Capitulo 27

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La película estuvo buena, pero no mejor que los besos que Geoffrey me regala. Sus comentarios estaban en el momento correcto para hacerme reír y cada vez que me sonreía me robaba un pequeño, pero tierno, beso.

Sonrisas, miradas, caricias, risas, celos. ¿Qué significaban? Pensar en eso era una verdadera molestia para mí. Geoffrey nunca iba a sentir nada hacía mi, pero era mas que obvio que íbamos a casarnos y por lo menos, debíamos llevarnos bien. Y no lo culpo, yo no quería una mala relación con el hombre con el que pasare mi vida, o por lo menos eso es lo que creo.

-¿En que pensabas?-me susurró al oído cuando íbamos saliendo. Gire la cabeza para sonreírle antes de contestar a su pregunta.

-En nada.-dije finalmente. Dio un beso sobre mis labios.- Debo ir al baño.-comenté.- ¿Me esperas?

-No, claro que no, Elmo me llamó y debo irme con el.

-¿Elmo?-pregunte sin entender.- ¿El rojo?-agregué provocando su risa.

-Vamos, ve, aquí te espero.-dijo antes de soltarme la mano. Negué con la cabeza dándole a entender que su locura no tenía cura y luego caminé por el largo pasillo que daba a los baños.

Entre y había bastante gente. Espere mi turno y pronto salí. Lave mis manos y camine de nuevo por ese pasillo para luego encontrarme con Geoffrey apoyado sobre la pared. Estaba esperando mientras movía sus pies impacientemente.

-Listo.-tomé su mano. Me sonrió.- Había mucha gente.-expliqué. Asintió y comenzamos a caminar.

-Entonces...-dijo mirando vidrieras.- ¿Vamos a comprar ropa o no?

-Hey, ¿Tu que crees?-le di un leve empujón. Rió.- Me lo prometiste Rojas.

-Bueno, si, si, solo preguntaba.-dijo.- ¿A cual primero?

-Tú elije, esa o esa.-señalé las dos primeras opciones.

-Esa.-señaló y entramos.- Bien, solo una condición.-levantó su dedo.

-Dime.-alcé la barbilla impacientemente.

-Debo ver todo lo que te pruebes.-condicionó. Reí y asentí.- No te tardes mucho.

-Ahí ya hay dos condiciones.-dije.- O te muestro lo que me pruebo o no me tardo mucho.

-La primera.-eligió.

-Vamos, ya déjame ver la ropa.-tomé su mano y caminamos hacía la parte de pantalones, faldas y calzas.

Pantalones, de distintos colores y modelos, faldas de todo tipo, remeras y blusas todas completamente distintas. Entraba y salía del probador cada cinco segundos y Geoffrey aprobaba o desaprobaba con la cabeza. Esta si, esta no, esta si, esta no, entrar, salir, sacar, poner, modelarle y sonreír.

-Ese me gusta.-dijo al ver el vestido negro que moldeaba mis caderas.- Me gusta como te queda.-agregó. Di media vuelta y contemplé mi figura frente al espejo. Geoffrey se puso detrás de mí.

-¿En serio te gusta?-pregunté posando mientras me observaba con detenimiento.

-Me encanta como te queda.-sonrió. Ambos mirábamos mi cuerpo a través del espejo. Levanté la mirada y encontré la suya atenta a mis labios. Le sonreí.- ¿Sabes? Puedes usarlo pasado mañana cuando salgamos con Louis y las chicas.-dijo sonriente.

-¿Las chicas?-volteé a verlo. La chispa en mi mirada desapareció, otra vez esos celos se hicieron presentes.

-Si.-me dijo. No comprendí.- Louis siempre fue de andar con más de una.-explicó.¡Que asco!

-A mi me molestaría salir con un chico y encima compartirlo.-admití y volteé de nuevo a verme en el espejo.- Bueno, cambiando de tema.-le dije. Me escuchó atento.- ¿Lo llevo?

-Si, si, si, si, si.-sonrió.

-Okey, vete que me saco el vestido, aparte tienes que cuidar las demás bolsas.

-Bueno, bueno, no me eches de esa manera.-hizo un puchero y dio media vuelta.

-Rojas.-llamé su atención.- Te olvidas de algo.

-¿De que?-preguntó sin entender. Me acerqué y besé sus labios. Sonrió.- Ahora si me voy.-dijo antes de salir y cerrarme la puertita de madera.

Volví a ponerme lo que traía cuando salimos del hotel. Cuando salí Geoffrey ya estaba pagando y con todas las demás bolsas de las otras tiendas, en las manos y brazos. Reí y tomé las del mostrador.

-¿Este vestido también?-preguntó la morocha que cobraba. Geoffrey asintió. Presionó algunos botones y levantó la mirada.- $1.324 –dijo. Geoffrey sacó su billetera. Fruncí los labios sabiendo que era una gran cantidad como para gastar en solo un vestido, tres remeras y una campera de jean.

-Geoffrey no tienes que comprarlo, esta todo bien.-dije a su oído. Ignoró mis palabras y sacó su tarjeta de crédito.-Geoffrey.-insistí. Me miró y besó mi mejilla.

