Siete.

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Konohagakure.

Siete.

El sol salió temprano en Konohagakure, recordando a cada uno de sus habitantes las responsabilidades con las que debía cumplir como cada día. Los más pequeños shinobis acudían como de costumbre a la academia ninja para continuar con su formación, dispuestos a servir a su aldea. Las mujeres de la casa salían a hacer sus compras matutinas, encontrándose con rostros familiares y amigables, charlando amenamente entre ellas en la zona comercial. Otras personas se encaminaban a cumplir sus labores en sus respectivos trabajos dentro de la aldea. Artesanos, maestros, médicos, cocineros, todos saludaban a un nuevo día con una sonrisa en el rostro. El buen humor podía respirarse en el aire aquel día, como una señal de buena suerte.

Sasuke abrió los ojos un poco antes de lo planeado. Se sentó en la orilla de la cama y estiró su cuerpo cuan largo era, disfrutando de los ligeros "crack" que hacía su columna. Su cabello estaba despeinado y se acomodaba en formas imposibles sobre su cabeza. Se levantó y caminó hasta el cuarto de baño arrastrando los pies. Soltó un pequeño gruñido de fastidio al ver su propio reflejo en el espejo. Un hombre terriblemente demacrado le devolvía la mirada de forma altanera y arrogante. Pasó una mano por su cabello, acomodándose en su habitual forma descuidada, y observó su torso desnudo, sus costillas sobresalían bajo su piel blanca y reseca, su abdomen no tenía nada especial, estaba plano, con los músculos ligeramente marcados por el ejercicio que hacía regularmente. Era la primera vez que veía su reflejo en meses y, si se lo preguntaran, se describiría a sí mismo como patético. Tenía que alimentarse mejor y ponerse a entrenar lo más pronto posible. Miró su rostro, con las mejillas ligeramente hundidas y ojeras bajo los ojos, arqueó una ceja antes de dejar escapar un suspiro de resignación. Terminó de desnudarse sin mucha dificultad y entró a la ducha. En cuanto el agua fría hizo contacto con su piel sintió cada poro erizarse y un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza. De pronto una imagen apareció en su mente. Sakura. Los recuerdos de su conversación la noche anterior comenzaron a tomar forma en su memoria. Todo había salido bien, se sentía diferente, más calmado y dispuesto, y eso le parecía bueno. Se sentía excelente.

Para cuando salió a la calle, ésta ya se encontraba abarrotada de gente. Enseguida sintió como unos cuantos pares de ojos se posaban en él con expresión curiosa. Otros más lo saludaban con una tímida sonrisa, seguido por una leve inclinación de cabeza de manera respetuosa. Asintió algunas veces, y bufó como saludo en otras.

Incluso se atrevió a esbozar una sonrisa casi imperceptible a una mujer bastante familiar que caminaba hacia él mirando el suelo.

-Buen día, Hinata -saludó cordialmente a la ahora esposa de su mejor amigo.

Habían coincidido un par de calles antes de llegar al hospital y ella llevaba una pequeña bolsa de compras en la mano. La mujer levantó el rostro y lo miró con sus ojos perlas, sorprendiendose un instante. No esperaba encontrarlo tan pronto, ni mucho menos a solas, sin embargo continuó andando hasta llegar a él. Sasuke también se detuvo un momento.

-Oh, buen día, Sasuke-kun -contestó esbozando sonrisa amable -Me da gusto verte de nuevo por aquí. Naruto me ha contado que te estarás quedando en su antiguo departamento, puedes pasar a visitarnos cuando gustes.

Sasuke asintió a su propuesta, pero había decidido que no quería causarles ninguna molestia por lo pronto. Dio un paso hacia adelante, indicando que continuaría su camino y dando por terminada la conversación. La Hyuga imitó el gesto e inclinó ligeramente la cabeza a modo de despedida.

-Hasta luego, Sasuke-kun -Hinata le sonrió una vez más y posteriormente comenzó a caminar en dirección opuesta, alejándose sin prisa.

Se sintió satisfecho y honroso. Normalmente no era de los que andaban por la vida saludando a las demás personas, pero tratándose de Hinata sintió que debía hacer una excepción, por el respeto y el cariño que le tenía a su amigo. Y había resultado bien, los modales Uchiha relucían por sobre todo. Al fin de cuentas fue criado y educado en uno de los clanes más formales y respetados de la aldea... en su tiempo. Se afligió al pensar en aquello, en su familia, pero no quedaba más que levantar en alto su apellido y demostrar que merecía el respeto de los demás.

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