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A la edad de diecisiete años tendemos a pensar de manera infantil, actuar impulsivamente, pensamos que los problemas que tenemos son los más fuertes del mundo, aunque no lo sean. Los chicos piensan solo en fiestas, mujeres, drogas y alcohol. Las chicas se preocupan extremadamente por sus calificaciones, por cual es la más linda del instituto, pero al final se puede decir que actuamos igual, sea cual sea la razón. 

Créanme que este fue mi caso, pero no pasó exactamente así. 

Cuando una chica nueva llega a un internado en su último año y conecta con un grupo de chicos que le conceden la oportunidad de unirse y vivir la vida loca, claro que contado de esta manera se escucha como la vida normal de un adolescente. 

Pero si lo cuento así, omitiría el 50% de lo que pasó en realidad, así que siéntense bien cómodos, busquen su comida y preparen sus oídos. 

Les advierto se pueden molestar, también reirán y hasta lleguen a llorar. 


AÑOS ANTES.

Es increíble lo lento que puede viajar un avión cuando realmente quieres bajar de él.

Después de bajar de esa máquina de turbulencias y transporte, esperamos a que uno de esos autos amarillos nos llevara hacia nuestro nuevo destino, mi próximo internado para nada pretencioso, decir que estaba exhausta era aminorar la situación. 

Para contextualizar mejor debo explicar ciertas cosas.

Mi vida desde que nací hasta la edad de diecisiete años recién cumplidos, he vivido en la maravillosa ciudad de Allentown, Pensilvania. Donde conocía a cada persona que pasaba por la calle y donde viví gran parte de aventuras y misterios. Todo lo que conozco tiene el nombre de Allentown, pero desde el 22 de junio del año pasado, no he sentido el mismo gusto por la ciudad que tenía antes. 

Aunque yo no tenía problema en seguir ahí después de lo que ocurrió con mi madre, Roger pensó que sería un buen momento para tener un nuevo comienzo en dónde nadie nos conociera, y no nos miraran con lástima cada vez que caminabamos por las calles. 

Ese es el pequeño problema de vivir en una pequeña ciudad, todos conocen todo de ti y de tu familia. 

Claro que aunque no fuéramos una familia de las que resaltaban en Allentown después de tan grande noticia, todo el mundo sabía de la tragedia de los Henning. 

Roger decidió que lo mejor era empacar, comprar los boletos a un lugar deliberadamente elegido por mi progenitor y huir del desastre que había destruido nuestra familia. 

Por eso me encuentro aquí en este auto, apreciando las maravillas de Amsterdam, Países Bajos. Y no, no crean que estamos en una comedia romántica. Debo ser sincera que jamás pensé que alguna ciudad podría ser así de alucinante, verla es casi como ver una película de los 90's, es refrescante pensar que se pueden conservar estilos y seguir viéndose tan impresionantes. 

Mientras sigo admirando el paisaje siento como Roger me toca el hombro obligándome a voltear a verlo. Está sentado como siempre lo ha hecho desde que tengo memoria, su postura profesional y su ropa elegante en todo momento. Su cabello está perfectamente cortado y su barba alineada, era un hombre que se preocupaba por su apariencia lo que hacía que todo el mundo le tuviera un inconsciente respeto. 

Era el mejor hombre que había conocido, y a pesar de que siempre estuviera trabajando desde que era pequeña me ha amado como ninguno y no podría estar más agradecida. Pero desde que mamá murió se ha perdido a sí mismo, no deja de ir de allá para acá con la idea de seguir adelante. 

Te Encontré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora