Llegó hasta el imponente edificio blanco que significaba el Hospital General de Konohagakure. Entró en la recepción y de inmediato cayó en la cuenta de que no sabía hacia dónde dirigirse. Se acercó al mostrador, en donde una delgada mujer de cabellos azulados organizaba unos documentos torpemente, y carraspeó para hacerse notar.

-Dígame -la joven levantó la mirada y por un momento quedó cautivada con lo que sus ojos veían. Un hombre absolutamente bello se encontraba de pie frente a ella, se sintió intimidada con su presencia. Sasuke la miraba fijamente con sus penetrantes pozos negros que nunca decían nada -¿T-tiene usted alguna consulta el día de hoy o s-simplemente viene de visita? -balbuceó sin poder evitar un sonrojo.

-He venido a ver a Tsunade, debe estar esperando por mí -contestó el azabache con voz serena y cordial.

-¿S-su nombre? -interrogó la mujer, escandalizada por la forma en la que se había referido a la ninja médico, mientras rebuscaba algo entre las cosas sobre el escritorio.

-Uchiha, Sasuke -pronunció él pausadamente.

El rostro de aquella mujer se ensombreció al instante. No lograba formular una palabra. Se escuchó un portazo cerca de ahí, sobresaltandola hasta hacerle dar un respingo y giró el rostro violentamente hacia el lugar del estruendo.

-¡Uchiha! -rugió fuertemente una voz femenina. Tsunade se acercaba con una mirada amenazadora provocando que sus zapatos de tacón resonaran en toda la estancia -Vaya, te ves peor de lo que me informaron -lanzó una vez se hubo acercado lo suficiente, escrutándolo de pies a cabeza con el ceño fruncido, analizando el estado físico del joven hombre.

Sasuke giró el cuerpo hacia la rubia, devolviéndole la mirada desafiante.

-¡Sígueme! -indicó la sannin, dándole la espalda, y caminando lejos de él apresuradamente en dirección opuesta de donde había aparecido. Sasuke comenzó a seguirla tal como se le indicó. Torcieron a la izquierda, siguiendo un largo pasillo de paredes blancas que terminaba en unas escaleras. Subieron hasta la siguiente planta y una vez llegaron al rellano la mujer se detuvo súbitamente, colocando un brazo frente al Uchiha, obligándolo a detenerse -Has ocasionado demasiado daño -habló volteando el rostro hacia él.

Sasuke se sorprendió con la manera en que lo miraba. Podía ver claramente la preocupación en su expresión, y la obviedad del asunto indicaba que le preocupaba alguien. Por supuesto sabía quién era. Entendió perfectamente lo que ocurría, y se alivió de no haber recibido una advertencia similar de parte de Kakashi o Naruto. Pero Tsunade era diferente, ella era una mujer y podía entender perfectamente los sentimientos alojados en el corazón de su discípula durante años. Temía que pudiera romperse nuevamente, con esa fragilidad que le caracterizaba. Aún tenía presente la apuesta que hubieron hecho hacía ya casi un año atrás, en donde Sakura, llena de ilusión, le pedía que apostara en contra de su amor, y así, con su pésima suerte, perdiera y ella pudiera ser finalmente feliz.

-Ya he hablado con Sakura -respondió Sasuke con semblante serio, intentando transmitir algo de calma con sus palabras. -Me he disculpado con ella.

Tsunade cerró los ojos, bajando el brazo que impedía el paso del Uchiha, sin embargo él no se movió. Se mantuvo al margen, de pie, inmóvil, esperando una amenaza que no tardaría en llegar.

-Aún tengo autoridad como la quinta -indicó ella alzando el rostro, imponiéndose. Se negaba a ceder ante él de ninguna forma. -Kakashi puede ser un poco blando contigo, pero a ti y a mi no hay nada que nos una, no somos más que dos desconocidos, ¡yo no dudaré ni un minuto antes de mandarte tan lejos de aquí como resultes una amenaza! -terminó alzando la voz.

Sasuke solo asintió.

-Entiendo.

Tsunade reanudó la marcha, con su usual capa color verde ondeando suavemente tras ella. Subieron un piso más que abrió paso a otro largo pasillo de paredes blancas igual que el anterior. Avanzaron un poco hasta una de las puertas y entraron en una habitación igual de pulcra que todo el edificio. En él sólo había una camilla para revisión, varias repisas y armarios que almacenaban diferentes botellas y frascos, algunas herramientas, un estetoscopio, un baumanómetro, y algunas carpetas y papeles. No había una sola ventana. Sasuke respiró profundo, asqueandose en seguida por el molesto aroma a alcohol y antiséptico, le recordaba demasiado su época con Orochimaru. Caminó hasta el centro de la habitación, dejando en un lado la katana y el chaleco de protección que llevaba sobre su manga larga.

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