Las Hermanas y el Cuervo

674 16 9
                                    

Nuestro trío asesino de hoy está formado por dos hermanas y su cuervo. Las Hermanas son dos hijas de un ente desconocido que llevan el pelo oscuro, lacio y de media melena (según fuentes de confianza me han informado), y un camisón blanco que llega por debajo de las rodillas. El Cuervo es un cuevo negro, parecido al que usa de disfraz Yamyam Quş, pero no deben confundirse.

Las Hermanas son solo un aviso de que vas a morir; el asesino es el Cuervo. Viene por la noche, siguiendo a las Hermanas y te hace una incisión en el dedo índice. La siguiente noche vuelve, te clava una especie de pajita o tubo en la incisión y te sorbe la vida. Lo máximo que puedes esquivar al Cuervo después de que te haya hecho la incisión son seis días. Nada más. Aunque le mates, vendrá otro, y aunque mates al otro, siempre quedarán más.

Según las últimas noticias, viven en una montaña del Pirineo aragonés, aunque no puedo afirmar con seguridad que estén incapacitados para viajar a otros sitios.

La historia que voy a transcribir a continuación, me la contó un conocido indirectamente relacionado con los hechos. Vio al Cuervo de lejos:

"Verás, Gataca. Yo no estuve presente en toda la historia, pero después de ver a lo lejos al Cuervo y oir su horrible graznido, decidí informarme, y conseguí información de sus últimas víctimas antes de que murieran:

No acerté a preguntarles los nombres, pero una era morena, muy simpática y vivaracha, y la otra era rubia, muy apagada y seca. Sus ojos azules siempre estaban impregnados de lágrimas contenidas.

Todo empezó cuando llegué (siguiendo una ruta de montaña) al pueblo en cuestión. Se escuchaban unas historias muy extrañas de un hombre y su hijo, que hacía cincuenta años habían sido asesinado por un ente maligno llamado el Cuervo. Al parecer, se metió en su vieja habitación y les hizó una incisión en el dedo. El hijo sabía que iba a morir, y permaneció taciturno y callado cuando la gente del pueblo le preguntaba algo, pero el padre estaba convencido de que si reunía a la gente suficiente para matar al cuervo, conseguiría liberarse a él y a su chico de la maldición. Casi todo el mundo le consideró loco, pero unos cuantos sí le hicieron caso y se presentaron aquella noche en su casa. Efectivamente, aparecieron primero las Hermanas y luego, cuando éstas desaparecieron sin que nadie las viera irse, llegó el Cuervo. Con ayuda de palas y hachas consiguieron matarlo. El padre estaba muy contento y abrazaba a su hijo mientras lloraba de alegría. Éste, en cambio, permanecía extrañamente callado, como si no estuviera convencido de haberse salvado aún.

Al cabo de dos días, los encontraron muertos a ambos, en sus camas, con unos agujeros extraños en el dedo índice y una mueca atemorizada congelada en el rostro.

A la noche siguiente, como no tenía sueño, decidí ir a darme una vuelta por las calles. Llegué cerca de la estación de tren, que estaba completamente al aire libre y por lo único que la reconocí fue por las vías y los túneles (que apenas se veían, ya que se confundían con la oscuridad). Había bastantes grupos de chavales jóvenes con linternas (algunos con botellas de licor sospechosamente vacías) y, al otro lado de la vía donde yo estaba, se encontraban la chica rubia y la morena hablando con otras personas. Me quedé ahí, escuchando las voces apagadas de los chicos y el canto de los grillos y, de esta manera, me dormí. Cuando me desperté, solo quedaban, en el andén de delante, la chica rubia y la chica morena. Parecían tener la vista clavada en algo que había en el túnel, e iba a decirles que era tarde para estar fuera de casa, cuando vi a dos niñas muy parecidas, de unos once años, que llebavan unos camisones blancos que casi refulgían, y que se dirigían a las otras chicas. Me quedé imóbil en la oscuridad de mi andén y di gracias de que no se me viera cuando vi salir un cuervo muy grande que graznía con un sonido terrorífico y que picada a las asustadas chicas en los dedos. Parecían paralizadas por el terror. Solo cuando el animal se hubo ido, recuperé el dominio de mí mismo y hablé con la chica rubia. Me explicó que era el Cuervo quien había causado tal conmoción en mi. La morena no era del pueblo, había ido allí a pasar las vacaciones, y por eso me dio mucha lástima que le hubiese tocado a ella recibir el paquete... Pero así había sido, y les quedaban como máximo seis días de vida. Por ello, me pidieron por favor que no les mencionase nada ni a ellas, ni a la gente del pueblo, porque querían pasar el poco tiempo que les quedara en paz. 

Casi sin que ninguno nos diésemos cuenta, pasaron seis días, y las dos amigas vinieron a decirme que, ya que habían sobrevivido al horror, no les pasaba nada por probar una manera de matar al Cuervo que nadie había probado nunca. Querían asegurarse de evitar que hiciese daño a nadie más, ya que dudaban que la otra gente tuviera más suerte que ellas. Cuando les pregunté qué era lo que se proponían, me respondieron que pensaban ir a matar al Cuervo y a las Hermanas en su propia morada. Dijeron que aquella noche habían soñado ambas que los tres monstruos vivían en una cabaña abandonada que estaba frente a un caminito muy alegre que salía de la plaza del pueblo; no logré evitar que corrieran el riesgo.

A la mañana siguiente no volvieron, ni a la otra, ni a la otra... De manera que, Gataca, te recomendaría que cambiases el artículo y pusieras que, en vez de tener seis días máximos de vida, se puede aspirar a siete."

MonstruarioNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