Un papá para YeonJun [kooktae]

doce

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Como cada noche después de una salida larga y llena de juegos, Yeonjun volvió dormido al departamento. Y como también ya era costumbre, fue Jungkook quien lo cargó en brazos. Aunque el niño estaba creciendo rápido y pesaba cada vez más, para él no era un esfuerzo. Lo sostenía con una sola mano en la espalda y la otra en la parte trasera de sus muslos.

Al entrar al cuarto, lo recostó con extremo cuidado, como si fuera de cristal. Le quitó los zapatos con movimientos suaves y lo acomodó entre sus cobijas. El pequeño ni siquiera se movió. Solo murmuró algo, medio en sueños, mientras abrazaba su almohada como si aún estuviera soñando con las aventuras del día.

Jungkook se quedó unos segundos junto a la cama, mirándolo en silencio. Había algo en Yeonjun que le enternecía el alma. El niño lo miraba con un amor sin condiciones, le confiaba su mundo, y eso... eso le hacía querer quedarse para siempre.

Salió del cuarto sin encender luces y caminó hacia la cocina, donde Taehyung preparaba té. El vapor del té subía lento, perfumando la cocina con notas de menta. Taehyung lo revolvía sin prisa, su rostro relajado, el cabello aún perfectamente arreglado por su cita con Jimin esa misma tarde. Ya se habia cambiado y llevaba una camiseta de algodón, floja, que dejaba entrever sus clavículas, y pantalones holgados que dejaban que la tela flotara alrededor de sus piernas con cada movimiento.

Jungkook lo observó en silencio, casi con reverencia. El perfil de su rostro iluminado por la luz cálida de la cocina. Sus pestañas largas proyectando una sombra suave sobre sus mejillas. La forma en que sus manos se movían... todo en Taehyung parecía tener una coreografía natural.

-Siempre se queda dormido -dijo con una sonrisa mientras se acercaba.

-Tiene toda la energía del mundo durante el día, pero en cuanto toca la almohada... cae rendido. -respondió Taehyung, sin dejar de sonreír, mirándolo de reojo.

Jungkook llegó hasta él y lo abrazó por la espalda, pegando su cuerpo al suyo, bajando el mentón para apoyarlo en su hombro.

-¿Sabes qué es lo mejor de todo esto? -susurró.

-¿Qué? -preguntó Tae, sin moverse, cerrando los ojos un segundo para disfrutar el calor de su cuerpo.

-Que ustedes me hacen sentir en casa.

El omega bajó la mirada, mordiéndose el labio sin saber cómo responder.

-Gracias por hacernos reír otra vez... -susurró, dándose la vuelta para quedar frente a frente con Jungkook, quien colocó ambas manos en la barra a cada lado, rodeándolo-. Gracias por hacer este día especial.

-No. Ustedes lo hacen especial -murmuró el alfa-. Ustedes me están dando algo que no sabía que necesitaba tanto.

El corazón de Taehyung dio un pequeño salto. Había aprendido a vivir sin esperar nada. A caminar solo. A cuidar de su hijo con las manos temblorosas, pero con los pies firmes. Y ahora, ese alfa, que había llegado como un accidente del destino, se le estaba metiendo bajo la piel... peligrosamente cerca del corazón.

-¿Listo para nuestra cita de mañana? -preguntó después, con una sonrisa casi traviesa.

-¿Es... una cita oficial? -Taehyung alzó las cejas, fingiendo desconcierto.

-Muy oficial. Podrías correr el riesgo de que me gustes más... y que te robe.

Taehyung se rió bajito, bajando la mirada como un adolescente nervioso. Ambos sabían que ya estaban cayendo. El problema no era la caída. Era el miedo a qué tan hondo llegaría.

Se miraron por unos segundos. Los ojos miel del omega bajaron a los labios de Jungkook. Y sin saber quién respiró más fuerte, fue Taehyung quien cruzó la distancia.