Viviendo dia a dia

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Despertó sola en mitad de la madrugada, la frialdad del suelo le calaba el cuerpo. Todo el cuerpo empezó a latir de dolor cuando se levantó, la sangre de la rotura de la nariz ya se había secado. Gimió al ponerse firme, las piernas temblaban y cayo de rodillas, se quejó, se sentó en el suelo para armarse de valor y poder así levantarse.

Tenía moretones en los brazos, le latían horriblemente, alzo la sudadera para ver los golpes de los costados y estos no eran mucho mejor que de los brazos. Se puso en pie y empezó a caminar a pasos lentos a cada paso que daba todos los golpes que del cuerpo había recibido latían. No iría a casa, su padre podría estar drogándose y follando con una puta mientras su madre estaba tirada en el suelo por los golpes. Con tantos golpes no podría huir de su padre, camino arrastrándose por la pared humedad y mohosas del callejón, su abrigo se manchaba más y unos huecos nuevos se creaban. Llego hasta un hueco, entro, era un almacén baldío, lleno de basura y ratas.

Con pasos débiles camino hasta la pared de enfrente, se dejó caer con cansancio y dolor, en el proceso aplasto unas ratas estas chillaron y corrieron. Aquí tendría que pasar la noche, no podría arriesgarse con su padre, la última vez que se quedó dormida en su cama después de la paliza que él le había dado, uno de los amigos de su padre había entrado y ella intentó quitárselo, pero estaba tan a dolorida que no puedo, esa noche fue violada.

Su vida era una mierda, quería morirse para no seguir sufriendo. Esperaba la llamada de la muerte con ansias. Cerró los ojos y dejo su mente en blanco bloqueando los recuerdos. Y se durmió.

Una luz lastimaba sus ojos, gimiendo de dolor al girarse para seguir durmiendo algo rasguñó su nariz y abrió los ojos para ver una rata mordiéndola, se levantó deprisa.

— Maldita rata –gruño.

Vio por las ventanas altas del almacén que era temprano se paró sacudiendo se la tierra. Salió del almacén. Minutos después en mitad de la calle su estómago empezó a protestar de hambre, se abrazó para aguantar el dolor. Tenía tres días sin comer.

Paso por unos escaparates llenos de pasteles y galletas, su estómago volvió a protestar.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, sus vellos se crisparon y miro a todos los lados, alguien la observaba, podía sentirlo, busco quien podía estar observándola, no vio a nadie. Siguió caminado, esa sensación de ser vigilada no desaprecia. Llego hasta su casa con mucho miedo, antes de entrar puso el oído en la puerta para poder escuchar si su padre seguía ahí pero no era así, dio un suspiro de alivio y entro. El olor a marihuana y cocaína perforo sus fosas nasales, un motón de botella de licores cubrían el suelo otra cosa que cubría el suelo eran varios sobres de condones y otras cosas que no sabría decir que eran.

Fue hasta la cocina donde su madre estaba haciendo el desayuno, se veía tan cansada y frágil. Noto que el cuerpo de su madre se tensaba cuando escucho sus pasos, volteó a verla asustada, unos segundos después se relajaba al ver que era ella.

— Desiree, ¿eres tú? –susurro su madre.

No dijo nada. No tenía ganas. Sólo camino hasta la vieja mesa dejándose caer en la silla. Su madre dejo un plato lleno de huevo y pan, agarro la cuchara para empezar a comer.

— Cariño, no tardes en desayunar tienes que ir a la escuela –dijo su madre mientras tomaba un sorbo de su taza de agua de café.

Asintió, seguido comiendo, la escuela era otra tortura de su vida. Termino de comer y llevé el plato al fregadero, los lave y corrió a su habitación, el cuerpo le protesto, no importaba.

Busco ropa, una blusa negra grande, unos jeans que en su tiempo fueron bueno pero ahora estaban desgastados y algo rotos, fue al baño, abrió la regadera está sacó el agua fría, no tenían para la calefacción. Salió temblando, todo el cuerpo le dolía, sólo quería estar acostada en la cama y dormir hasta tener nuevas fuerzas, aunque no iba a ser asi.

Su madre tenía el rostro marcado y le dedico una sonrisa triste, era hermosa pero los golpes marchitaban su belleza, Aurora y ella tenían el mismo color de cabello, rubio, nuestra piel era blanca, muy blanca, la diferencia eran los ojos, ella los tenía azules y su madre verde.

La dos escucharon la puerta abrirse la voz de su padre sonó, mi madre la miro con miedo y le dijo que se fuera por la ventana. Me fui a mi cuarto y salió por la ventana, cayo de bruces al suelo, pero se levantó, apostaba a que se hizo un nuevo cardenal a la colección que ya tenía desde ayer.

Corrí para llegar al infierno que era la escuela, su cuerpo protestaba, pero tenía que seguir corriendo para llegar a tiempo y no cruzarme con Lucien, el chico que la golpeaba. Odiaba mi vida, desearía que alguien se preocupase por ella y la protegiera del mundo, pero eso jamás pasaría a alguien como ella, una chica flacucha y simple.

1.-EL DEMONIO Y LA HUMANA. (Evil 1) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora