Capítulo 14.

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Guillermo tenía listas sus maletas para pasar este fin de semana con sus amigos y Samuel. Eran las siete de la mañana y ya estaba impaciente, asomándose por la ventana de su cuarto.
Cuando vio el Mercedes de Samuel acercarse con Frank y Alex, bajó a toda prisa.
—Cuídate mucho, ¿está bien? —le dijo su madre.
—Sí mamá. No me pasará nada.
Salió con la maleta y se sentó en el asiento de enfrente.
—Hola, chicos —saludó.
—Hola, Guille, ¿estás listo? —le dijo Alex.
—Claro, llevo todo para la acampada.
—Yo no me refería exactamente a eso —dice, morboso. Volteo a ver a Samuel y este me guiña un ojo.
Guillermo miraba el Mercedes avanzar en la carretera, con el viento soplando en su cara y la música que sonaba en la radio.
Cuando llegaron, el lugar era increíble. Un verde pasto rodeaba todo el lugar con una laguna de agua cristalina. Samuel les dijo que irían luego de dejar sus cosas en la cabaña de ahí. Samuel y Guille compartirían el cuarto, ya que Alex y Frank querían dormir juntos. Y es que en parte él y Samuel estábamos agradecidos por eso. Dormiría con Samuel.
—Bien, ya instalamos todo. ¡Vamos a la laguna! —dijo Samuel.
Se cambiaron, se pusieron el traje de baño y fueron hacia la laguna. Frank y Alex jugban como niños en el agua, se daban besos desenfrenados y Samuel solo se reía al verlos. Volteaba a ver a Guille con intenciones de hacer lo mismo, pero lo único que hizo —mientras Alex y Frank los veian— fue rodearlo por la cintura y besar sus mejillas. Frank y Alex no dijeron nada, entendían muy bien.
Comieron y nos la pasaron genial el resto de la tarde, pero cuando llegó la noche, supongo que la noche fue lo mejor del día.
Todos ya se habían  acostado, Samuel miraba a Guille, con una ternura más allá de este mundo.
—¿Te puedo besar? —me susurró.
—Eres mi novio, no tienes por qué preguntarlo.
Entonces, Samuel se acercó despacio, muy despacio. Juntó sus labios contra los de Guille y se unieron en un beso.
—Te quiero, Guillermo Díaz, te quiero.
—Samuel de Luque, yo igual.
Continuó besándole, pasó su mano por su cintura y un escalofrío mle recorrió todo el cuerpo, era él, era ahora. Con él quería estar quería que fuera el primero y único.
—¿Tú quieres? —preguntó.
—Sssi.
—¿Seguro?
—Sí —dijo esta vez seguro.
Samuel levantó con cuidado la camisa de Guille, era icreibe, Samuel estaba temblando, no era su primera vez, y sabía que no iba a ser la última. Pero Guille estaba más que aterrado.
—No voy a lastimarte —le dijo Smauel.
Guille sonrió, le sacó la camisa a Samuel y contempló su pecho marcado, pasó su mano por estex deseándole queriéndole. Samuel se acercó para besarle de nuevo mientras bajaba muy lentamente los pantalones de este.
Fue dejando besos mientras bajaba hasta las telas de su bóxer. Guillermo se sonrojó, cerró los ojos y Samuel aprovechó para darle otro beso.
—Nunca me han... —titubeó Guille.
—¿Jamás has tenido sexo con otro hombre? —preguntó Samuel, Guille meneó la cabeza—. Yo te diré lo que tienes que hacer, ¿sí?
—Sí.
—Bajame los bóxers —afirmó Samuel, acto seguido, lo hizo.
Guillermo se sobresaltó cuando vio el miembro de Samuel.
Madre mía, pensó, madre mía, hasta aquí he llegado.
—Chupa despacio y sin los dientes —le dijo Samuel.
Guillermo respiró profundo, y lo hizo, al principio le costó trajo, pero pudo hacerlo. Samuel gimoteo y, a juzgar por sus suspiros y gemidos, Guille lo hacía bien, lo hacía de maravilla.
Y ahí estaban, desnudos, mirándose y besándose apasionadamente. Samuel no podía esperar más, lo deseaba, lo deseaba con todas sus fuerzas.
—Hazlo despacio —le susurra Guille.
—Si te lastima me avisas, ¿sí?
Guillermo se preparó, estaba seguro. Samuel entró en él despacio, muy muy despacio. Guillermo apretó los ojos con fuerza, dios varios suspiros y se acostumbró.
—¿Te duele?
—No, sigue.
Empezó a moverse lentamente sobre él, haciendo que Guille se estremeciera en las sábanas, le dolía, pero le gustaba.
Samuel gemía Guillermo y Guillermo gemía Samuel, tal vez no muy fuerte, pero sí tan fuerte como para que Frank y Alex se dieran cuenta de lo que pasaba al otro lado de la habitación.
No siuperon cuando, ni como se habían quedado dormidos..., amanecieron desnudos, abrazados, y con una sonrisa en su cara. Sabían lo que había pasado, y les gustaba.
Pero Frank llegó con una terrible noticia que hizo que el fin de semana en amigos se fuera a la mierda.
Frank entró por la puerta y anunció:
—Lana ha muerto.

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Todo era perfecto hasta que llegó yo con el final salseante u.u

Yo Antes de Ti  «Wigetta»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora