» Él era todo él, hasta los huesos. Todo Baratheon, nada Lannister. «
Desde las ventanas de la cámara de parto, los llantos de un primogénito se filtran, los rayos centelleantes de una tormenta furiosa brillan sobre él, como si la propia tempestad q...
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13. | Aguasnegras. ━━━━━━━━━━━━━ [ season two & three. ] ㅤㅤ ㅤㅤ ㅤㅤ
El sonido de las campanas repicaba sin descanso, profundo y ominoso, como un eco de advertencia. No eran campanas de celebración; eran heraldos de caos, anunciando la llegada de un conflicto inminente.
Raiden tragó saliva mientras permanecía de pie en sus aposentos, la vista hacia la noche oscura en el gran mirador. Había crecido escuchando sobre el campanar de guerra, historias de héroes y batallas antiguas. Pero hoy, el tintinear era diferente; cada golpe parecía gritar su nombre, llamándolo a elegir.
Sabía que debía prepararse, que debía levantarse para enfrentar lo que vendría. Pero ya no sabía por qué o para quién luchaba. Cuando se detenía a pensar que estaba peleando por nadie más que los Lannister, los mismos que le habían arrancado la cabeza a Ned Stark, su estómago se retorcía en culpa y disgusto.
Le había prometido-él recuerda-le había prometido a Eddard proteger de Sansa, y la guerra estaba a las puertas, amenazando su seguridad y la de ella, y él estaba listo para responder. Unos golpes en la puerta lo hicieron girarse.
—Adelante.
La tensión en su cuerpo sólo aumentó al verlo. Kiran, con una expresión curiosa, se adentró a los aposentos, con total confianza. Raiden gruñó por lo bajo, tentado a apartar la mirada, pero la caja en las manos del hombre captó su atención.
—Mi Príncipe.
—¿Qué es eso?
—Para usted. Un regalo de su padre.
Sus cejas gruesas y ennegrecidas se fruncieron, giró su cuerpo por completo y se acercó hacia el bastardo. Sus manos se extendieron dispuestas a abrir el presente, pero titubearon en el aire, su mirada parpadeando entre la caja y Kiran.
El bastardo sólo sonrió.— Ábralo.
Contuvo las ganas de apretar la mandíbula, sintiéndose torpe, mientras sus dedos ásperos desbloquearon ansiosamente los cerrojos metálicos, abriéndola, entrecerrando sus ojos cuando el contenido brilló y lo cegó momentáneamente. Luego, su mirada se agrandó en sorpresa, una exhalación escapando de sus labios.
Ahí, perfectamente acomodada, yacía una armadura. De placas de plata pura, reforzadas con acero y con detalles engastados en oro. Raiden casi pudo ver su reflejo en la coraza, pero no fue eso lo que captó totalmente su atención, sino la pequeña cornamenta dorada en el centro del peto que, en el reflejo, parecía estar coronándolo en gloria. Se estremeció de forma notoria y se dio la vuelta bruscamente, la caja casi cayendo de las manos de Kiran, de no ser porque él afianzó su agarre a tiempo.