- Deséame suerte –dijo Ginny mientras subía a la silla.

- Suerte. – dijo Lizzie suavemente.

Apretando suavemente lo talones contra las ancas del caballo, lo hizo trotar a paso suave, cuando estuvieron lo suficientemente lejos de la casa puso a Campeón a galope en dirección a White's, cuando llego al establecimiento se bajó de un salto y se acercó al mayordomo, le entrego la carta que había escrito y una vez que comprobó el sello lo dejo pasar con una reverencia y un "bienvenido milord".

Comenzó a recorrer y a asomarse a los diferentes salones observando con curiosidad el comportamiento de los lores el cual dejaba bastante que desear, cuando llego al comedor se sentó en un rincón, sabía que lo mejor sería que los mismos caballeros se acercaran, el misterio era la mejor forma de cazar a un hombre. Observo a todos sus pares, algunos bebían otros leían el diario o comían, y otros simplemente observaban divertidos las locuras de los más jóvenes, muchos de ellos le dirigían miradas curiosas y murmuraban entre sí.

- Buenas noches milord, bienvenido a White's ¿desea beber algo? –pregunto un joven criado.

- Tráigame una botella de vodka... del mejor. –dijo Ginny con una voz muy ronca. Si seguía hablando así iba a tener que hacer gárgaras a la mañana siguiente.

Con el vodka ya servido se acomodó en su asiento y se dispuso a mirar por encima del periódico a todos los caballeros presente. Unos minutos después su visión periférica capto un movimiento desde la entrada del salón, el duque había llegado. Suspiro, era un hombre totalmente excepcional, lo observo a caminar por el salón, impresionada por la seguridad con la que se movía, el mundo le pertenecía y él lo sabía, una vez su tía comparo a los hombres con diferentes animales, si ocupaba su misma línea de pensamiento el duque era como una pantera, peligroso y sensual, con solo verlo sentía más calor, sintió como sus mejillas ardían y rogo al cielo por que la capa de maquillaje fuera lo suficientemente gruesa como para que no se notara.

- Buenas noches. –dijo un joven apuesto con una sonrisa descarada y una mirada evaluativa. –soy Tomas Graywolf, un gusto. -dijo extendiendo la mano. – perdón por abordarlo así, pero estoy seguro de que jamás lo he visto antes y bueno... soy del tipo curioso. -remato con una sonrisa descaradamente infantil.

Alzo una ceja de manera interrogativa, mirándolo divertida, sin duda este personaje era... especial, no cualquiera abordaría un desconocido solo por curiosidad, pensó en la mejor manera de responder, necesitaba conocer a algunas personas si iba a tener que venir mas seguido, sin embargo, tampoco quería hacer amigos ya que él iba a desaparecer en cuanto terminara su investigación, un falso viaje a rusia permanentemente, ¿quizás debía dejar eso claro una vez que entrara en confianza? ... después analizaría eso.

- Buenas noches. –respondió estrechando su mano e imprimiendo un ligero acento ruso en su voz. – Edward Phoenix, un placer milord.

- ¿Phoenix? – dijo sorprendido. -Dígame milord, ¿es pariente de la duquesa de Rivers?

La sorpresa brillo en los ojos de Ginny, aunque la elimino en un instante.

- Primos, quiere tomar asiento. –dijo señalando una de las sillas. - ¿Bebe algo milord? yo invito.

- Lo mismo que usted y por favor llámame Tomas. –respondió.

Hizo una señal al camarero para que trajera otra copa, y cuando llegó el mismo sirvió el vodka ofreciéndolo a su compañero de mesa, alzo su copa hacia el a modo de brindis y dijo.

- ¡Vashe zdorovie! – en ruso y luego tradujo para que comprendiera. - ¡A tu salud!

- ¡a tu salud! – repitió y bebió junto a él, al instante comenzó a toser su rostro cambiando de color del pálido característicos de los ingleses a un rojo tomate.

En Edición La rosa (1º Serie Red de Espias)Where stories live. Discover now