Olvidar

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La luz había desaparecido, acababa de abrir los ojos y parecía que el dolor había reducido

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La luz había desaparecido, acababa de abrir los ojos y parecía que el dolor había reducido. Seguían los pinchazos. El olor igual. Pero ahora ya era capaz de mantener los ojos abiertos.

Lo primero que sentí fue mi cuerpo cansado y mi boca seca. Intenté localizar por la habitación algo para beber y justo cuando vi aquella taza, ese ser salió de entre las sombras con intención de cogerlo. Aguanté la respiración, era real, estaba frente a mí con aquella mirada penetrante. Fue entonces cuando me di cuenta de que su rostro me resultaba familiar, como un vago recuerdo en mi memoria que no lograba construirse del todo.

—Bebe. —Me pasó la taza con lentitud, mientras que mis ojos le miraban de arriba abajo, sin dejar ni un solo hueco de su cuerpo—. No me mires así y bebe.

Cogí esta y me lo llevé a los labios. Era una infusión de mi abuela, algo tendría que hacerme para que me la hubiera hecho, la verdad es que no ponía pega alguna. Pero me preguntaba dónde estaba y porqué me había dejado con él.

—¿Te conozco? —pregunté dando un sorbo y viendo cómo se dirigía a la puerta.

Se encogió de hombros.

—Puede.

—No te recuerdo.

—Lo sé.

Me quité la manta, él se giró con brusquedad para saber qué iba a hacer, pero solo me aproximé a mi cuaderno, comencé a buscar y buscar para saber si realmente le conocía. No encontré ni un solo boceto de él, nada, era imposible que nos conociéramos. Porque yo siempre iba a crear algo que me recordase a esa persona, o en este caso, a ese ser. Dudaba de que pudiera olvidarme de los cuernos que sobresalían de su cabeza, o de ese olor a musgo que desprendía.

—Has mejorado tus dibujos.

—Bocetos —le corregí.

Elevé la mirada para contemplar la media sonrisa en su rostro.

—Antes los llamabas dibujos.

—Permíteme dudarlo.

Me aparté el pelo del rostro y fui a salir de mi habitación, él me lo impidió poniéndose en medio. Ambas miradas se cruzaron, la suya era tan intensa pese a estar a oscuras, era imposible no sentirse inferior.

—Déjame ir a hablar con mi abuela.

—Está ocupada, me pidió que no te dejase salir si te levantabas... Creía que tardarías más.

Apoyé la mano en la manivela, pero de nuevo se cruzó. Era una cabeza más alto que yo, y podía decir que quizás podría ganarme. Estaba delgado y eso le quitaba fuerzas. Pero también tenía magia y eso le daba ventaja.

—Necesito salir de la habitación.

Negó con la cabeza se apoyó en esta. Parecía imposible, ¿cómo iba a hacer que se moviera de allí? Aunque chillase no pasaría absolutamente nada. Por ello me alejé, me senté en el borde de la cama y vi cómo se relajaba. Miré la ventana desde allí, no tenía otra cosa que hacer.

Sangre de lunaWhere stories live. Discover now