Weak for You ♡》> Jiyoo

Capitulo 3

Dudas

El problema de recibir una oferta como la de Namjoon era que, una vez que la tenías en la cabeza, no podías sacártela de encima.

Los primeros días intenté ignorarlo. No pensar en ello. Me repetía a mí misma que mi camino ya estaba decidido, que eventualmente sería la líder de mi clan y que nada cambiaría eso. Pero, con cada entreno, cada reunión, cada conversación con mi padre sobre la empresa y la manada, la idea de ser parte de T.O.S. volvía con más fuerza.

Primera Semana

Por la mañana, cumplía con mis clases en la universidad. Dami y Gahyeon eran mis compañeras de rutina, y aunque intenté enfocarme en mis estudios, mi mente regresaba constantemente a lo que Namjoon había dicho. "Aquí importa de qué estás hecha".

Por las tardes, entrenaba con mi padre. Noté que su forma de entrenarme había cambiado. Me exigía más, me corregía detalles que antes ni siquiera mencionaba. Como si estuviera preparándome para algo, pero sin decirme para qué.

Las noches eran lo peor. Acostada en mi cama, no podía evitar pensar en Dami. Ella había soñado con formar parte del equipo élite de la manada, al igual que yo. Si Namjoon aceptaba la propuesta que le impuse, ¿aceptaría ella también? No podía tomar una decisión sin considerarla. Pero también me preocupaba que si se lo contaba, intentara detenerme o, peor aún, que mi padre se enterara. Y lo peor de todo era que, aunque al principio había dicho que aceptaría sin dudar si Dami también entraba, ahora ya no estaba tan segura. La emoción inicial había sido reemplazada por la realidad: ¿Realmente quería Dam unirse? ¿O solo había buscado una excusa para retrasar la decisión?

Intenté distraerme con los entrenamientos, pero ni siquiera eso funcionaba. La rutina se volvía más exigente, y aunque mi cuerpo respondía, mi mente estaba atrapada en un bucle de preguntas sin respuesta.

Segunda Semana

Intenté establecer un horario. Universidad por la mañana. Entrenamiento con mi padre por la tarde. Negocios de la familia cuando él lo exigiera. Y si decidía aceptar la propuesta de T.O.S, tendría que encontrar un hueco para ello sin que nadie sospechara.

Durante las clases, Dami y Gahyeon se habían vuelto más cercanas. Siempre habían sido amigas, pero ahora había algo distinto entre ellas. Lo noté en los pequeños gestos: cómo Gahyeon se inclinaba inconscientemente hacia Dami cuando hablaban, cómo Dami la observaba con una intensidad que normalmente solo reservaba para el combate.

Me lo guardé para mí. Si algo estaba pasando, ellas me lo dirían cuando quisieran. O tal vez aún no se daban cuenta.

Aun así, era entretenido verlas. A veces, Dami intentaba disimular, fingiendo que nada sucedía, pero Gahyeon era menos sutil. Se le iluminaban los ojos cuando Dami hablaba, y aunque trataba de ocultarlo, sus mejillas se sonrojaban en ciertos momentos. No necesitaba que me dijeran nada. Kim Yoohyeon lo veía todo.

Esa semana también tuve mi primera reunión real con mi padre en su oficina. Me enseñó a manejar los informes del hotel principal de la familia. Había demasiados datos, demasiadas estrategias, demasiados números. Yo no odiaba los negocios, pero estar horas en una oficina no era algo que me llenara.

—Tienes que aprender a identificar dónde está el verdadero valor de un negocio —dijo mi padre, mostrando una gráfica de ingresos y gastos—. No se trata solo de los números, sino de saber leer las oportunidades.

Yo asentí, pero mi mente estaba en otro lugar. ¿Qué diría si supiera que estaba considerando unirme a una organización secreta?

Las preguntas no dejaban de atormentarme. ¿Seré capaz de ocultarlo todo? Mi padre era observador. Si llegaba a notar que algo estaba fuera de lugar, se daría cuenta de inmediato.

Tercera Semana

No me avían llamado ni yo había tomado una decisión, pero sabía que el tiempo se agotaba. Si aceptaba, tenía que hacerlo pronto. Namjoon no esperaría para siempre.

En la universidad, Dami y Gahyeon ya ni siquiera disimulaban. Se buscaban con la mirada, se sonreían en cómplice silencio. Me pregunté cuánto tardarían en admitirlo. No les diría nada, pero cuando lo hicieran, disfrutaría verlas sonrojarse.

Ese día también tuve otra reunión con mi padre. Ahora me hacía revisar documentos antes de firmarlos, pidiéndome que analizara contratos con la atención de un verdadero empresario.

—Tienes que aprender a leer las cláusulas ocultas —dijo, pasándome un documento—. Los errores más costosos no están en los números, sino en las palabras.

Tomé el contrato y lo revisé con más atención. Mi padre tenía razón, pero... ¿era esto lo que quería para mi vida?. Me estaba convirtiendo en la líder que él quería. Pero no en la persona que yo quería ser.

Cada noche, las dudas crecían. Imaginaba cómo sería mi vida en T.O.S., lejos del camino que mi padre había trazado para mí. ¿Sería mejor? ¿Más emocionante? ¿O solo me estaría metiendo en algo que no podría controlar?

Esa noche, no dormí.

Y supe que no podía seguir postergándolo más.

Debo tomar una decisión al igual que ellos.