Capítulo 18.

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Narra Megan.


Noto como la luz del sol me da en toda la cara y me siento en la cama cabreada por no haber cerrado las cortinas anoche. Me desperezo un poco hasta que caigo en la cuenta de que hoy es el día, hoy es mi cumpleaños.


Me levanto rápidamente de la cama haciendo que me resbale y casi caiga de cabeza al suelo. Veo un papel que han pasado por debajo de la puerta y lo cojo.


Feliz cumpleaños hermanis. Sé que no quieres hablar conmigo y me duele en el alma todo esto porque no he podido felicitarte como lo hago cada año. Aún así espero que disfrutes de este día. Te quiero.


Echo de menos a mi hermano joder. Lo echo mucho de menos.


Salgo de mi habitación y voy al salón donde mi hermano está durmiendo en el sofá. Tampoco quiero despertarlo pero... necesito un abrazo, supongo.


- Dylan... -Lo llamo. -Despierta Dylan... -Lo muevo un poco y aprieta los ojos para después abrirlos levemente.

- ¿Megan?


Me abrazo a él y él pasa sus brazos a mi alrededor.


- Perdóname. -Digo en un susurro.

- No tengo nada que perdonarte. Tranquila. -Dice y me siento a su lado. Sonríe. -Felicidades hermanita, ¿qué se siente al cumplir los dieciocho?

- Nada. Pero me he despertado y me he dado cuenta de lo mucho que te echo de menos.

- ¿Solo eso?

- Bueno...

- Sé que quieres saberlo y prometí decírtelo así que... lo haré.

- ¿De verdad?

- Sí, pero no sé cómo estarás después de esto y no quiero que estés mal.

- Creo que podré vivir con ello.

- Está bien...


Dylan cierra los ojos fuertemente y mira al techo. Vuelve a mirarme y coge una de mis manos.


- A ver cómo puedo decirte esto, he estado preparándome mil veces para este momento, pero al parecer cuando llega la hora de la verdad te quedas en blanco. Bueno... supongo que todo lo que quieres saber va sobre el tema de nuestra familia, el por qué de nosotros dos viviendo solos... ¿no? -Asiento con la cabeza. -Cuando eras pequeña, es decir, antes de venirnos a vivir aquí... tenías dos años cuando pasó todo. Yo seis. -Asiento. -No entiendo cómo ni por qué, siempre tenía una hermanita pequeña con heridas y golpes por todo el cuerpo. Nuestros padres decían que como eras tan traviesa, siempre te caías o te chocabas con los muebles de casa, entonces lo dejaba pasar... -Hace una pausa, coge aire y continúa. -Hasta que un día te escuché llorando, me acerqué a la puerta de tu habitación y los vi pegándote. Sé que pensarás que bueno, es normal que en algún momento los padres peguen a sus hijos levemente cuando los regañan. Pero es que no eran golpes leves, no eran golpes provenientes de que tú hubieses hecho algo mal. Simplemente, te golpeaban. Quedé en una especie de estado de shock al ver eso y no te defendí, no pude hacerlo. Me encerré en mi habitación y empecé a pensar en todas las cosas que empezaron a tener sentido. Tus heridas, nuestros padres evitando que estuviese dentro de casa cuando ellos estaban enfadados... y caí en la cuenta de que eso no podía seguir siendo de ese modo, pero por desgracia, yo solo tenía seis años y aquello fue un golpe muy duro para asimilar. Cogí una maleta pequeña y la llené de algunas cosas tuyas y mías. Y por la noche, te cogí y te saqué de aquella casa. Estuvimos varios días dando vueltas sin sentido, no teníamos dinero, ni comida, nada... no pude preparar todo aquello, yo era demasiado pequeño y... y solo quería alejarte de ellos, alejarte de lo que te producía tanto daño. Por suerte siempre había alguna persona que al vernos en la calle nos ofrecían algo de comer e incluso una cama para dormir, pero solo eso, luego teníamos que volver a la calle, hasta que la encontramos a ella. A la dueña de esta casa. Ella se ofreció a ayudarnos, nos dejó quedarnos aquí y ella estuvo con nosotros los primeros meses. Me enseñó a cocinar varias cosas sencillas con las que no podría quemarme o cosas por el estilo y nos compraba ropa. Cuando ya pasó un tiempo, cuando yo ya había cumplido siete años, ella tuvo que dejarnos solos, pero aún así nos dejó esta casa. Al parecer ella no era de aquí pero solía pasar aquí las vacaciones. Estábamos lejos de casa y ella me dejó su número de teléfono por si había alguna emergencia, ella nos mandaba dinero cada mes y procuró que nadie supiera donde estábamos. Sé que es algo... abrumador quizá, tanta información así de golpe, pero tengo que terminar de contarte... Si la policía se enteraba de que dos niños tan pequeños vivían solos, nos hubiesen llevado de vuelta con nuestros padres y eso era algo que yo no podía permitir, no de nuevo. Sinceramente, no sé nada de ellos, no sé donde están, no sé nada... Solo una vez, cuando tenía quince y empecé a trabajar después del instituto. Trabajaba de camarero, ¿te acuerdas? Pues ellos al parecer estaban aquí de vacaciones y tuve que servirles su comida. No me reconocieron, habían pasado nueve años, era imposible que supiesen algo de nosotros. Y... nunca quise que supieras todo esto porque no fue fácil, tuvimos un pasado de mierda, pero, estoy feliz después de todo, porque tú estás bien, estás aquí conmigo y eso es lo que más me importa.


No sé en qué momento de la historia empecé a llorar. Siento un nudo en el pecho aunque también algo de alivio al conocer por fin mi pasado. Ahora entiendo por qué Dylan nunca quiso contarme nada, pero aún así, me alegro de saberlo por fin aunque me sienta como una completa mierda en este momento.


- ¿Estás bien? -Dice cautelosamente.

- Sí... yo... quiero verla. -Dylan palidece.

- ¿A quién?

- A la mujer que nos ayudó. -Dylan suspira aliviado.

- No la recuerdas, ¿verdad?

- No, es por eso que quiero verla.

- Está bien, puedo llamarla.

- ¿Ella sigue al tanto de nuestra situación?

- Sí, sigue pendiente de nosotros como el primer día, llama muchas veces, ¿sabes? -Suelta una leve risita y sonrío levemente. -Es una gran mujer.

- Estoy segura de ello.


De repente un silencio incómodo se instala entre nosotros. Joder, estos silencios nunca habían existido con mi hermano.


- Gracias. -Digo y él me mira confundido.

- ¿Por qué?

- Me sacaste de allí, a pesar de que tú eras feliz, evitaste que siguieran haciéndome daño, me has cuidado todo este tiempo y eso es algo que no sé cómo podré agradecerte nunca.

- Soy tu hermano, jamás dejaría que te pasase algo.

- Te quiero mucho Dylan.

- Y yo a ti hermanis.


Me río porque siempre me ha gustado esa palabra. Hermanis.


- ¿Y esa palabra de dónde viene? Hermanis...

- De pequeña me decías así y me hacía mucha gracia. -Me sonríe.

- Las cosas empiezan a tener un poco más de sentido ahora. -Me río.


Mi móvil suena y le hago una seña con el dedo para que espere un segundo.


- Felicidades Megan, sé que no quieres ni que te llame, ni que te hable, ni verme... vamos, que pasas de mi completamente, soy consciente de ello. -Suelta una leve risa. -Aún así quiero desearte un día estupendo que espero que lo disfrutes al máximo. Eres genial. ¡Nos vemos! -Cuelga y me quedo mirando el móvil con una sonrisa.

- ¿Quién era? -Pregunta mi hermano.

- Austin.

- Te gusta ese chico... -Sonrío tristemente.

- Pero la he cagado.

- Las cosas siempre tienen solución.

- Esperemos que para esto también la haya.


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El cumpleaños de Megan, la revelación de su pasado, la llamada de Austin... ¿pueden pasar más cosas en un mismo capítulo? Seguro que sí pero el capítulo acaba aquí jajajajaja.


¿Qué pensáis de su pasado? ¿Y de lo que hizo Dylan? ¿Os ha sorprendido la llamada de Austin?


¡Gracias por leer, votar y/o comentar!


Pd: No quiero lectores fantasma por favor, escribo porque me gusta pero lo hago más seguido para que no tengáis que esperar mucho por un nuevo capítulo, así que por favor, un voto, un comentario... no os cuesta nada:)



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