Promesas en la oscuridad

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Mi abuela insistía en que hubiera una normalidad

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Mi abuela insistía en que hubiera una normalidad. Como si quisiera hacer desaparecer todo lo que me atormentaba hasta ahora, como si no pudiera escuchar al demonio que dormía al final del pasillo.

Habían pasado unos días desde mi inesperado olvido y recuerdo. Nadie parecía querer hablar sobre ello, se mantenían distantes y evitando cualquier tipo de conversación que no fuera la cantidad de nieve que se estaba acumulando sobre la hierba. El vampiro no había vuelto, no parecía tener intención de hacerlo, mas, por si acaso, decidí apuntarme una serie de preguntas para hacerle. Dudaba que fuera a contestármelas con facilidad, o más bien, contestármelas sin más. Hasta ahora solo había sido un viento que aparecía y desaparecía sin esperarlo. Pero ese viento tenía respuestas que nadie más me daba, era peligroso, mas, no tanto si mi abuela le dejaba quedarse. Era difícil sacarme sus ojos de mi mente, sobre todo por las noches, producía en mí un insomnio que hasta ahora nunca había vivido. Los dibujé una y otra vez en mi cuaderno hasta cansarme, como si eso me sirviese para conciliar el sueño, solo me provocaba yo misma.

El miedo de volver a levantarme sonámbula también era real, solo cerraba mis ojos cuando sabía que había alguien despierto, me daba la seguridad suficiente como para descansar, aunque fueran unas horas. Nunca las suficientes por supuesto.

Todo parecía más calmado, como si no hubiera algo tras aquellos árboles acechándome. Supongo que debía de confiar en mi abuela y en su palabra de que lo tenía controlado. Pero creo que se intentaba convencer a sí misma de ello, porque lo que yo sentía en mi interior no era normal, no era de estar tranquila. Sobre todo, aquella noche tan silenciosa.

Debía de quedarme en el piso de arriba porque mi abuela debía de trabajar, ahora sabía que ellos no debían verme a mí, no yo a ellos. Aproveché para darme un largo baño relajador con unas hierbas que mi abuela me había dado. Intenté centrarme en aquello, en el agua caliente y en el olor tan agradable que desprendían, pero nada servía. Incluso creí que podía llegar a dormirme en la bañera. La tensión que había en mi cuerpo era demasiado grande y despertadora.

—Circe —musitó Ryu al final del pasillo.

Miré las escaleras, escuchaba voces en el piso de abajo, parecían ser humanas. Ahora bien, sabía que no lo eran.

Caminé hacia su habitación, se apartó de la puerta y me dejó entrar. Seguía sin acostumbrarme que estuviera allí. Cerró la puerta tras de sí, contemplé la chimenea encendida, aquel fuego relajaba más de lo que podía imaginar.

—Tu abuela... —Juntó sus manos mientras se acercaba al banco de la ventana—. Tu abuela quiere saber si estás bien.

Pestañeé varias veces, de pie, sin saber bien qué hacer. Aquella habitación no era mía, no sentía tener el derecho de poner sentarme en ningún lado.

—¿Mi abuela? ¿Por qué no me lo ha preguntado ella?

—Cree que no se lo dirás, o en el peor de los casos, le mentirás.

Sangre de lunaWhere stories live. Discover now