Me había duchado para ir a la escuela, y me había puesto ropa, por supuesto. Pero estaba demasiado cansado como para siquiera moverme un centímetro más, cuando me recosté de nuevo en mi cama y me dormí otra vez, sin estar completamente consciente de ello. No había dormido más de tres o cuatro horas, se supone que ya debería estar acostumbrado, pero creo que cada día se me hace un poco más difícil. Desperté cuando el sonido de la voz de Jay se escuchó en mi cuarto, abrí los ojos con pesadez, dubitativo sobre porqué ella siquiera se está preocupando de que yo estoy llegando tarde a la escuela, mi propia fuerza de voluntad era lo que me levantaba todos los días, si fuera por ella, no estaría yendo a clases desde que nació Jess. —Louis, alguien estaba preguntando por ti un tipo de mala muerte como todos esos que te follas. Pasó a la fuerza y está en el comedor, apúrate y sácalo de la casa. Los vecinos hablan.
Sabía que no tenía nada que ver con mi atraso. Después de eso no dije nada más que un gruñido, porque no tenía ganas de contestar y no me interesaba ponerme a pensar de quien se trataba, se fue inmediatamente al obtener lo que ella creía era una respuesta y yo vagamente abrí los ojos, pensando sobre lo que debía hacer en el día, la operación de Jess era a las ocho, podía estar con él desde la cinco, aún era temprano como para irme de casa hacia allá, quizá debía ir a clases. Los nervios juntos con el cansancio me tenían molido.
—Yo pensé que estarías enfermo o algo así. —aclamó una voz desde la puerta de mi habitación, haciéndome casi por obligación, mirar hacia allí inclinándome levemente. Era Harry, no es como si fuese una sorpresa de todos modos. Yo sabía que mi apariencia era espantosa, así que cubrí mi cara con mis manos evitando hacer contacto visual, estaba avergonzado de alguna forma.
— ¿Qué haces aquí?
Se encogió de hombros. — ¿No puedo venir a verte un poco antes de volver a clases?
—No, no es natural de ti hacer cosas como esa. —me senté en la cama apoyando una de mis manos en ella, mis pies no tocaban el suelo, Harry me vio divertido por eso, pero yo solo lo evitaba, intentando a duras penas esconder mi cara.
—Tú mamá es una perra insoportable— acotó y yo asentí para posteriormente agregar —Pensé que podríamos ir juntos a la escuela. —me envió una sonrisa torcida mientras se acercaba a mi lado, me había puesto una playera suelta, y unos shorts pequeños que solía usar cuando no estaba de humor para escoger mi ropa. Él lo noto, apreció gran parte de mi con su mirada penetrante, cuando estuvo lo suficientemente cerca pasó su dedo índice sobre la piel descubierta de mi hombro, donde la playera se dejaba caer hacia un lado. —O quizá quedarnos aquí, yo podría acariciarte hasta que el sueño venga y esas tontas ojeras desaparezcan para siempre.
—Hmm, si, quedémonos. Estoy cansado, mucho. Que se joda mi madre. —mis expresiones de confusión que anteriormente se encontraban puestas sobre mi rostro desparecieron mediante sus manos se fueron acercando hacia mí, aquellos toques suaves podían hacer que cualquiera cayera rendido, yo no era la excepción, o al menos, no en ese momento. Seguimos así un buen rato, hasta que él se recostó en mi cama y yo me puse a su lado, con nuestras piernas enlazadas, mi cara en el hueco de su cuello respirando lentamente. Era una escena calcada a la anterior en su casa, yo no dejaba de sentirme espantosamente feliz, casi hostigado de cariño.
—Te odio por hacerme esto.
— ¿Qué?
—Esto, mírame. Estando drogado te pienso, no estándolo lo hago de igual forma, he comenzado a necesitar que estés cerca. —frunce su ceño, yo hago un pequeño, casi diminuto puchero, mientras él lo mira de reojo. —Ni siquiera quiero solo follarte, solo mirarte me hace perder los sentidos.
Me rio un poco, soltando con ironía. — ¿Estas intentando decirme que estas jodido por una puta cualquiera?
—Oh, sí, exactamente esa es la mierda que quiero decir. —cierro los ojos con una pequeña sonrisa en los labios, no se distingue demasiado porque el sueño no deja de ser abrumador.
—También me gustas, Harry.
—Esto es patético.
Musito, de forma cansadora. —Somos patéticos.
—Tú más que yo, ¿No? Yo soy algo más misterioso. —el comentario se me hizo divertido.
—Más cliché, querrás decir.
—Pues este cliché te tiene loco. — río
No respondo durante un tiempo donde él, sin ningún temor, comienza a trazar líneas en una parte de mi cadera que se encuentra desnuda, hay un cosquilleo cuando toca, hay un cosquilleo cuando él hace cualquier cosa. Lamentaba que fuésemos solo esto, pequeños instantes, atrapados en un profundo sueño impregnado en mentiras desastrosas, éramos nuestros yo más sinceros juntos pero eso era un desastre de igual forma, así que cuando menos lo esperara, él iba a estar insultándome, llamándome apodos de mierda mientras yo finjo indiferencia, y mientras menos lo esperara, yo iba a estar detrás de un nuevo chico para poder conseguir amor con que llenar el gran hueco que este imbécil va a dejar. —Así es, Harry. Estoy loco por ti.
Él se tensa un poco al escucharme pero sigue con sus caricias, en algún momento yo quiero besarle así que me inclino levemente atrapar sus labios con los míos, se siente tan bien poder hacerlo, tiene un atisbo de un sabor extraño en la boca, parecía ácido, no tenía idea de que se trataba, pero quede encima de él durante el beso, así que mientras yo me fundía en su agarre a mis caderas, moviendo mis manos hasta su rostro para profundizarlo más, aquel sabor no me importaba. Ni siquiera me paré a pensarlo nuevamente luego de que el beso terminara, con un hilillo de saliva en mi mentón, más sus labios de un rojo intenso que me hacía querer besarlo nuevamente. —Amo esto, joder. —susurró en mi oído luego de que me mantuviera en la posición en la que estaba, sus manos toqueteaban cada parte de mis piernas y un poco más allá, haciéndome sentir inseguro.
—Mágicamente todos los nervios que tenía por la operación se han esfumado.
Besó mi nariz de esa forma tan cursi y ajena que incluso se sorprendía a él mismo. —Esa era la idea, bebé. ¿Todo está mejor ahora? ¿Crees que podrías dormir algo antes de ir al hospital?
Le dije que si de forma tímida, me cohibía de una forma espantosa la cercanía de nuestros cuerpos, tenerlo allí como si fuese mío y como si yo fuese suyo. Nos pertenecíamos de alguna forma, aún si yo quería negarlo, aún si él quería hacerlo también, las huellas de sus manos por mi cuerpo se encontraban marcadas por siempre como un tacto que sería imposible de reemplazar. Dejó pequeños chupones en la zona de mi clavícula, esparciéndolos por doquier mientras sus manos tocaban mi trasero por encima la tela. Él decía: —Mío, mío.
Lo decía cada vez que una marca se formaba y que mi cuerpo se estremecía al sentirlo, cuando me moví a su lado volviendo a la posición anterior, me quede dormido mientras sus dedos tocaban mi cabello. Antes de que fuera la hora de que mis ojos se abrieran, yo sentí como su cuerpo se despegó del mío e incluso me di cuenta de que estaba solo aun dormido. Algo me decía que cuando tuviese que enfrentarme a la escuela tendría que hacerlo sin quererlo también a esta acostumbrada indiferencia que me helaba, esa que había ocurrido ahora. Él se había ido y no sería la primera vez.
Esta era solo una, de todas las que seguirían.
