Había tenído novias y alguna que otra aventura, pero ni la que fue su novia por un largo período, no la había querido ni la mitad de lo que quería a su Ana.

Estaba embobado con ella. Sacó de debajo de la almohada, la camisa de Anastasia. Inhalo el dulce aroma de ella, abrazó la camiseta y pensado que la tenía al lado se durmió.


- Oh Jack, sigue... Mmmm... ¡Siii! - Gritaba Martha.

Jack apartó a la enfermera dejándo a esta tendida en la cama. Él abrió la cajonera de la mesita de noche y sacó un cigarrillo.

- Fumar es malo para tu salud - Dijo Martha - Pero dame una calada...

Este rió y le tendió el cigarrillo. Martha no era el tipo de chica de Jack, pero después de haber visto a las mujeres del pelotón de su amigo, arrastrarse por el barro... Estuvo todo el día caliente y alguien debía bajarle la calentura y esa era Martha. - Si ese hombre era un pervertido -Digamos que la enfermera era la puta del Campamento, ya que prácticamente se había follado a casi todos los de ahí, sean del rango que sean.

Solo los más fieles a sus amores no caían en sus manos. Y de momento Christian no había caído, pero caería... Pensó la buena enfermera.

- Christian me rechazó. - Le contó Martha.

- ¿Otra vez? - Se burló Jack. - Ya sabes que él es más de... Flores y corazones. No lo pesacaras tan fácilmente.

- Ya... Pero cuando vea a estas preciosidades - Se tocaba las tetas mientras se refería a ellas. - Caerá a mis pies, nadie se resiste a estas bellezas...

Y comprobando su teoría, rápidamente tenía a Jack entre medio de sus grandes y voluminosas tetas. Los hombres caen rápido... Y Christian Grey no sería la opción. Dió otra calada al cigarrillo, mientras el Capitán le daba placer.

La amo, SoldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora