Capítulo 11.

13.7K 726 6
                                    


Había creído que el tiempo sería suficiente para olvidar; que siete años habían bastado para superar el dolor. Pero jamás fue así. Era como si cualquier minúsculo detalle pudiera traer de regreso aquella fría noche en la que asesinaron a mi madre justo frente a mis ojos y destruyera todo lo que intenté reparar con el paso de los años.

No podía fingir que el encuentro con el asesino de mi madre no me importaba en absoluto; porque incluso tres días después de lo ocurrido aún sigo siendo incapaz de pensar en otra cosa que no sea él.

Todavía pretendiendo tomar nota de la clase de historia, recuerdo la patética sonrisa de aquel hombre y tengo que apretar mis dientes para no empezar a gritar hasta quedarme sin voz. Alzo la mirada a toda velocidad, rogando por encontrarme con la de Aaron tan pronto como me sea posible, pero cuando encuentro su puesto vacío, empiezo a experimentar todo el dolor que podría sentir si lo hubiera perdido para siempre.

El timbre que advierte el final de las clases apenas suena esta vez, aunque cada uno de mis compañeros se pone en pie al escucharlo. Todo lo que ocurre después de eso es instantáneo, así que casi no me doy cuenta en qué momento desaparece mi último compañero por la puerta principal del salón.

Me quedo en mi puesto unos minutos más, observando la puerta como si esperase algo que jamás llegará, y entonces lo veo, con su traje negro y su mirada profunda, permitiéndome olvidar a aquel espantoso profesor al que tanto le temí para dejarme ver al enérgico chico que admiré en su primer día de trabajo.

- ¿Lista para empezar? -Me pregunta el profesor Abernathy con un ánimo increíble, pero yo ni siquiera respondo y camino hacia él con la cabeza agachada.

Podría aceptar a este nuevo profesor Abernathy, uno que es carismático y gentil, sin embargo, yo aún no olvido esa extraña actitud que oculta bastante bien, a ese profesor Abernathy con mirada vacía y palabras hirientes. Por eso, en cuanto noto que Tad Abernathy y yo estamos caminando bastante juntos, retrocedo un poco y me obligo mantener la distancia que siempre he tenido ante la presencia de mi padre.

Llegamos a la sala de idiomas, un gran salón de paredes coloridas y cuadros con distintas partes de Estados Unidos; mesas blancas; y una biblioteca tan larga como una de las paredes, inundada en libros de inglés y documentos varios.

El lugar está tan desordenado que tengo que dar saltitos para no pisar los papeles que yacen esparcidos por el suelo, además noto que la biblioteca frente a mí está igual de desordenada y hay muchos más libros en algunas de las mesas formando pilas inmensas e inestables. No tardo en entender la razón por la que el profesor Abernathy ha solicitado mi ayuda.

- Hoy nos encargaremos de acomodar la biblioteca -informa, volviéndose para mirarme a los ojos-. Los libros van en orden alfabético, así que los primeros irán arriba y los últimos más abajo.

Asiento después de que termina con sus instrucciones, aunque no he prestado mucha atención, y luego salgo disparada directo a alguna mesa donde no podamos estar tan juntos.

Mientras busco por toda la sala algunos libros que empiecen con la letra A, no puedo evitar darle un ligero vistazo a mi brazo, temiendo que mi abrigo se deslice y deje al descubierto las nuevas heridas que tengo ahora.

Este sábado se había convertido en un nuevo infierno en casa; con mi padre borracho y deseoso por lastimarnos, me resultaba imposible creer que podría escapar sin ser golpeada por mi padre. Había decidido esconder a Thomas antes de que se diera cuenta de lo que sucedía, y me había expuesto ante la furiosa mirada de mi padre para así convertirme en su única víctima.

Desde entonces tengo unas cuantas heridas más en mi brazo, ninguno de ellas tan profunda como para haber necesitado la ayuda de Aaron. Sin embargo son bastante visibles, y me hace falta estar pendiente de mi abrigo para saber si no hay nada al descubierto que pueda delatar todo rastro de maltrato.

Me las arreglo para llevar después de unas horas los múltiples libros que empiezan con la letra A entre mis brazos hasta la biblioteca, donde el profesor Abernathy sigue acomodando otra gran pila de libros. Consigo estirarme para alcanzar la repisa más alta y empiezo a colocar cada libro en ella, pero está tan arriba que me cuesta hacerlo sin tener la sensación de que me voy a caer y golpear la espalda en cuanto ocurra.

- Déjame ayudarte -me quedo helada, sintiendo los cálidos dedos del profesor Abernathy posicionándose en mi espalda, y sus labios casi pegados a mi oído al susurrar aquellas palabras.

Apenas consigo moverme, aunque sé que no tengo miedo. En realidad, podría estar confundida por los cambios repentinos de actitud en Tad Abernathy, pero tampoco es eso. Es algo extraño que no había experimentado antes, ni siquiera cuando Aaron me tocaba de esta manera.

Y entonces sucede; es tan repentino que no tengo tiempo para volver a la realidad y evitar que el profesor Abernathy pueda notarlo. El abrigo en mis brazos se desliza hasta quedar a la altura de mis hombros, dejando al descubierto todas mis heridas, incluyendo aquella que me generó el asesino de mi madre.

Para cuando reacciono y me vuelvo a cubrir los brazos ya es demasiado tarde; Tad Abernathy ha podido ver cada una de mis heridas, y su mirada me observa con una extraña curiosidad repleta de preocupación.

- ¿Qué te ha sucedido? -Pregunta, elevando su mirada hasta encontrarse con la mía.

- Nada -digo en un susurro apenas audible. Pero él me sigue mirando, así como lo haría Aaron al darse cuenta de que le estoy mintiendo. Por lo que trato de pensar en algo pronto-. Me he caído de las escaleras.

- A mí no me engañas, Ellie -Gruñe; me toma de la mano y sube nuevamente el abrigo, permitiéndose examinar mis brazos una vez más-. ¿Cómo es que has conseguido hacerte esta clase de heridas al caerte de unas escaleras?

No respondo, simplemente me lo quedo mirando mientras temo que sea él la próxima persona en enterarse de mi trágico secreto.

- ¿Quién te ha hecho esto? -Dice esta vez, y yo trato de no ahogarme por falta de aire-. ¿Quién rayos fue?

La misteriosa furia que brilla en sus ojos deja en claro lo mucho que necesita la respuesta, pero yo no se la doy. No podría dársela a alguien que puede generar tantas emociones inexplicables en mí; alguien que puede hacerme sentir terriblemente mal un día, y al otro convertirse en la persona más agradable y gentil de todas.

Observo el reloj que cuelga en la pared de colores, y entonces reúno las fuerzas para soltarme de su agarre.

- Ya han pasado tres horas -le informo en un susurro, y me acomodo el abrigo antes de tomar mi mochila-. Nos vemos mañana, profesor Abernathy.

Desaparezco por la puerta y empiezo a correr, incapaz de volver la mirada para encontrarme con Tad Abernathy.

Me he impedido confiar en él, en sentir que estaría bien si no lo viera como un profesor más. Porque yo he aprendido a conocer sus dos personalidades, aquella gentil y la espantosa; y ahora temo que cualquiera de los dos pueda terminar de arruinar mi vida.

• • •
¡Espero que les haya gustado el capítulo! No se olviden de comentar y votar; se los agradecería muchísimo. Pronto subo el siguiente. xox

Maltratada por un profesorWhere stories live. Discover now