- Cuando llegué a casa y no te vi, me enfadé tanto que empecé a golpear todo en la cocina -empieza, mientras yo lo miro a través de las lágrimas y trato de escucharle-. Me lastimé los brazos y la cara, pero no me importó. Incluso tumbé uno de los libros de tu madre, esos que casi nunca usas, y lo desgarré hoja por hoja. Entonces me encontré con esto -su mano alza el papel, y en cuanto llevo mi mirada hacia sus ojos, noto que se le han llenado de lágrimas nuevamente-. Se había caído del libro mientras lo desgarraba, y lo único que pensé es que un maldito héroe jamás le haría la clase de daño que yo te causé a nadie.

Las letras gordas y desalineadas forman un apenas legible "Papá, mi héroe" pero yo recuerdo tan bien esa carta que ni siquiera tengo necesidad de leerla. Es esa misma que le escribí cuando apenas tenía seis años, y que creí perdida para siempre.

- No supe cuidarte como merecías, Ellie -murmura mi padre, luchando por no perder las palabras en su garganta-. No supe cumplir con la promesa que le hice a tu mamá, y jamás me lo voy a perdonar.

- Papá... -Le susurro, pero él continúa.

- De alguna manera, pude enterarme que el asesino de tu mamá estaba empezando a acecharte. Por lo que traje a la policía al mismo lugar donde te tuvieron secuestrada hace siete años -me mira, y luego dibuja una sonrisa tan pequeña que apenas consigo verla-. Me alegra haber llegado a tiempo por ti, cariño. Nunca me habría perdonado si te hubiese perdido como a... -Las palabras se quedan en el aire, perdidas en su garganta y su mirada llena de lágrimas.

Sin embargo, no hace falta que complete la frase porque yo ya sé lo que quería decir: No se habría perdonado si me hubiese perdido como a mamá.

- Gracias por volver, papá -termino soltándole, aferrándome a él como tanto necesité estos últimos siete años.

- Ellie, quiero que sepas que, a pesar de todo, eres lo más valioso que puedo tener y siempre me arrepentiré del horror que te hice pasar estos años -me confiesa. Todavía tiene la voz perdida en algún lugar de su garganta, pero sé que hace lo posible por soltar las palabras con claridad-. Espero que algún día puedas perdonarme por todo el daño que te causé.

- Está bien, papá. Siempre te he perdonado y siempre te voy a perdonar -suelto, con las lágrimas deslizándose por mi rostro-. Te amo, papá.

- Y yo a ti, cariño.

Estoy por decir algo más, algo que aún desconozco, cuando llegan dos policías y toman con fuerza a mi padre, apartándolo de mí tan pronto que me dejan aturdida y a punto de caer sobre el frío suelo.

- Se ha acabado el tiempo -dice uno de ellos. Apenas consigo reaccionar para notar que ha amarrado las manos de mi padre con unas cadenas, y entones me alarmo.

- ¿Papá? ¿Qué está sucediendo? -Estoy gritando, tratando de acercarme a mi padre aunque los dos hombres me lo impiden por completo.

- ¿Podrían darme cinco minutos más? -Pide mi padre esta vez, mirándolos unos instantes-. Necesito despedirme de mi hija, por favor.

¿Despedirse? ¿Por qué despedirse? ¿Qué está ocurriendo?

- Cinco minutos, señor. Y comienzan desde ahora -cuando el hombre suelta a mi padre, él me toma entre sus brazos y se limpia las lágrimas antes de hablar.

- ¿Qué está sucediendo? -Repito, tomando sus manos con fuerza-. ¿Qué es lo que ocurre, papá?

- Sucede que... Hay cosas que jamás conseguiré perdonarme sin haberlas pagado antes, ¿comprendes? -Musita, aunque yo no comprendo absolutamente nada-. No puedo sentirme tranquilo sabiendo que alguna vez pude maltratar a mis hijos y no hice nada para evitarlo; o que al menos no pagué por todo el daño que les hice.

- No entiendo.

- Me he entregado a la policía, Ellie. He decidido ir a la cárcel -no tardo en procesar sus palabras y en explotar totalmente.

- ¿Qué? ¿Cómo pudiste hacer eso? -Grito, y soy incapaz de darme cuenta que las lágrimas han salido disparadas por mis ojos nuevamente-. ¡No puedes ir a la cárcel y abandonarnos cuando volviste a ser mi padre en vez de ese terrible monstruo de antes!

- Pero tampoco podré estar tranquilo sin haber pagado mi condena por lo terrible que me comporté con mis propios hijos.

- ¡Ya te he perdonado! ¿Que eso no te basta? ¿Que no has pensado en lo que pasará con Thomas o conmigo? ¡Yo aún no soy mayor de edad! -En realidad, eso último ni siquiera me importa ahora. Lo único que temo es volver a perder a mi padre cuando apenas lo había recuperado.

- Serás mayor de edad en menos de un mes, cariño -responde-. Has conseguido mantenerte a ti y a tu hermano por siete años sin mí; la policía ha comprendido el asunto, y van a permitir que te quedes con la casa y con tu hermano como si oficialmente fueras mayor de edad, Ellie.

- ¿Es que no lo entiendes? ¡Yo no quiero perderte! ¡Ya te perdí siete años enteros, no quiero tener que vivir un año más sin ti, papá!

- No puedo cambiar las cosas ya, cariño. El hecho de que me haya declarado culpable y me haya entregado reducirá mi condena, pero no impedirá que esté unos años en la cárcel.

- ¿Unos años?

- No serán muchos, cariño -se adelanta a decir-. Cuando vuelva todo será como antes, como cuando tu madre estaba viva. Todos seremos felices de nuevo, te lo prometo.

Antes de que pueda responderle, los dos hombres vuelven a tomar a mi padre y esta vez lo alejan hasta hacerlo entrar en el carro de la policía. Cuando estoy por correr tras él, alguien me toma de los brazos y me impide moverme un solo centímetro. Tengo que volverme furiosa y casi a punto de golpearle hasta verle y sentir que me quedo de piedra.

Tad aún me sujeta de los brazos, y lo hace con tal suavidad que ni siquiera podría hacerme daño.

- Estará bien, ya verás -me asegura. Aunque yo sólo me puedo fijar en las heridas de su rostro y el resto de su cuerpo.

- Déjame ir, Tad. Tengo que despedirme, es mi papá...

Él apenas me ha soltado y yo salgo disparada tras mi padre. Me mira a través de la ventana del carro, con las lágrimas nublándole la vista como a mí, y me dedica una mirada nostálgica de despedida.

- Nos vemos pronto, cariño -me dice.

- Siempre serás mi héroe, papá -termino soltándole, esbozando la más pequeña sonrisa en mis labios.

- Y tú siempre serás mi angelito...

Cuando el carro se echa a andar, yo caigo de rodillas sobre el suelo y empiezo a llorar incapaz de controlarme. Tad me toma entre sus brazos, y yo solo sigo mirando hacia la calle, observando el lugar por el que he visto a mi padre por última vez.

Solo que esta vez no temo perderle, porque estoy segura que la próxima vez en la que nos veamos, tanto él como yo volveremos a ser verdaderamente felices.

• • •
¡Holaaa, chicas! ¡Eso que acaban de leer fue el ante penúltimo capítulo! Espero que les haya gustado. Cx ¿No soltaron una lagrimita? Porque yo sí. ¡No se olviden de comentar y votar! Pronto subo el último capítulo y después el epílogo. ¡Muchísimas gracias por leer!

»Si quieren seguir continuando leyendo escritos de Xime, la escritora de esta novela, pásense por un "Un trato con la muerte". ¡Sé que les va a gustar! Ya llevo 5 capítulos en esa. ¡Espero verlas allá! xox
Link: http://w.tt/1LwwUhM.

Maltratada por un profesorWhere stories live. Discover now