-Tú tranquila.

-De verdad, puedo usar lo que ya tengo.-dije. Negó con la cabeza y le entregó la tarjeta a la vendedora.

Y aún que me quejé un par de veces más, fue en vano.

Salimos de la tienda con más bolsas de las que esperaba llevarme. Geoffrey iba concentrado en mirar que no se le cayera nada. Sonreí, su ceño fruncido lo hacía verse aún más atractivo de lo que ya era. Desvió la mirada y se encontró con la mía.

-¿En que piensas?-preguntó sonriente.

-Siempre preguntas en qué estoy pensando. ¿En que piensas tú?

-En cómo hacer para no perder ninguna bolsa.- dijo y añadió algunas risas.

Entre risas y miradas, llegamos al auto. Guardamos todo en la cajuela del auto y nos subimos cada uno en el lado que correspondía. Abroché el cinturón cruzando mi cuerpo y Geoffrey hizo lo mismo, segundos después las ruedas del automóvil rodaban por la calle.

-Dime...-dijo sin quitar la vista del camino.- ¿Cuántos novios has tenido en tu vida?-preguntó sin titubear.

-¿Para que necesitas esa información?

-Será que quiero conocerte más.-respondió frenando en una esquina. El semáforo marcaba rojo. Detenerse.

-Bueno.-dije acomodándome sobre el asiento.- Pues he tenido tres, pero nunca fue nada serio.- respondí cuando el auto se ponía en marcha otra vez.

-Sigue.-me incitó a contarle más.

-¿Qué más debo decirte?

-Detalles.- Su sonrisa era amplia y dejaba a la vista una perfecta hilera de dientes blancos. Me dedicó una pasada de ojos y volvió la vista al camino.- Vamos, tengo derecho a saberlo.

-¿Y si no quiero contártelo Rojas?-pregunté en un cantito.

-Hey.-dijo divertidamente.- Yo haré preguntas y tú las respondes.-añadió. Sonreí, me gustaba la idea de que él me quisiera conocer más.

-Bueno, anda pregunta.-dije haciendo una mueca rara a la que él respondió con una risa.

-¿Los nombres?-alzó la barbilla.

-Drake, Harry y Kevin.-respondí sin dar vueltas. Sonrió para seguir preguntando.

-¿Cuál fue el primero y a que edad?

-Harry y tenía trece años.-respondí.

-¿Y él cuantos años tenía?

-Quince.-sonreí.

-¿Cuál fue el segundo y que edad tenías?-hizo la misma pregunta pero de otra manera.

-Drake y tenía catorce.

-¿Dejaste a Harry por Drake?-preguntó divertido.

-Mmm...-hice un sonido pensante.- Si pero no.-respondí rápido causando su tierna risa.

-¿Cómo si pero no? O sí, o no. ¿Lo dejaste por Drake o no?

-Si.-respondí en un fugaz suspiro.

-¿Y dejaste a Drake por Kevin?

-No, digamos que Drake se aburrió de mí y se fue con una rubia más grande que él.

-¿Te dejo por otra?

-No, estuvo conmigo mientras estaba con la otra a la vez.-sonreí de lado. Dejo escapar una risita casi inaudible.- No es gracioso Rojas.-dije cruzando mis brazos.

-Es verdad, es triste, no gracioso.-me dijo haciéndose el sabiondo. Reí y me siguió con la mirada mientras estacionaba el auto frente al hotel.

-Cuando subamos, te toca a ti hablarme de tus novias y salientes.-dije abriendo la puerta. Geoffrey me sonrió.

Mi novio hizo entrega de la llave a un empleado del hotel, quien se encargaba de estacionar los autos en el lugar correspondiente. También pidió que nos llevaran las bolsas a la habitación.
Ya con ambas manos libres, me tomó de la cintura para entrar al hotel, donde la primera mirada que recibimos fue la de James, quien hizo notoria su cara de fastidio. Geoffrey le dedicó una sonrisa de victoria y llamó al ascensor mientras recibía una mirada asesina de mi parte.
La caja metálica comenzó a ascender mientras Geoffrey acomodaba mi cabello al costado de mi rostro. Salimos de allí y nos metimos en la habitación.
Me tiré sobre la cama y me quité las zapatillas tirándolas sobre la alfombra.
Geoffrey se metió al baño y al salir se tiró a mi lado pero boca abajo. Uno de sus brazos rodeo mi cuerpo y besó mi mejilla.

-La primera, se llamaba Jane.-confesó sin que antes preguntara.

-No me interesa.-dije.- Ahora eres mío.-aprecié sus ojos miel que resaltaban con la luz de la habitación.

-Todo tuyo.-respondió sonriente.

-Todo mío.-remarqué sin vergüenza alguna.-Y cuando digo todo, es todo.

-Picarona resultaste ser.-dijo entre pequeños besos en la comisura de mis labios. Dio la vuelta y en un segundo me tenía sobre él. La vergüenza que minutos atrás no existía, ahora se hacía presente.- Quiero hacerte el amor.-declaró antes de besarme

"La Bella y la Bestia" (Prince Royce & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora