49.

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-¡No olvides lo que te pedí, Erin! -grita mi madre desde su habitación. Rodeo los ojos y emito un pequeño gemido de asentimiento. Abro la puerta de calle y salgo al exterior. El verano ya ha comenzado y siento cómo el sol lucha por meterse mas y mas dentro de mi piel, como si pudiese seguir entrando.

Mamá se ha dejado su cartera en la casa de una compañera de trabajo, la cual, por alguna razón, se ha negado a venir a dejársela. Me ha mandado a mi porque, bueno, estoy de vacaciones y cualquier excusa que signifique salir de mi habitación o no estar con Harry, es buena para ella.

Debo "desconectarme".

Subo al transporte público porque en este caso, mi eterna bici no funciona. Me llevo los auriculares a mis oídos y la música comienza a invadir mi yo interior. Siempre he pensado que hay música que está hecha para momentos exactos y no al azar. Por ejemplo: el otro día, estando con Harry, una canción suave, y una voz relajada como la de Andrew Belle, puede hacer que un momento tan simple como solo que él se acerque a mis labios y los roce como siempre suele hacerlo; se intensifique. También hay otros como para ir viajando y perder la mirada en el paisaje que te está esperando, como la canción que escucho ahora, una de Tori Kelly.

Harry suele decir que la música que escucho es una mierda, pero no me importa porque cuando está en mi cuerpo, me siento como nueva. Que él escuche lo que quiera, total, aun me soporta.

Antes de que pueda perder la estaciono en la que debo bajarme, reviso mi celular para no perderme. Hago que el chofer se detenga en la parada de una cuadra y bajo agradeciéndole por su grato trayecto. La dirección que me dio mi madre dice que la casa en la que debo detenerme, es la 345, una casa grande y blanca, según dice. Me detengo para distinguir bien el 345 y toco 2 veces en la gran puerta de caoba.  Giro sobre mis talones observando la gran edificación. Las ventanas son tan grandes que creo que son de mi porte si me paro frente a ellas. Un recuerdo llega a mi mente y veo a Harry besando mis labios a la luz de la luna que entra por una de las gran ventanas que estaban tras nosotros. Sonrío de inmediato. Harry se veía tan lindo esa noche y puedo jurar que las ventanas eran las mismas.

Pero si lo fueran éstas serían las ventanas de Jake.

La puerta se abre y mi peor pesadilla aparece frente a mi. "Cómo pude olvidarlo" pienso de inmediato. Está más flaco que de costumbre y lleva puesta una sudadera arremangada por sobre los codos.Escondo mi cara entre mi cabello y me revuelvo nerviosa en mi lugar. Se me queda mirando unos segundos y espero impaciente esa estúpida sonrisa que esboza cada vez que me ve.

Pero ésta no llega.

-Erin. -susurra sin poder creérselo. Se muerde el labio inferior nervioso y se afirma nuevamente en la puerta de entrada a su casa. -¿Qué haces aquí? Pasa -dice nervioso.

-Mi madre me ha enviado por algo q-que se le ha quedado ayer. -musito sin poder moverme. La actitud que mantiene ahora, me desconcierta tanto que hasta yo me he quedado paralizada. -No es necesario, si eres tan amable de traérmela, esperaré aquí.

Jake mira hacia sus espaldas y suspira fuertemente mientras mantiene los ojos en el suelo.

-Mi madre no está, salió a su trabajo hace unas horas, pero ya volverá. Si quieres, puedes esperarla dentro.

-Tengo que irme rápido, Jake. -lo callo rápidamente con lo primero que se me viene a la cabeza. No soportaría estar sola en el mismo lugar que está el chico que hizo tanto daño a Harry. Él asiente lentamente sin mirarme y se hace hacia atrás, cierra la puerta y por un minuto creo que va a deajrme ahí tirada. Es algo que Jake haría.

Pero entonces, ¿por qué se abre ahora?

-Por favor -dice echándose a un lado.

Frunzo el ceño mientras estiro un pie para poder seguir avanzando por el camino de cemento del pórtico. Jake se hace a un lado y me deja un espacio entre la puerta y él. Cuando estoy pasando, temo que me haga daño o que simplemente me esté equivocando al entrar en su casa.

Ahora creo que todo lo que vi antes, ahora ha cambiado. Las baldosas brillan en su blancura inmaculada y los jarrones que decoran todo el espacio me encandilan los ojos. Al fondo hay una puerta que está entre abierta y Jake va directo a ella. Me quedo plantada en la entrada sin saber qué hacer. El se da vuelta y enarca una ceja. Esta compostura que tiene me está volviendo loca.

-Y... -dice él levantándo un brazo y poniendolo en su esplda, como si estuviera rascando, pero yo sé que lo hace porque está incomodo, igual que yo. -¿Cómo era eso que se le perdió a tu madre?

-Un bolso de color negro, una simple cartera, Jake. -digo escondiendo la cabeza entre mi cabello. Sé que Jake me está mirando porque siento su fuerte mirada sobre la mía constantemente. Y de pronto, un gran suspiro.

-Toma asiento mientras voy a por el.

Camino hasta el gran sofá negro y me siento despacio en él como si estuviese hecho de insectos. Jake pasa a un lado mío rozando levemente el sofá con su cadera para luego perderse en la puerta del fondo. Frente a mi, está la chimenea y en su alféizar, se encuentran millones de fotografías en modo de decoración. No aguanto la curiosidad y me levanto de inmediato frente a los recuerdos pasados.

Una fotografía de un chico sonriente en skate junto a un hombre alto ayudándolo a no caer. Jake debiese de tener unos 5 años en esta foto pero de alguna manera, su rostro es igual. Podría reconocerlo aunque solo lo haya visto una vez en mi vida.

Ojalá.

En otra, están un matrimonio, supongo, el mismo hombre y una mujer rubia de ojos azules, y en el medio, Jake. Aquí ya han pasado algunos años, pero puedo notar claramente que su sonrisa no está. Ni el fotografía de la izquierda, ni en la de la derecha. Ni si quiera en la que está sobre mi rostro, que es la que se tomó este año en la fotografía familiar de la escuela.

-¿Qué estás haciendo? -murmura alguien a mi lado.

Volteo bruscamente hacia Jake, quién tiene una mirada seria ante mi. Sus labios están apretados en una línea recta y sus ojos brillan de rabia.

-Sólo mirada esto, lo siento. -contesto bajando la mirada. Veo cómo el cierra el puño de su mano izquierda y luego de unos segundos lo relaja.

-Toma. -me dice golpeándome el hombro lentamente. -Lo he encontrado sobre la cama de mi madre. -es el bolso de mi madre, sano y salvo.

Lo tomo entre mis manos con sumo cuidado y el lo suelto sin despegar la mirada de mis ojos. Siento que está furioso, y se le nota, pero no es EL Jake que conozco, o el que solía estar.

-¿Estás bien? -pregunto de la nada sin pensármelo dos veces. Jake frunce el ceño y baja los ojos para luego volver a elevarlos pero ahora con una sonrisa en su rostro.

-Perfectamente, ¿por qué no lo estaría? -pregunta.

-No eres el Jake que solías ser.

Su pecho sube y baja lentamente, como si cargase un camión gigante lleno de cemento. Su rostro se vuelve serio y mira hacia atrás de mi: hacia la puerta. Quiere que me vaya.

Retrocedo unos pasos para llegar a la puerta, pero me quedo plantada en el porche de su casa. Noto que el se ha quedado de pie en el marco de la puerta, mirando el piso.

-Creí que nunca te diría esto de aluna manera real y no irónica. -empiezo a decir mirándolo por sobre el hombro. -gracias.

Y entonces Jake hace algo de lo que nunca había estado presente de, o que quizás nunca creí que existiese. O que simplemente, nunca lo había hecho.

Sonríe, por mi.

Leave Me Speechless  (h.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora