—Que estupidez— Era la primera vez que escuchaba algo así salir de la boca de la rubia.

—Ni que lo digas— Le di la razón. Mi tono de voz esta vez fue algo débil— Esta chica no era cualquier otra. Era hija del subdirector de la escuela. El rumor llegó hasta sus oídos, y expulsó a la chica— Mi voz se estaba quebrado poco a poco. Ya podía sentir como las las lágrimas caían por mis mejillas.

—Dios...

— No se detuvo a averiguar si era cierto. Si su bebé los decía, era así.

Mi mirada estaba perdida. Mi vista están fija en los árboles que estaban detrás del edificio. Cerré momentáneamente los ojos, para disfrutar la brisa mañanera que me regalaba la posición en la que estaba.

—¿Qué pasó con la chica..la que expulsaron?

La voz suave de Katherine me hizo abrir los ojos. Camine un poco más por el barandal hasta llegar cerca de un poste. Me sostuve de este. Me quite la mochila y me senté entre el poste y el barandal.

—Ella se... se suicido— Mi voz salió en un susurro casi inaudible. Las chicas no trataron de disimular su asombro ante mis palabras. Melanie no dudó ni un segundo y me envolvió en un abrazo. Se sentía algo cálido. Amable. Se sentía muy Melanie.

—Está bien. No fue tu culpa. Esta bien— Su voz fue calmada. Reconfortante. Están tratando de sonar amable y dulce, pero a la vez quería que me quedara claro lo que salía por sus labios.

No tardo mucho para que Katherine también se uniera a nosotras. Nunca me había gustado el contacto físico, pero esto se sentía diferente. Algo familiar. Acogedor.

Después de lo que parecieron horas, la campana sonó, marcando el inicio del nuevo día escolar. Salté del barandal cayendo torpemente en el último escalón de las gradas. Recogí mi mochila y bajé las gradas con la misma velocidad con la que subí.

Nos encaminamos hacia el salón de Latín. Podía notar la incomodidad de Melanie a metros de distancia. Giré mi rostro en dirección a la rubia por unos cuantos segundos. Despues de caminar por unos minutos, llegamos al salón del maestro Castellan. Entramos y dejamos las mochilas en nuestros respectivos puestos. Cuando termine de acomodar mis cosas en la silla, levante mi vista y noté cómo las chicas me miraban.

—¿Me clavarán los ojos encima todo el día?— Solté un pesado suspiro al ver cómo no respondían— No debí contarles...

Me levante para irme de ese salón, pero una mano me detuvo. Junto a la voz fuerte, pero dulce y comprensiva de Melanie hizo que me parara en seco.

—Noah, no— Su voz fue firme. Dulce, pero igualmente firme—No queríamos darte esa impresión...— Su tono de voz tuvo un cambio algo drástico. Pasó de fuerte a algo más ligero y nervioso—Solo que...nos tomó por sorpresa.

—Noah, estamos contigo...Siempre— La sonrisa suave de la morena me relajo un poco. Cómo si fuera un reflejo, la imité. No sé porque pensé que se alejarían. Eran ellas. Las mismas que se reían por todo. Las que ni siquiera pueden pensar algo malo de mi. Y aún así pensé que me juzgarían.

Estuvimos hablando un rato más, hasta que la maestra de Física entró. Esto me confundió bastante, ya que no estábamos en clases de Física. Estábamos en clases de Latín.

La maestra, Lilian, creo que se llama. Trató de llamar la atención de los demás, pero obviamente no lo consiguió de manera suave. Así que decidió hacerlos "por las malas".

—¡Chicos!— Todo el salón se envolvió en un silencio al instante. Todos los que estaban volteado, parados o que simplemente no estaban en sus asientos se pusieron correctamente donde iban. Estoy totalmente segura de que la mayoría vaciló de tan solo ver a la maestra Lilian apoyada en el escritorio del maestro Castellan.

Invisible StringWhere stories live. Discover now