- Lo tienes muy preocupado, sabes? - dijo Danico mientras caminaba a mi lado.

- Lo sé, pero estoy bien. Y, para ser honesta... empieza a saturarme un poco - suspiré, sin detener el paso.

Junto con Danico y David nos dirigimos directamente a la plaza, mientras los chicos se iban al hotel a maquillarse y prepararse para el show.

Unas horas después, el evento ya había terminado. La energía aún flotaba en el aire, y aunque el público comenzaba a dispersarse, muchos se quedaban esperando una foto, un autógrafo, una sonrisa más. Yo me mantenía en los márgenes, capturando los últimos momentos con mi cámara mientras ellos compartían con la gente, con esa calidez que tanto los caracterizaba.

Vi a Jaivo rodeado de un grupo de fans, sonriendo, firmando carteles, tomando selfies. Por momentos nuestras miradas se cruzaban entre el ruido y las luces. No hablábamos, pero sabíamos que el otro estaba ahí.

Cuando nos dieron la señal de retirada, todos comenzamos a movernos con rapidez y discreción hacia la camioneta que nos llevaría al hotel, que por suerte estaba justo al lado. El equipo de seguridad abrió paso mientras los chicos, aún sudados y cargando parte de su vestuario, caminaban entre carcajadas y cansancio.

Yo me subí primero, ubicándome en uno de los asientos del fondo. Jaivo tardó unos segundos más en subir. Cuando lo hizo, no dijo nada, solo se sentó a mi lado, me pasó su chamarra sin mirarme y entrelazó su mano con la mía.

- Todo bien? - murmuró, con voz baja.

Asentí, recargando mi cabeza en su hombro.

- Sí... todo bien ahora -

El motor arrancó, las luces de la plaza se iban apagando detrás de nosotros, y por primera vez en todo el día, sentí que el silencio no me pesaba. Al contrario... me abrazaba

Al llegar al hotel, todo se sentía más silencioso de lo habitual. Tal vez era el contraste con la euforia de la plaza, o el cansancio que ya pesaba en cada uno de nosotros.

El elevador subió lento, como si también estuviera agotado. Nadie dijo mucho durante el trayecto, solo algún comentario suelto sobre el público, alguna risa apagada, y las miradas que cruzábamos en el reflejo de las puertas metálicas.

Cuando llegamos a la habitación, Jaivo abrió la puerta con su llave y me dejó entrar primero. Cerró con cuidado detrás de nosotros, sin hacer ruido, como si respetara el espacio sagrado que se formaba entre esas cuatro paredes cada vez que estábamos solos.

Me quité los zapatos apenas crucé la puerta, soltando un suspiro que sentí desde el pecho. La cámara colgaba de mi cuello y, sin pensarlo mucho, la dejé con cuidado sobre la mesita de noche, junto a las flores que me había dado horas antes. Algunas ya se veían un poco vencidas por el calor del día, pero seguían siendo hermosas.

Jaivo se quitó la chaqueta, la dobló con cuidado y la puso sobre la silla del rincón. Lo observé moverse por la habitación con esa familiaridad suya, como si estuviera organizando no solo el espacio, sino también el aire entre nosotros.

- Quieres que te prepare algo de comer? - preguntó desde la mini cocina, sin mirarme directamente, como tanteando el terreno con la voz.

- No, gracias... - respondí en voz baja - Solo quiero estar aquí un ratito -

Me dejé caer sobre la cama, boca arriba, cerrando los ojos. El colchón se sentía como una nube después de todo lo que habíamos vivido en el día. Escuché el sonido del grifo, el cierre de la mochila, el crujido de una bolsa... movimientos rutinarios, pero que me hacían sentir acompañada.

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⏰ Last updated: Jul 17 ⏰

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