Capítulo 11.

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La mañana para Guillermo empezó normal, al igual que para Samuel. Se levantaron, se bañaron y se alistaron para ir al colegio.
Guille iba de lo más normal, pero Samuel, Samuel iba que le temblaba todo y Frank lo sabía.
—Eh, ¿qué tienes? —le preguntó.
—Yo... ¿puedo hacerte una pregunta?
—Sí tío.
Samuel respiró hondo, probablemente Frank pensó que le diría algo sobre una enfermedad mortífera o algo por el estilo.
—¿Tú como le pediste a Alex ser fue novio?
Frank me miró y se echó a reír y sonrió de oreja a oreja.
—¡Oh, Samuel! ¡Vas a ser novio de Guille! —le tapé la boca antes de que dijera algo más y me sonrojé.
—¿Podrías no decir nada? Es un secreto.
—Está bien, está bien.
Las clases avanzaron normales. Guillermo se sentó al lado de Samuel, lo notaba nervioso, muy nervioso.
—¿Estás bien? —le preguntó Guille.
—No.
Guillermo tomó la mano de Samuel por debajo de la mesa y la sostuvo ahí. Fue en ese momento cuando Samuel supo que no podía esperar más.
La maestra entró con una compañera nueva, cabello rubio y una sonrisa muy bonita.
—Alumnos, ella es Lana, su nueva compañera.
Todos saludaron a Lana y ella se sentó al lado de un chico.
Luzu volteó a ver a Samuel y le guiñó un ojo, sabía a lo que se refería.
Cuando llegó la hora de almorzar, todos fueron por su desayuno. Lana estaba solitaria, buscaba con quién sentarse.
—Oye, por aquí —le dijo Mangel. Lana sonrió y se dirigió hasta donde estaban ellos.
—Hola, chicos. Soy Lana.
—Soy Cheeto.
—Yo Rubén.
Y así se presentaron todos, Lana empezó a sentirse como en casa, ella era nueva y venia desde muy lejos, lo único que quería era hacer amigos.
—Así que aquí todos nos llevamos muy bien —le dijo Alex.
—Eso es muy lindo.
Luzu pasó y miró a todos con osadía y envidia.
—Excepto por él —añadió Rubén—. Él es malo.
—Lo evitaré si puedo —dijo Lana. Comió otro bocado de su plato y les sonrió.
Samuel le hizo señas a Guillermo de que quería que lo siguiera, este le siguió hasta las gradas de la cancha de fútbol y ahí hablaron.
—¿Que pasa, Samuel? Me preocupas —le dijo Guillermo.
Samuel lo miró como si en sus ojos hubiera visto la calma que tanto había buscado, entonces habló.
—Has permanecido en mi mente, y cada día me he encariñado contigo. Me pierdo solo mirando tú rostro —por un segundo, Guille pensó que era broma, pero Samuel le tomó de las manos, fue ahí cuando supo que no era broma—, solo Dios sabe cuanto me costó dejar mis dudas. Eres el único al que quiero.
—Samuel... —susurró Guille, pero este siguió hablando.
—No sé por qué estoy tan asustado, si ya lo he imaginado todo, cada palabra, cada emoción.
—Nunca sabrás si no lo intentas, olvida tú pasado.
—No, Guille —dijo Samuel, temblando.
—¿Entonces?
—Quiero que me dejes el único. Prometo quererte, y abrazarte fuerte...
—Samuel...
—... por favor, dame una oportunidad para demostrarte que puedo ser quien te guíe.
—Yo, tú..., ¿como sabes? —Guille estaba confundido, ¿como sabía Samuel que lo quería?
—Porque te quedas colgado con cada palabra que digo, y cuando escuchas mi nombre.
—¿Algún día sabré que se siente tenerte cerca? Y que me digas que cualquier camino que yo elija me seguirás.
—Por eso estoy aquí. Quiero demostrate que puedo quererte. Sé que no es fácil entregar tú corazón.
—Nadie es perfecto, creeme, lo he aprendido.
—Por favor, Guille, dame una oportunidad.
Guillermo no sabía que decir. Quería a Samuel, lo quería más que a nada en el mundo, lo quería más que el olor a un libro nuevo, más que a un concierto en vivo de Regina Spektor... lo amaba.
—¿Quieres ser... el amor de mi vida? —Guillermo al escuchar eso quiso llorar, saltar, gritar.
—Sí —se limitó a decir—. Sí quiero.
Samuel no resistió más y lo besó, Guille le correspondió el beso y por un segundo se olvidaron del lugar, el momento y la razón, solo sabían que ahora estaban juntos en esto, pase lo que pase.
Volvieron a sus clases, nadie había estado cuando sucedió eso, pero Frank no necesitó estar para saber lo que había ocurrido, lo notaba en la sonrisa de Guille.
—Oh, por Dios —dijo Frank con u tono irónico—. Oh, amigo, Samuel de Luque se te ha declarado, ¿verdad?
—¿Qué? ¿Quién te lo dijo? —susurró Guille.
—No nesecito que alguien me lo diga para saberlo, lo noto en tú sonrisa.
Guillermo agachó la cabeza, apenado, sonrojado, no sabía exactamente lo que sentía al escuchar las palabras “novio de Samuel de Luque”. Levantó la cabeza y asintió.
—Sí, así es —Frank quiso gritar pero se contuvo, abrazó a Guillermo con fuerza y juntos caminaron hasta el salón.
Samuel ya se encontraba ahí, volvieron a sentarse juntos, a excepción que Lana estaba sentada con Luzu. Probablemente a Lana le agradaba Luzu, y eso estaba bien si ella quería pero no sabía en lo que se metía. La maestra de álgebra entró al salón con otra nueva compañera.
—Hola alumnos, ella es su nueva compañera. Preséntate.
La chica entró tras de la maestra, se paró frente a todos y se presentó.
—Mi nombre es Yuya.

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Romance y suspenso (? :v ha llegado la zorra del cuento okno :p

Yo Antes de Ti  «Wigetta»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora