4° veintitres, veintidós y veinte.

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El auto de mi padre es de un modelo atrasado y por más que alguien dice que de deshaga de el, no acepta, ya tenga el peor de los problemas. Es su bebé más que yo, estoy segura que si le dieran a elegir por mi o su querido auto, gizmo en una situación vida o muerte lo elegiría a el.

Estamos lo suficientemente lejos de casa como para tardar en llegar a pie, gizmo se detuvo en el peor momento.

La rigidez de mi padre es notoria a kilómetros.

Baja el capo de gizmo y respira profundo.

Tiene dos segundo para explotar y si no lo hace me mirara mal y me indicará con la cabeza que camine.

Le toma más de dos segundos acariciar el capo de gizmo y darle una mirada de compasión y amor.
Antes de tener su indicación sin ningún palabra, tomó la mochila entre mis piernas y la cuelgo en mi hombro, salgo y cierro la puerta con cuidado pues parece que a mi padre le duele cuando lo hago.
Guarda las llaves en su pantalón y camina dando una mirada para que avance.

Mientras camino miró la plaza que esta en la calle de enfrente.
Algo me da un chispazo recordando la mano marcada de Ruben en mi pierna derecha, de inmediato siento vergüenza de mi misma y de mi mente por olvidar no usar shorts. Miro hacia mi padre que no me presta atención, es un par de centímetros más altos haci que lo miró desde abajo.

Su esposa nos recibe con una sonrisa, me da dos besos y me ofrece agua. Celia es más una amiga que alguna rival por el amor de mi madre. Es el tipo de mamá relajada y que mientras sus salvajes bestias no embaracen a alguna tipa o tomen drogas no hay problemas, así pudieran estar matándose con algún otro tipo en el suelo sobre un charco de sangre ella haría las apuestas y apostaría al contrario de su hijo.

Dejó caer la mochila de jeans sobre el pequeño sofá reclinable de travis, esperando por un segundo -no se reviente- el pequeño sonido -POP- me dice que el botón a fallado pero la cremallera sigue intacta.

Mientras la revisó escuchó a mi padre hablar con Celia.
El le dice que gizmo se quedó estancado en la avenida donde esta ese restaurante donde jebediah trabajo cuando tenía 18, cuanto le costará repararlo y remolcarlo hasta el taller más cercano.

Abro la cremallera y un segundo después se abre por la mitad con ese horroroso sonido que tanto aborrezco de escuchar.
Unos brazos se envuelven en mi vientre levantándome de sorpresa. Se perfectamente quien es.

- ¡Jebediah bajame!.- exijo a gritos.

- Mmhc mmhc.- no es jeb es travis.- En primer lugar lo haré porque me llamaste jebediah; en segundo, pesas demasiado.-
Cuando siento el suelo, me giro sobre los talones de mis imitación converse.

Jeb tarda en llegar y la cena se enfría, deja su chamarra sobre mi mochila y corre al comedor a sentarse a mi lado dándome una palmada en la cabeza haciendo que me incline.

Jed tiene veintitrés, travis veintidós y yo veinte. Jed esta comprometido con su actual novia y prometida, travis es más gay que los calcetines rosas de ruben y mi padre no lo sabe.

Tengo una segunda pequeña familia muy normal.

Dedicado a: @valeriapastor2003

Hoy no tengo mucho que decir esta parte la subí, no se público y hacia dos tres veces, de borró como cuatro y la escribí como 10 veces.
La próxima parte será doble.

La primera en comentar algo bonito (Esta vez no tiene doble sentido) le dedicare la siguiente parte.

Adios.

Hija de la empleada- ElrubiusOMGWhere stories live. Discover now