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-Esto es lo que soy.

Deimon la miraba como si acabase de encontrar el santo grial, aquello era increible tener esa habilidad para acabar con alguien. A lo largo de su paso por el mundo humano había visto muchos intentos de experimentos genéticos, intentos fallidos debido a lo atrasada que estaba la medicina. Pero lo habían conseguido, de alguna manera los torpes humanos habían conseguido lograr lo que deseaban, un arma perfecta. Tan perfecta que se les escapó de las manos y acabó matándolos a casi todos. Pero eso ahora no importaba, tenía que probar cuan lejos podía llegar el poder de la chica ¿podría afectarle a él también? ¿sentiría dolor? ¿sería capaz de matarle? Lo dudaba mucho, pero se moría de ganas por probarlo.

Rápido como un rayo Deimon agarró a Lilith del brazo antes de que esta pudiese ponerse el guante de nuevo, intentaba llevar la mano de la chica a su brazo pero esta se revolvía y se agitaba.

-¡No! ¡No, por favor!- Deimon veía como las lágrimas se derramaban por las sonrosadas mejillas de Lilith- ¡Para!

-¿por qué? ya has matado a otras personas antes y dudo mucho que puedas hacerme daño.- Lilith intentaba mirarle con odio, con fuerza y fiereza, pero no podía, se sentía vulnerable sin los guantes, peligrosa, como si todo su mundo fuese a derrumbarse.

-yo no quería matarles, no quería hacerlo, solo quería que me dejasen en paz. Quería dejar de sufrir.

 A Lilith le fallaron las rodillas y acabó en el suelo, Deimon la seguía agarrando por la muñeca. Debería de sentirse bien, por fín había encontrado el punto debil de aquella chica, pero no se sentía bien, mirar como Lilith se limpiaba torpemente las lágrimas con su mano izquierda le causaba...¿Dolor?

Deimon se arrodilló junto a ella y le limpió las lágrimas "¿qué estoy haciendo?"

-Mírame- dijo Deimon, Lilith se negaba a mirarle a los ojos- Vamos Lilith, mírame.- Lilith miró al demonio a los ojos, por suerte sus lágrimas habían dejado de caer, los ojos del demonio ahora eran celestes, casi grises, que resaltaban más gracias a su pelo oscuro como la noche.-No puedes herirme, dudo que puedas hacerme daño. Solo quiero asegurarme, podría ser necesario saber cuanto alcanze de muerte tienes ¿no crees?

Lilith asintió y Deimon se quitó la chaqueta de su traje, Lilith podía ordenarle que no lo hiciera, que la dejara en paz, pero de alguna manera ella también quería saber cuan lejos podía llegar su poder. Deimon se levantó la manga de su camisa y Lilith pudo ver en la muñeca la misma marca que tenía ella en el pecho.

-Normalmente la ropa no es impedimento- empezó a decir Lilith-Solo con tocarles ellos mueren.- Deimon la miró a los ojos y sonrió, pero no dijo nada más.

Una vez que su brazo estaba desnudo Deimon la miró a los ojos, Lilith asintió con un nudo en el estómago. Deimon poco a poco acercó la mano de la chica hasta su brazo hasta que notó el delicado tacto de la chica en su brazo.

Lilith sentía algo muy fuerte en su interior, hacia muchos años que no tocaba a alguien con sus manos desnudas, que no sentía el aire en correr entre sus dedos o su propio tacto.

Deimon no notó nada, no era de extrañar, tenía que admitir que se sentía decepcionado, esperaba algo más. Pero antes de retirar la mano de la chica pudo sentir el calor, un calor ardiente en su brazo justo donde estaba la mano de la chica, le estaba quemando por dentro. Lilith también podía sentirlo e intentaba apartar la mano de manera desesperada, pero Deimon la tenía bien agarrada, la sonrisa en su rostro se hizo inmensamente grande y volvieron a aparecer los colmillos, el poder de aquella chica también estaba afectando a la imagen que él había creado. Deimon notaba el calor en su cuerpo, pero no era del todo doloroso, era como agua caliente que fluía lentamente dentro de su cuerpo.

Welcome to the hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora