Capitulo 28

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Sus besos húmedos y apasionados encendían fogosidad en mi cuerpo, su mirada nublada de deseo me invitaba a sentir algo que solo había experimentado dos veces en mi vida y Geoffrey había sido el causante de lo anterior.
Me senté sobre su cuerpo mientras el se acomodaba sobre la cama conmigo encima. Quitó mi campera y la tiró al suelo junto con la suya, comenzó a dejar un sendero de besos sobre mi cuello y así dio la vuelta para dejarme debajo de el. Sonrió, sabía que ahora yo estaba en su poder.

-Déjame decirte que he estado esperando esto desde que te vi en esa maldita subasta.-confesó entre jadeos.- No te vayas como la última vez.-me dijo al oído.

-No lo haré Rojas.-respondí tensándome ante sus caricias sobre mi sostén.

Y estaba más que claro que iba a pasar, aún que mi corazón acelerado no era solo excitación, si no también miedo y nerviosismo que me carcomían por dentro. Era mi primera vez y por más que quería tranquilizarme, sabía que iba a doler y que Geoffrey no iba a ser muy piadoso a la hora de estar unidos.
Acarició mi rostro y tiró su camisa a alguna parte de la habitación.

-¿Estas bien?-preguntó besándome con ternura.

-S..si.-respondí agitada. Detuvo los besos y caricias, me miró con detenimiento.

-No seguimos si no quieres.

-No he dicho eso Geoffrey.-dije sin siquiera mirarlo.

-Hey, no te estoy obligando.-pasó su mano por toda la extensión de mi pierna.- Es en serio, podemos dejarlo aquí.

-No será como la otra vez.-dije.

-______, te repito, no te estoy obligando. Dejémoslo aquí, ¿si? Puedo esperarte, pero no más que hasta la luna de miel.

-Geoffrey no tienes que esperarme, te he dicho que si.-dije en un grito.

-Tranquila.-procedió a besar mis labios.- Sin presión, cariño.-levantó mi remera hasta donde se encontraba el sostén.- Te queda a la perfección.-me halagó sin pensarlo dos veces. Le dediqué una sonrisa y le planté un beso sobre sus labios.

-Ya no pares Geoffrey.-dije excitada. Sonrió para seguir con su juego de besos y caricias.

-Tus deseos son ordenes princesa.-besó mi ombligo haciéndome estremecer.- Pero debes esperar, todo a su debido tiempo.-repitió la acción anterior.- Vamos, quiero oírte pedir por mi.-susurró mientras desprendía su pantalón.

Tres golpes secos en la puerta hicieron a Geoffrey fruncir el seño. ¿Qué interrumpía esta vez?

-Hagamos como que no pasó nada.-dijo antes de seguir. Dos golpes más lo hicieron gruñir y mi paciencia se agotaba.- ¿QUIÉN?-gritó enojado.

-James.-dijo del otro lado de la puerta.

-¿Qué coño hace este aquí?-me preguntó como si yo supiera.

-¿Yo que se Rojas?-respondí malhumorada.

-No importa, dile que se vaya.

-¿Cómo voy a decirle eso Geoffrey?-mi seño se frunció al igual que el de Geoffrey.

-¿Pueden abrirme?-preguntó con ternura que en este momento me sacaba de quicio.

-Si, ya vamos.-dijo Geoffrey de mala gana. Se levantó de la cama y abrochó su pantalón.- A este imbécil lo mato apenas abra la puerta así que prepara tus maletas porque nos vamos de aquí.-dijo acomodando su camisa sobre su cuerpo.

Me levanté de la cama y baje mi remera para luego ponerme los jeans.

-Yo voy Geoffrey.

-No _____, voy yo. Vamos a ajustar cuentas.-me tomó del brazo y me zafé de su agarre.

No iba a dejar que él saliera a abrirle a James cuando su erección era más grande que el mismísimo Himalaya.

-Geoffrey, mira como estas, ¿Qué crees que pensara cuando te vea?-mientras nosotros discutíamos el chico esperaba afuera. Geoffrey se miró los pantalones y luego me miró.

-Que se de cuenta que nos interrumpió.

-Quédate ahí Geoffrey, yo voy, si necesito algo, te llamo. No seas tan dramático.- y sin decir más nada me dirigí hasta la puerta y abrí. Sentí el portazo de la puerta del baño. Estaba más que claro que se había enojado.

-Hola.-me sonrió. Vi miles de bolsas que lo rodeaban.

-Oh, hola.-le devolví la sonrisa.- Ya veo a que vienes.-dije divertida. Hizo una mueca.- ¿Me ayudas a entrarlas?-pregunté.- Geoffrey se enojó conmigo y se que no me ayudara con esto.-ahora el turno de hacer una mueca, fue mío.

-Claro que si _____.-dijo cortésmente. Tomó varias bolsas de las correas y las entró a la recepción de la habitación. Hice lo mismo.

-Bueno, muchas gracias James.-le sonreí.- Aguarda un segundo que traigo tu propina.

-No, no, esta bien.-dijo moviendo las manos con nerviosismo.- Con una sonrisa tuya me basta y me sobra.-dijo halagándome. Le sonreí sin siquiera pensarlo.- Bueno, ya me voy. Luego nos vemos.

-Adiós James.-dije antes de meterme a la habitación.- ¡Geoffrey!-grité mientras me sentaba en el sillón.- Ven aquí.

-¡Espera!-gritó entrecortadamente.

No quería imaginar que era lo que estaba ocurriendo en el baño. Pues, él estaba caliente y tenía su manera de bajarse la erección. Me estremecí de tan solo pensarlo.

Prendí el televisor y cambie de canal hasta encontrar una serie divertida "Two and a half men". Reí con cada estupidez que decían los personajes. Veinte minutos después Geoffrey salió del baño con una toalla que rodeaba su cuerpo desnudo. Me hice la desinteresada y no le dirigí mi mirada. Sabía que se estaba colocando el pijama porque por el rabillo del ojo veía sus movimientos. Segundos después se sentó a mi lado y pasó su brazo por mis hombros, besó mi mejilla.

-¿Me demoré mucho?

-Si.-respondí sin mirarlo.

-¿Te enojaste?

-No.

-¿Entonces por qué me hablas así?-preguntó. Respiré hondo y solté el aire golpe.- No responderás, ¿verdad?- dijo. No le tomé importancia.- Okey, si cariño, veamos televisión.-suspiró resignado.

Estuvimos así como una hora, sin hablar pero viendo televisión. Geoffrey daba fugaces besos sobre mi mejilla y volvía a su lugar. No quise seguirle el juego porque terminaríamos como recién, juntos en la cama. Aún no quería perder mi virginidad, pero a él lo deseaba con todas mis fuerzas, me gustaban sus caricias, sus besos y sus palabras llenas de deseo y lujuria.

-Tengo una pregunta.-dijo bostezando.- Pero solo preguntare si me quieres responder.-dijo mirándome. Le dediqué una mirada de tres segundos y volví a concentrarme en "16 & Pregnant".- Bueno, _______, no me hables, esta bien.-dijo y se levantó del sillón.

La noche se hacía presente y por lo tanto las ganas de descansar pesaban en mi cuerpo. Geoffrey se tiró en la cama a teclear en su celular. Ya no miré más televisión, simplemente me quedé pensando mientras hacía mi cabeza hacía atrás viendo como las agujas del reloj se movían al ritmo de los segundos. Su voz me distrajo.

-No digas pavadas.-carcajeó. Hablaba al teléfono.- Si Josh, lo se.-dijo divertido.- No, mi novia no me habla y no se porqué.-admitió dedicándome su mirada. Revoleé los ojos y apagué el televisor.- No, mañana no, el martes.-dijo.- Ajamm... dijo que venía con dos.-rió. Escuchó a su amigo.- ¡Que se yo! Simplemente tiene suerte.-dijo dando la vuelta en la cama. Me puse de pie y entre al baño sin cerrar la puerta.- ¿______?-me llamó.

-¿Qué?-pregunté desganada.

-Josh te manda saludos.-me dijo. Sonreí.

-Mándale saludos a él y a Megan.-le dije y volteé el rostro para mirarme al espejo.

-Ella te manda saludos a ti y a Megan...Bueno Josh...esta bien... luego hablamos... si, hasta luego enano.-dijo antes de finalizar la llamada.

Tomé la crema desmaquillante y el algodón. Comencé a frotarlo por mi cara y pronto ya no tenía más maquillaje, lavé mi cara con agua y luego la sequé con la toalla. Geoffrey se apoyó en el marco de la puerta y me observó.

-¿No cenaras?-preguntó.

-No, no tengo hambre.-dije frotando mis ojos con desgano.- Tengo mucho sueño.-le comenté antes de esquivarlo para salir de baño.

-No te hace problema que pida comida para mi, ¿cierto?-me siguió hasta que abrí el armario.

-No, claro que no.-dije tomando mi pijama celeste.- Puedes hacer lo que más te guste.

-¿Hasta dormir contigo?-preguntó. Me negué a responder eso. Pues era más que obvio que estaba nerviosa.- Esa era mi pregunta hace un rato.-me dijo. Lo miré por unos segundos y volví mi mirada al armario.

-Prefiero que duermas en el sillón.-le dije cuando me fui a buscar las bolsas y deje el pijama sobre la cama.

-Lo dices porqué no sabes lo incomodo que es.-dijo analizando cada uno de mis movimientos.

Tome todas las bolsas que pude y las acomodé sobre la cama, así unas cuatro veces mientras pensaba mi respuesta para Geoffrey.

-Okey, esta noche dormiré yo en el sillón.-le dije sacando una campera de una bolsa.- Así no estarás incomodo, yo lo veo justo. ¿No crees?

-No, no voy a dejar que duermas ahí.-me dijo.- Pero la verdad no me emociona mucho la idea de dormir alejado de ti.-me dijo y tomó el teléfono.- Nunca puedo comprenderte, primero casi te acuestas conmigo, luego te pones de mal humor porque no obtienes lo que quieres gracias a tu estúpido amigo de recepción y más tarde me ignoras y no quieres dormir conmigo. La verdad, eres confusa.

-Oh, vamos Geoffrey.-dije arrojando una bolsa al suelo.- ¿Yo soy la confusa? Disculpa, pero tú eres el que me confunde, un día dices algo y al instante lo cambias.

-Claro, ahora el que lleva la culpa, soy yo.-dijo sonriendo con ironía.- Mira, dejémoslo aquí, de verdad estoy muy cansado de que vivamos peleando.

-Al fin sientes lo que yo.-dije frustrada.- Desde que te conocí peleamos Geoffrey siendo sincera, no creo que esto pueda funcionar, ya lo ves, en la mañana nos peleamos, por la tarde estuvimos como cualquier pareja normal y ahora nos estamos, prácticamente, agarrando de los pelos.-estaba molesta y a la vez tenía ganas de pegarle.

-Bien, pues vamos acostumbrándonos a esto porque lamentablemente así será de por vida, tendrás que soportarme y yo te soportare, me dirás todo lo que se te de la merecida gana, pero ten en cuenta, muy en cuenta, que cada cosa que me hagas, luego la pagaras.- y así, dejándome con las palabras en la boca, marcó el numero del restaurante de abajo y pidió su comida.

Terminé de guardar mi ropa nueva y me adentré en el baño para colocarme el pijama que anteriormente había sacado de mi parte del armario.

-Voy a pedirme otra habitación, creo que ambos lo necesitamos.-me dijo mientras buscaba una muda de ropa.

-No hace falta Geoffrey.-le dije mientras me cepillaba los dientes.- Insisto, puedo ocupar el sillón.

-En serio, necesitamos estar alejados, por lo menos ocho horas.-tomó su celular.- Que descanses, si necesitas algo, me llamas a mi celular.

Y sin decir más nada, salió de la habitación, dejándome completamente sola. Suspiré sin remedio, sabía que me vida iba a ser así, siempre.
Até mi cabello en una coleta y mientras cantaba levemente una canción, prendí la lámpara y apagué la luz principal de la habitación. Me recosté en la cama y miré el techo, estaba algo asustada.
Luego de dar algunas vueltas en la cama, me dispuse a apagar la luz para así poder conciliar el sueño. Un nuevo pensamiento invadió mi mente:

"Que descanses, si necesitas algo, me llamas a mi celular."- eso había dicho Geoffrey y ciertamente lo necesitaba a él. Ya me había acostumbrado a su pesada respiración durante las noches, a mirarlo antes de dormir, a brindarle una caricia sin que él se diera cuenta. Entonces analicé su frase, no tenía su celular, nunca lo había tenido.

¿Qué haría si me pasaba algo?

Y con esa incógnita me quedé profundamente dormida.

"La Bella y la Bestia" (Prince Royce & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora