Capítulo 3.

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 - Oh vamos, ¿qué tiene de malo que quiera hacer una fiesta? -Preguntó con una sonrisa inocente.

- No pienso ir si haces una fiesta.

- ¡Tendrás que venir Megan! Por favor. -Mi mejor amiga ponía cara de cachorrito abandonado. Lo que ella parece no entender es que esas caras no funcionan conmigo y lo único que me produce, es risa.

- Iré, con una condición.

- ¿Cuál?

- Me dejarás los deberes de todo este mes.

- Hecho.

- Bien, ¿qué nos vamos a poner para la fiesta?



Las cosas entre Soph y yo funcionan así. Ella hace una fiesta a la que yo asisto poniendo condiciones, y ella elige nuestra ropa, nos maquilla y nos peina. ¡Ella se encarga de todo! ¿Por qué? Pues porque no me gustan las fiestas, son muy aburridas. En realidad no son aburridas, pero no me gusta estar con mucha gente, aunque creo que eso ya lo saben todos. ¡Lo digo a todas horas! Lo que pasa que aquí la gente tarda en pillar las cosas. Algún día entenderán que no quiero verles las caras asquerosas esas que tienen todos. No, en realidad algunos me caen bien. Y esto es, para que después digan que no soy bipolar.



- Tengo un vestido azul oscuro que te quedará perfecto. Unos zapatos del mismo color. Y bueno, el maquillaje y el peinado como encarte en ese momento. -Dijo pensando en voz alta.

- ¿Cuándo será la fiesta?

- El sábado.

- ¿¡El sábado!? ¡El sábado es mañana!

- ¿Qué tiene de malo? -Dijo sonriendo inocentemente. Otra vez.

- ¿Cómo piensas invitar a todo el mundo? -Sonrió de nuevo. -Oh no, no, no, no...

- Oh sí. Los invité hace un par de días, no te dije nada porque supe que estarías de acuerdo en cuanto me pusieses tus condiciones para venir a la fiesta y tal y cual.

- Y yo que pensaba que eras tonta.

- La tonta eres tú. Megan, ya en serio, tú no has sido siempre así, antes eras más alegre, pasabas más tiempo conmigo y con muchos amigos más que tenías e incluso pasábamos horas y horas hablando de chicos guapísimos. ¿Por qué las cosas ya no son así?

- Sigo pensando que Logan Lerman es un bombonazo.

- Todos lo seguimos pensando. -Dijo riéndose. -Pero en serio, si alguna vez necesitas hablar sobre algo, puedes contar conmigo.

- Lo sé Soph, lo sé. -Nos dimos un abrazo y vaya... hacía mucho que no nos dábamos uno mutuamente. A pesar de lo malhumorada que soy siempre, yo considero a Soph como una hermana para mi. Siempre ha estado aquí conmigo, y jamás me ha abandonado, eso es algo que le agradeceré siempre. - Por cierto, señorita que seguramente ya la habrá liado un poco mucho, ¿a quiénes has invitado?

- Bueno... -Dijo alargando la ''e'' y supe que después de eso no venía algo que yo quisiese escuchar. -He invitado a todos los de nuestro curso y algunos más que están repitiendo. Pero claro, todos estamos estudiando en el mismo año.

- ¿A todos, todos?

- Sí, a todos, todos.

- Soph, eso es mucha gente.

- Tampoco es tanta.

- Son treinta personas por clase.

- Y son sólo cuatro clases.

- ¡120 personas! Es demasiada gente Soph.

- A lo mejor no viene todo el mundo, además mi casa es grande.

- Claro, porque eres una millonetis, ya en serio, ¿por qué tanta gente?

- Para que cuando me de un coma etílico tenga a quien recurrir.

- ¿Tanto piensas beber?

- Por supuesto.

- Quiero que te controles.

- Me controlaré, no te preocupes, no pensaba beber igualmente. Era para ver tu reacción.

- No sería la primera vez que beberías.

- Ya, pero mañana justamente no beberé, o al menos, no más de dos vasos de lo que sea. Lo prometo.

- Vale, si tú lo dices, tendré que creerte.

- De ti no debo preocuparme, porque como nunca bebes.

- Ya ya... Bueno, ¿y tú que te pondrás?

- Supongo que esto... -Sacó un vestido rojo del armario y unos tacones del mismo color.

- ¿Con quién se supone que quieres ligar?

- ¿Qué?

- ¡Solo te vistes de rojo cuando quieres ligar con alguien! ¿Quién te gusta? ¡Me parece muy fuerte que no me hayas dicho nada!

- Te lo diré el domingo, porque mañana te quedarás aquí a dormir, ¿no?

- Supongo que sí, espero que valga la pena la espera.

- Vas a alucinar un poco bastante probablemente y quizá te vuelvas como una loca posesa que...

- Cállate. -La interrumpí. -Si no me lo vas a decir ahora, cállate.

- Vale, vale. -Se echó a reír y yo con ella.

- ¿Sabes algo mi queridísima amiga?

- Cuando me llamas así es por dos motivos... o tienes hambre, o me vas a insultar. Y como creo que estamos bien, supongo que tienes hambre.

- Mucha. Quiero chocolate. -Dije tocándome la barriga.

- ¡Ya lo sé! ¡Siempre vienes aquí y te comes todo el chocolate!

- ¡No es mi culpa que tengáis el chocolate más bueno de todo el mundo!

- Bueno, ahora te lo traigo, ¿algo más?

- Me dejé el móvil abajo, ¿me lo traes? -Puse cara de niña buena y mi amiga revoleó los ojos.

- Ahora te lo traigo. ¡No toques nada!

- ¡Vale, vale!



Soph salió de la habitación y yo me quedé quietecita en mi lugar esperando a mi más preciado tesoro; el chocolate. ¡Soy humana, yo también tengo debilidades! El chocolate es una de ellas, como ya se puede comprobar. ¿Y qué haré mañana en la fiesta? Habrá más de cien personas, pero mi amiga, ella dice que no pero yo sé que sí, se emborrachará y yo... ¿tendré que cuidar de ella? ¿Otra vez? Ay por favor... esperemos que la fiesta, sea mejor de lo que pienso que llegará a ser, porque sino... creo que lo voy a pasar muy mal. Pero muy muy mal.

Serás mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora