Para alguien como yo, soñar era un privilegio que no podía disfrutar, es un castigo por nuestros pecados, por los delitos que cometimos durante nuestra vida, soñar es un deseo que nunca poder realizar. Cada vez que cierro los ojos solo tengo pesadillas.

Todas las noches revivía la tragedia, veía como mi maestro se quedaba atrás para que nosotros escapáramos, revivía como nos rodeaban, como intentaban matar a esa bebe, recuerdo tomar a la pequeña niña mientras mi compañero ayudaba a la madre a caminar, caminaba con la bebe en brazos, escuchaba a la madre llorar por su esposo muerto, veía como la atravesaban con una espada, como escapábamos, recordaba esos hermosos ojos azules…esa niña…mi deber era protegerla, sabía que no sería fácil por…por mi condición…pero lo intentaría…la protegería con mi vida.

Cuando me condenaron sabía que el tiempo nunca volvería a correr a través de mí, pero desde esa noche…todo cambio. Mi cabello comenzó a crecer otra vez, un par de canas comenzaban a crecer, la barba de la que siempre me sentí orgulloso se hacía más tupida todos los días, recuerdo cuando podía pasar varios días sin dormir…y ahora…me canso fácilmente, en cierta forma es divertido, poder sentir otra vez las banalidades de la vida, comer, beber, incluso respirar, hacía varios siglos que deje de apreciar tantas cosas, pero…

¿Cómo un ser como yo puede merecer tantas maravillas si ha cometido tantos pecados?

Es gracioso y frustrante al mismo tiempo. Hablo como un viejo…de hecho tengo un poco más de cuatrocientos años…aunque aparento unos veintitrés años…no por mucho…desde esa noche, cuando el tiempo comenzó a correr otra vez por mis venas, supe que no tendría mucho tiempo…

Con los años regrese a los viejos hábitos, y recuperé la reputación que en algún momento me hizo ser alguien. Volví a sentir el respeto, la admiración y sobre todo, el miedo que infundía mi sola presencia.

Veintiún años pasaron para volver a ver esos hermosos ojos. Para ser sinceros, no era la primera vez que la veía, algunas veces iba a verlos, claro sin que ellos lo supieran, cuando cumplió 5 años la vi corriendo en un parque mientras mi compañero caminaba detrás de ella, a los 10 años la vi ayudando a levantarse a una niña rubia; cuando cumplió los 18 años volví a Portland, hacía mucho tiempo que había dejado de ser una niña, era alta, tez pálida, sus largo cabello rojo como el fuego, su sonrisa, era simplemente hermosa, recuerdo que se sentó a leer en el parque, de vez en cuando se reía sola, sus gestos eran graciosos, varios de los movimientos de sus manos me recordaban a mi maestro, su padre, a pesar de eso, era idéntica a su madre; la miré por varias horas hasta que mi compañero apareció, se abrazaron, ella lo consideraba un padre…se veían muy unidos.

Extrañaba esa sensación.

Había jurado cuidarla, protegerla y dar mi vida por ella, se lo había prometido a sus padres, se lo prometí a Ignis antes de que la capturaran, me lo prometí a mí mismo, y…en ese momento…

Había fallado.

Corría con  la chica en mis brazos, desmayada. Podía escuchar su corazón latiendo lentamente, su respiración se dificultaba, tenía que llevarla a un lugar seguro.

A lo lejos vi una iglesia, me apresure y entre, no había nadie, la recosté en una banca, estaba muy herida, saque un pañuelo y limpie su cara, tenía una línea recta cruzándole la mejilla derecha, levanté su blusa y vi la herida, era profunda y estaba negra, veneno, yo no podía curarla, necesitaba ayuda y la necesitaba urgentemente.

Una fuerte explosión destruyó la puerta de la iglesia, me levante. Mi peor pesadilla.

Una bestia, sus plumas doradas brillaban bajo la luz de la luna, su afilado pico se abría sin cesar, sus enormes garras quebraban el suelo, sus musculosas patas y su pelaje amarillo lo hacía mucho más temible, un grifo, hacía siglos que no veía uno, eran peligrosos, hace cuatro siglos uno estuvo a punto de matarme, pero los grifos no eran controlados, se guiaban por instinto, por su sed de sangre y carne fresca, entonces reaccione.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora