Sala 5

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Antes de describir la sala 5, ustedes tienen que entender algo. No soy ningún adicto y no tengo antecedentes de ser un adicto a las drogas, de ninguna psicosis de las alucianciones de mi infancia que ya mencione, y esas eran sólo cuando estaba muy cansado o apenas despertaba. Yo entré a "La Casa Sin Fin" con la mente en blanco.


Después de llegar ahí de la habitación anterior, yo estaba de espaldas hacia esta sala, mirando hacia el techo. Cuando entre no me dió ningún susto, simplemente me sorprendió. Árboles habian crecido adentro de la sala, el techo en esta habitación era más alto que en los otros. Lo que me hizo pensar que estaba en medio de la casa. Me pare del suelo, todo empolvado, y eche una mirada. Varios arbustos y árboles habían bloqueado mi línea de visión hacia la salida. En este punto pensé que las salas comenzarían a ponerse mas aterradoras, pero este era un paraíso comparado con la anterior. También asumí que lo que fuera que estaba en la sala anterior se había quedado ahí.



Estaba muy equivocado.


Mientras me encaminaba a lo más profundo de esta sala, empecé a escuchar lo que uno escucha cuando está en un bosque, chirridos de insectos y el aleteo de pájaros parecían ser mi única compañía en esta habitación. Eso fué lo que más me molestó. Escuchaba a los insectos y animales, pero no los veía. Me empezaba a preguntar qué tan grande era esta casa. Desde el exterior, cuando caminaba hacia ella, se veía como una casa de tamaño regular. Pero esta sala parecìa como un bosque completo. Los árboles cubrían mi visión del techo, pero asumí que aun estaba ahí. Era extraño, yo no podía ver las paredes. La única manera que sabía que seguía en el edificio era algo que identifique con las otras salas. Los paneles estándar de madera oscura.


Seguí caminando, con la esperanza de que al pasar un árbol al fin se revelaría la puerta. Después de unos momentos de caminata, sentí un mosquito que voló por mi brazo. Me lo sacudí y seguí andando. Segundos después, sentí con diez más aterrizando en diferentes lugares de mi cuerpo. Los sentí moviéndose en mis brazos y piernas, algunos de ellos se movían por mi cara. Yo me sacudía para conseguir que todos se me quitaran de encima, pero ellos sólo seguían sobre mí. Mire hacia abajo y solté un grito ahogado, poco más de un suspiro para ser honesto. No vi ni un insecto. No había nada en mí, pero aun así los sentía andar en mi cuerpo. Los escuchaba volar por mi cara y los sentìa picandome la piel, pero no podía ver uno sólo. Me tire al piso y comencé a rodar, estaba desesperado. Odiaba a los insectos, especialmente los que no podía ver ni tocar. Pero estos insectos estaban en todas partes y me picaban con violencia.


Empecé a gatear. No tenía idea de dónde iba, ya no podía ver por donde había entrado y no había señal de la salida. Asi que seguí gateando, mi piel se retorcía con la presencia de los insectos fantasmas. Aunque después de lo que parecieron horas , finalmente encontré la puerta. Me agarré del árbol más cercano para apoyarme, golpeandome torpemente mis brazos y piernas sin ningún resultado. Traté de correr, pero no pude, mi cuerpo estaba exhausto de arrastrarse y enfrentar a lo que fuera que estuviera sobre mí. Di unos cuantos pasos tambaleantes hacia la puerta, sosteniéndome de cada árbol que se me cruzaba para apoyarme. Fueron unos cuantos metros depués cuando lo escuché. El leve zumbido de antes. Venía de la siguiente sala, y era más profundo. Yo casi podía sentir el interior de mi cuerpo, como cuando te paras junto a un amplificador de sonido. La sensación de los insectos en mi cuerpo disminuían mientras el zumbido se hacía más fuerte. Cuando puse mi mano en el picaporte, los insectos se habían ido por completo, pero no me atreví a girar el picaporte. Sabía que si lo dejaba, los insectos regresarían, y sabía que no había manera que yo regresara a la sala 4. Yo sólo estaba ahí, mi cabeza estaba apoyada contra la puerta que decía 6 y mi mano temblorosa sujetando la perilla. El zumbido era tan fuerte que ni siquiera podía pretender escuchar mis pensamientos. No había nada que pudiera hacer más que avanzar.


La sala 6 era la siguiente, y esa era el mismo infierno.

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