~Capitulo 7~

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-Lo que pasa es que... encontré una foto...- me dijo muy preocupado. Mientras pasaban los segundos iba empalideciendo. Posé mi mano en su nuca. Por lo que cerró los ojos y sonrió. Segundos después volvió a tomar su color natural. –encontré una foto... una que me perturbó y me perturbará toda mi maldita vida...- puso ambas manos en su rostro. Lo abracé por impulso.

-tranquilo, idiota- sentía su respiración en mi cuello. Comenzó a acariciarme el pelo, cosa que odiaba. Pero estaba aguantándome, necesitaba aquella información.

-gracias... creo- dijo divertido. Apoyé mi mentón en su hombro. Sabía que no me soltaría, asi que me puse cómoda. –luego de encontrar esa foto la luz se fue. Y luego...- iba a continuar pero lo interrumpí.

-comenzó una voz a gritarte...- susurré para mí misma. Ruben se separó de mí sosteniendo mis hombros y mirándome fijamente a los ojos.

-¿Cómo... cómo lo sabes?- preguntó sorprendido. Me encogí de hombros.

-me pasa muchas veces...- no hice ninguna expresión. Él me miraba sorprendido, asustado y preocupado a la vez. –Es... algo normal en mi vida- lo miré y le sonreí. Fue la sonrisa más falsa del mundo. Y lo notó, por lo que me abrazó.

-¿Quién eres...?- me preguntó sonriente. Yo solo hice una mueca. Me encogí de hombros y me paré de mi lugar. Ruben me miró confundido. Yo le di la espalda.

-yo... yo soy Jane. La psicópata a la que nadie quiere. A la que todos abandonan. La maldita sin corazón, sin sentimientos. La... asesina serial... endemoniada... el mal en persona...- me di vuelta y noté cómo Ruben me miraba sorprendido. Luego de unos segundos me sonrió. Levanté una ceja por aquello. ¿Por qué no se asustó? Casualmente todos corren. Pero él no lo hizo... es... diferente. Luego de aquello, se levantó del sofá y se dirigió a mí para abrazarme fuerte. Me sorprendí mucho al respecto. Luego me miró y yo a él. Comenzó a acercarse lentamente a mí. ¿Qué hace? Agaché la mirada. –Debo irme... gracias por la comida.- asintió levemente soltándome.

-oye...- lo miré antes de salir por la puerta. –que te quede claro que yo no te odio. Es más... te quiero- fruncí el ceño y sentí que algo dentro de mí se prendió. Toqué mi pecho y sentí cómo latía fuertemente. Lo miré una vez más y salí sin decir ni una sola palabra. Entré a mi departamento. Era de día y, aun así, parecía de noche. Me acosté donde pude y me quedé pensando. ¿Qué había sido eso? ¿Me quiere? ¿Eso qué significa? No importa. Lo que importa es lo que pasó. Será que... no... ¿O sí? Esto me está volviendo loca. Aunque ya estoy completamente loca.

Salí del hotel y me dirigí a un parque. Todo era gris. La mitad estaban muertos. Buscando su lugar en la muerte. Eran almas desorientadas. Todas pidiendo ayuda con su caminar. Mientras que los vivos disfrutaban del día soleado. Ninguno se percataba de la existencia de los muertos, solo yo. Caminé hacia el centro del lugar. Allí se encontraba una niña. Su rostro era blanco y sus labios morados. No tenía ojos, en lugar de eso, tenía un gran vacío en su lugar. Me paré en frente de ella y la miré. Esta se dio cuenta de mi presencia, y también se quedó mirándome. Sonrió levemente y comenzó a acercarse a mi rostro. Tomó mi cara con su fría mano, y con la otra metió su mano a mi ojo. Grité del dolor. Traté de sacarla, pero era imposible. Sentí cómo la sangre corría por mi rostro. Nadie se percataba de mi existencia en ese momento. Trataba de quitarme mis ojos. Pero lo único que lograba era dolor y daño. Saqué una cadena de mi bolsillo y, como pude, la enrollé alrededor de su cuello. Con fuerza tiré de ambos extremos, haciendo que me soltara. Tiré con toda la fuerza que tenía en ese momento. La niña cayó al suelo y comenzó a sangrar. Sus gritos eran del horror de un demonio. No era el grito normal de una niña. Era el grito del diablo derrotado. Pisé un extremo de la cadena con fuerza y, con ambas manos, tiré del otro extremo de esta. Luego de unos segundos, su cabeza calló hacia otro rincón de su cuerpo. Luego de eso, el tiempo se detuvo, y el sol se tornó oscuro. Miré a mí alrededor y noté cómo los muertos se acercaban con odio hacia mí. No tenía opción. Salí corriendo lo más rápido posible. Pero alguna fuerza maligna me pesaba el paso. No podía correr. Traté con todas mis fuerzas. Comencé a gritar. Gritaba con desesperación. Pude salir de aquella fuerza. Por lo que salí corriendo lo más rápido posible que pude. Llegué a mi departamento. Pero, extrañamente, estaba cerrado y una extraña niebla negra salía por sus costados. Sabía lo que me esperaba si entraba en esta. Me acerqué al departamento de Ruben, y comencé a tocar con desesperación. Miré hacia atrás y había un niño cabizbajo, con una presencia maligna. Toqué más fuerte la puerta. Miré de nuevo al niño, por lo cual este me señaló y comenzó a caminar lentamente a mí. Empecé a gritar con desesperación y miedo. El niño se acercó a mí. No pude más, y rompí en llanto. No podía con tanto. Sentí cómo alguien me agarraba de mi brazo, por lo que grité mucho más alto. Este me tapó la boca y me metió al departamento. Era Ruben, quien se encontraba horrorizado. Me abrazó con todas sus fuerzas y yo a él. Cerró con llave y me alzó para llevarme a su habitación, también cerrándola.

-acuéstate- me ordenó. Lo miré asustada. –tranquila. No haré nada. Solo debes dormir. Yo me haré cargo de esto.

-pero...- no pude terminar y me interrumpió.

-Jane... no dejaré que te pase nada malo- fruncí el ceño y comencé a llorar.

-he pasado por cosas peores. No trates de ayudar. Debiste haber dejado que me matara.- me miró sorprendido y se acercó a mí.

-tu ojo...- buscó un pañuelo y limpió la sangre. –qué raro... no tienes ningún daño- dijo sorprendido mirándome a los ojos. Suspiré.

-los muertos no pueden hacerle daño a los vivos... lo malo es que yo no estoy del todo viva y puedo sentir el dolor...- miré hacia abajo limpiando mis lágrimas. Ruben me abrazó preocupado.

-sé que no debo preguntar esto pero... ¿Por qué pasa todo esto? ¿Cómo empezó? –me miró a los ojos y yo a los de él. Agaché mi mirada.

-si te dijera ya no me verías como una amiga, sino como una amenaza.- él se alejó de mí. Me sonrió. Es muy extraño. Si hubiese sido otra persona, habría abandonado su vida hace tiempo. Pero Ruben es diferente. Es lo que me gusta de él.

-¿Así que me consideras un amigo?- me sonrió. Yo fruncí el ceño y lo empujé hacia atrás. Este comenzó a reír. Pues... sí, lo considero un amigo. Lo admito. –basta. Jamás te consideraría una amenaza. Y tengo mis razones...- sonrió. Suspiré. No tengo nada que perder.

-pues... empezaré por mi infancia...

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~Azul~

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⏰ Laatst bijgewerkt: Aug 13, 2015 ⏰

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