La dejé sobre la mesa y empezamos a comer, ignorando las millones de preguntas de mi hermano, mientras mirábamos la televisión.

Y no hace falta decir que sí, al final, acabamos viendo lo que yo quería.

Después de unos minutos, los tres nos adelantamos a agarrar otro trozo de pizza a la vez y, cuando miramos la caja, vimos que quedaba un trozo de pizza en la caja. Nos miramos entre nosotros.

― ¡Que empiecen los septuagésimo cuartos juegos del hambre! ― grité, y empezó el duelo por el trozo de pizza.

El cual, finalmente, acabó en la piscina.

A estas alturas, aún sigo preguntándome cómo es posible que mi hermano se hubiera tropezado con una piedra mientras iba corriendo al jardín y la pizza hubiera salido volando en un intento fállido de Superman.

Y claro, como no podía ser de otra manera, se tiró él también intentando atraparla antes de que cayera al agua.

Pero, de todas formas, nos vengamos tirándole el helado a la basura, que quería decir que por su bien no lo volviera a hacer.

Nos sentamos en el sofá mientras mi hermano se duchaba y finalmente me digné a tener una conversación normal con él.

― ¿Por qué te caigo tan mal, Annie? ― preguntó mientras bloqueaba su móvil.

― Quizás porque eres molesto, egocéntrico, un intento de bad boy rompecorazones de película y un completo idiota. ― pude ver como frunció el ceño ante mis palabras. ― Eh, no te lo tomes personal. Simplemente, no soy una persona muy amigable, que digamos. ― dije, y alcé una ceja.

― Ni me había dado cuenta, qué va. ― reímos a la vez. ― El otro día prácticamente me echaste de tu casa.

― Si hay algo que tienes que saber, Parker, es que mis galletas son sagradas; no se tocan. ― dije, a la vez que me acercaba a él lentamente, y cogí el cuchillo de mantequilla que se encontraba sobre la mesa. ― O no quieras saber lo que te pasará.

Tragó saliva y mantuve mi postura unos segundos antes de echarme a reír.

― ¿De qué te ríes? ― se quejó, sonrojado. ― Oye, no es gracioso.

― Claro que lo es ¿has visto tu cara?, te has muerto de miedo ― insistí, sin parar de reírme.

― Por supuesto que no. ― negó. ― Pero ahora creo que gracias a ti le tengo más aprecio al chocolate. ― rió también. ― Y a mi vida.

Cuando se nos pasó la risa decidí ir a buscar algo para comer.

Sí, quizás coma demasiado, pero no es mi culpa que la comida esté tan buena.

Fui a la cocina, abrí la nevera y cogí dos trozos del pastel de chocolate que trajo mi padre ayer. Los puse en dos platos distintos y volví al salón.

― Que conste, ― dije mientras dejaba el plato de pastel de Chris en frente de él. ― que esto es para que no toques mis galletas.

― De acuerdo, no las tocaré ― rió. ― Y gracias.

***

Después de media hora Chris se fue ―por fin― y pude volver a subir a mi preciado cuarto.

Me duché rápidamente para después ponerme mi pijama azul cielo y mis zapatillas de conejos, salí del baño y me tumbé en mi cama. Encendí mi móvil y, al ver que tenía un mensaje de Luke, empecé a hablar con él.

Luke es mi mejor amigo desde que íbamos a preescolar, es un año mayor que yo. Siempre solíamos jugar juntos y a veces venía a mi casa, por lo que es posiblemente la única persona que lo sabe todo sobre mí.

Es y siempre ha sido como un hermano para mí, así que sé que, a estas alturas, está acostumbrado a mi mal carácter.

A Diana la conocí en séptimo grado, y nos hicimos amigas rápidamente. También se llevó bien con Luke, y en muy poco tiempo nos volvimos tres muy buenos amigos. Incluso aunque él suele ir con James y con Christian.

Luke es todo lo opuesto a mí: saca notas excelentes, es un chico arreglado y educado y se lleva bien con todo el mundo; el hecho de que conectemos tan bien es un misterio.

Después de un tiempo hablando, me dí cuenta de que ya eran las nueve, así que bloqueé el móvil y bajé las escaleras hacia la cocina, dispuesta a cenar.

Cuando terminé, volví a subir a mi cuarto y me puse a estudiar. Porque, claro, mis padres podían estar casi siempre fuera, pero como suspendiera este curso me podía preparar para morir.

Matemáticas, allá voy. "La raíz cuadrada es una cantidad que tomada como factor cierto número de veces da como producto una cantidad determinada..."

Espera, ¿en qué idioma estábamos hablando?

Después de unos minutos, me estiré y bostecé. Las raíces cuadradas me aburrían, así que fui al baño a cepillarme, me recogí el pelo y abrí mi libro por la página 47, de modo que cuando viniera mi madre pensaría que había estado estudiando bastante.

Me tumbé en mi cama y suspiré, a la vez que notaba como lentamente iba quedándome dormida.

No soy tu princesa.©Where stories live. Discover now