Un pedacito de mí

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Ni siquiera se cuando comenzó todo esto, sólo sé que fue hace cuatro años, yo era una ingenua y no sabía que lo que hacía tenía nombre.
Era muy sencillo, lo haces seguido junto con un poco de ejercicio y de repente todo el mundo empieza a decirte que te ves muy bien, entras en círculos en los que antes no entrabas y tu reflejo se parece un poco más a esas chicas felices que salen en la tele, nadie sospecha nada e incluso puedes mentir sobre alguna nueva dieta milagro que te está dando resultados y si alguien te reclama que a él no le dé esos resultados puedes decir la típica excusa: "no a todos les funciona lo mismo", hasta sonriendo.
"Yo sólo quería bajar de peso", siempre es lo mismo, una generación que convierte todo lo importante en dos tallas de pantalón.
Cuando empecé a verme como quería irradiaba alegría, no tuve problemas de salud notorios hasta tres años después.
Le conté a algunas personas en la desesperación de querer salir, pero te enamoras del laberinto, así que siempre encontraba algo que me entretenía lo bastante como para dejar de intentar salir.
Me apoyaron bastante, con el alma casi, y a veces cuando pienso en esas personas llego a sentirme un asco de persona, tal vez algunos me entiendan. Luego está mi otra mitad, arrepintiéndose plenamente de haber confesado lo que me atormentaba, por haberles abierto las puertas de mi infierno, sin intención de que se quemaran, claro. De todos modos se vuelve inevitable, sólo que yo no contemple esos riesgos, mi egoísmo de salir como fuese me condujo a pensar únicamente en las consecuencias para mí.

Sueños esbeltos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora