-Apresúrate, es tarde

-Si papá, voy en camino.

Salí del campus pasadas las 8; había mucha gente en las calles, faltaban dos semanas para la navidad, las calles estaban adornadas con miles de lucecitas rojas y verdes, algunas personas vestidas de Santa Claus y las tiendas decoradas con motivos navideños. Para llegar a mi casa tenía que cruzar el centro de la ciudad, pero estaba tan llena de gente, así que tomé un atajo, cruce por unos callejones con poca luz, los conocía muy bien, pero nunca había caminado por la noche, al dar la vuelta en una esquina choque con un hombre, no pude ver su cara pero iba muy abrigado para el clima de esa noche, creí notar una leve sonrisa en su rostro, no le di importancia y seguí caminando.

Faltaban unas cuadras para llegar a mi casa, cuando noté una sombra cerca de mí, voltee y vi a un hombre siguiéndome, era el mismo con el que me había cruzado hacia unos minutos atrás, aceleré el paso y escuche como él también lo hacía, caminé más rápido hasta empezar a correr, podía escucharlo más cerca de mí.

Escuche una voz en mi cabeza

<< Corre, corre, no te detengas, corre >>

La voz repetía lo mismo una y otra vez.

No me detuve, cruce por algunas calles intentando llegar a la avenida principal, si me mezclaba entre la gente podría perderlo. A lo lejos pude ver un grupo de personas caminando cerca de un restaurant, lo único que pensaba era en entrar y llamar a mi padre.

Solo unos pasos más y estaría a salvo.

Sentí como alguien me jalaba la chaqueta y me empujaba hacia atrás, mi espalda golpeo un muro, abrí los ojos y lo pude ver acercándose más, se llevó la mano a su gabardina y saco una especie de daga.

<< ¡Levántate, sal de ahí! >>

La voz en mi cabeza me gritaba desesperadamente, mis piernas no me respondían, estaba aterrada, estaba mareada, veía borroso,  creo que no solo mi espalda golpeo el muro, me lleve una mano a la cabeza y sentí algo viscoso, era rojo, sangre, estaba sangrando, podía sentir como si me estuviera brotando agua de la cabeza, definitivamente eso no era bueno.

-Buena condición física su alteza –La voz del hombre me saco de mis pensamientos- No tiene idea de… –No dijo nada, silencio, solo me miraba fijamente, una sonrisa se dibujó en su rostro- es delicioso…simplemente delicioso…

-¿Qué quiere de mí? –No supe que otra decir-

- La quiero a usted su majestad, usted es el premio que todo venandi desea –Se acercaba más-

-Se equivoca señor…yo…yo no…yo no soy quien u…usted cree –El miedo me invadía cada vez más, la voz se había callado, Genial,  me dije, ahora si te quedas callada, sentí su mano tomando uno de mi mechones, lo llevó a su nariz, suspiró, y me miró a los ojos, si antes me había sentido aterrada, bueno, ahora estaba perpleja, sus ojos eran negros, y cuando digo negros me refiero a que eran completamente negros-

- Su cabello la delata su alteza… Tal vez su aura este escondida, pero su aroma…su sangre…es….simplemente deliciosa

--N…no me haga daño por favor –Le suplique- Déjeme ir y no le diré a nadie…por favor –Estaba a punto de llorar-

-No le haré daño su majestad, soy un venandi profesional….aunque lo admito…su sangre es…muy seductora…pero mis órdenes son muy claras, llevarla viva al ostium…aunque…-Una sonrisa se dibujó en su rosto- No me prohibieron tomar un poco de su regii sanguinis.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora