Capitulo 11

13.6K 1.1K 20
                                    

Erick comenzó esa semana a venir algunas noches, por lo menos dos veces por semana Marcia se quedaba a dormir en mi casa, él también lo hacía, las demás veces solo se quedaba un par de horas y luego se iba a la suya.

Durante las visitas de la niña me hice su amiga, ya la adoraba, su suave voz y la forma de ser. Contacte un abogado recomendado por mi editor y le explique mi caso, por consejo de él y Erick hice la denuncia en contra de Fernando y hable con mi hijo sobre él. No le importo que ya no pudiera verlo, incluso dijo estar de acuerdo porque no le daba confianza.

Luego de eso Feña y Marcia escucharon, como yo, una conversación sobre seguridad de Erick, sobre que teníamos que hacer si veían a Fernando y que debía hacer yo si regresaba.

Semanas después de eso, una noche  Erick me sorprendió invitándome a salir a comer fuera, incluso su madre, una señora con voz alegre y más bajita que yo, cuidaría a los niños.

—Bien, ¿qué quieres comer?—me pregunto luego de instalarnos, sonreí.

—Porque no me sorprendes.

—Aun no te sorprendo—pregunto más cerca de mí.

—Bien, porque no me sorprendes aún más.

—Está bien—dijo luego de un rato y me reí al descubrir que estábamos en un restaurant de comida italiana.

Luego de servirnos disfrute de unos espagueti con nombre extraño pero muy buenos, él me hablo sobre su madre, que vivía a 30 minutos de su casa, le pregunte sobre su mujer y aunque dudo me contó sobre ella y como la había conocido.

Se habían conocido en la escuela de policías, ambos lo habían sido y luego de salir se habían casado, ella había muerto una noche mientras patrullaba, un chico le había disparado incluso antes de que ella se bajara del auto.

Luego del postre caminamos, él me guio por un parque que estaba cerca, donde se podían oler las diferentes flores. Disfrutamos de una agradable charla, de solo estar el uno junto al otro.

Sonreí en su auto de camino a casa. Que diferente eran las cosas, pensé, lo que recordaba de mi relación con el padre de Feña era algo tormentoso, platónico, casi obsesivo. Con Erick era algo más grande, maduro, tranquilizador, algo que no solo afectaba a mi cuerpo sino mi alma.

Detuvo el auto y bajó para abrirme la puerta, le sonreí.

Caminamos hacia la casa tomados de la mano, al detenernos delante de la puerta, me hizo parar.

—Debo decir que no estamos en tu casa.

—Mm—dije— ¿dónde estamos?

—A dos casas más allá, hacia la derecha—voltee mis ojos al saber dónde estábamos.

—Es tu casa—dije.

—Sí, le dije a mi madre que regresaríamos tarde, a eso de la una de la madrugada—arrugue mi frente—son…exactamente las 9 y media.

—Ya veo, que vamos hacer durante estas horas—sonreí.

—Tenía varias ideas, mejor entremos y te las muestro.

El me guio hasta su sala y me beso.

—Tengo cierta fantasía contigo y mi sofá—comenzó a desnudarme y lo imite, cuando sentí su piel contra la mía suspire.

Él se sentó y yo sobre él, a horcajadas, solo se detuvo para ponerse un condón. Nos besamos largo rato, como lo hacíamos cuando él podía quedarse en mi casa toda la noche. Sus manos tomaron mis pechos para acariciar las puntas necesitadas.

Aun dentro de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora