Se quedaron unidos mientras recuperaban la respiración. Samuel no podía creer como le afectaba aquella mujer. Había venido a advertirla y en su contra había acabado haciéndole el amor. Sus hombres podían estar arriesgando sus vidas en ese momento y él allí, dejándolos solos. Se sentía un mal capitán, ningún hombre que se precie dejaría su tripulación en la estacada por unas faldas. Esa mujer le quitaba la capacidad de pensar. Se levantó enfadado consigo mismo y se vistió apresuradamente. Su mirada se había convertido en la de un auténtico pirata con sed de sangre. Nadie iba a hundir ese barco.

- No salgas de aquí, estarás a salvo - le dijo de forma amenazadora mientras salía del camarote.

En la cubierta nadie se había percatado de su ausencia, la tripulación seguía cumpliendo sus funciones y eso le hizo sentirse peor. Robert fue el único que sabía que le rondaba por la cabeza al capitán, podía analizarlo con solo una mirada. Él no se daba cuenta pero era muy transparente, estaba avergonzado consigo mismo.

- Capitán Every - le llamó - nadie se ha dado cuenta de donde has estado - Robert le palmeó la espalda - si tuviéramos la oportunidad, todos hubiéramos hecho lo mismo. Te perdonamos. - Samuel no pudo evitar reírse. Ese hombre siempre sabía que decir para animarlo.

- Gracias, Robert - quiso abrazarse, no obstante se contuvo.

- No me des las gracias solo sácanos de esta - le dijo mientras le entregaba su sombrero de tres puntas.

Samuel se lo puso y dirigió una mirada a sus hombres que esperaban nuevas órdenes. Por ellos, por Christine y por él mismo iba a luchar hasta la muerte.

- Démosle lo que vienen a buscar, una batalla en toda regla.

***

Christine también estaba enfadada consigo misma, no podía creer lo débil que era cuando estaba cerca de él, perdía la cordura y podía hacer con ella lo que quisiera. Era un hecho, pero le costaba aceptarlo, ella nunca había sido una mujer dependiente, le gustaba ser libre, no rendir cuentas a nadie, ni a su padre que le había dado más de un tirón de orejas por ello, y ahora, se sentía dependiente de él y lo peor es que le gustaba.

Los ruidos en cubierta eran cada vez más fuertes, gritos, órdenes, baúles rodando por la madera del suelo, cañones siendo arrastrados, algo se estaba preparando. Christine se asomó por el pequeño ojo de buey que había en el camarote del capitán. Una flota se acercaba hacia ellos. Eran barcos que le resultaban familiares, los había visto muchas veces en el puerto. Eran galeones enormes, había sentido curiosidad por ellos desde muy pequeña, las velas parecían que tocaban el cielo reclamando al viento que fuera benevolente en el viaje y permitiera a los tripulantes volver a casa sanos y salvos, la madera a su vez parecía que abrazara el mar, perdiéndose en él, en una relación de amantes que no pueden separar los brazos del otro, pero lo que más le llamaba la atención eran los hombres que subían a los mástiles, preparándose para marchar. Desde abajo se veían como gigantes que luchaban contra la naturaleza, volando con las cuerdas entre los mástiles. Christine quería volar con ellos, sentir el aire en su cara y ver la grandiosidad de Londres desde las alturas. No hacía falta que viera la bandera blanca con la cruz de San Jorge roja que ondeaba en lo alto para saber que eran ingleses. Debería sentirse aliviada, venían a por ella, a rescatarla, podría volver a ver a su padre y a Anna, pero sentía una fuerte opresión en el pecho y es que la idea de separarse de Samuel le dolía y más le atemorizaba que pudieran matarlo.

- ¡No! - gritó en voz alta.

Ese pensamiento era espeluznante, se llevó las manos a la cabeza intentando reprimir las horribles imágenes que pasaban por ella. La pena por piratería era la horca. Christine llevó sus manos a su cuello esta vez. No, no, no, no, no... se repetía mentalmente, ver una soga en el cuello de Samuel y como el aire se escapaba de sus pulmones hasta que se cerraran aquellos ojos azules color mar provocó un quemazón en sus ojos. Las lágrimas se derramaron por su cara sin poder remediarlo dejando en la madera una sutil marca.

Un mar revuelto (En Corrección)Where stories live. Discover now