Capítulo 8. El Dios Sol

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Hancock lo percibía, tan cerca y tan lejos.

Sentía como la tierra se agitaba, ocurrían temblores en diversos sectores, los volcanes se activaron. Una llamarada de dragones de diversos tamaños y especies extendían sus alas por la oscuridad de los cielos, algunos desataban los rayos, el fuego y el hielo. Ella conocía muy bien el propósito de aquellas bestias, ella misma les había encargado una labor de suma importancia mucho antes de conocer a Luffy.

"Cuando la luz se oscurezca, ustedes se encargarán de volver a hacerla brillar. Su propósito es reiniciar la tierra todas las veces que sean necesarias"

Ese había sido su mandato, la razón de la existencia de los míticos y aterradores dragones.

Sin embargo, esta vez sería definitivo. Ella confiaría en las palabras de Luffy o mejor, dicho, del Luffy oscuro.

Parecía perdida en sus cavilaciones, las memorias de tantos años le hacia tormentoso recordar. En lo más alto de la Torre del castillo ella observaba lo que ocurría en la tierra. Lamentablemente muchas vidas humanas tendrían su final en aquel momento. Pero era algo inevitable, la raza humana se había aproximado a su propia extinción. Y no era ella a quien le correspondía ser heroína.

—Fue inútil, no conseguí hacerlo venir—irrumpió Dracule.

—Tenía que intentarlo. Aunque sabía que no lo haría—respondió la emperatriz, Dracule asintió y cuando pretendía irse, Hancock volvió a hablar—. Él... ¿está acompañado? ¿Tiene compañeros?

El joven vampiro miró con intriga la pregunta de la emperatriz. Medito un poco en lo que había analizado de aquel grupo.

—Lo está. Parece que son muy confiables. ¿Desea saber algo más?

—Me es suficiente.

En ese momento de caos en la tierra, se pudo sentir un gran estruendo que sacudió los cimientos de la tierra y los mares se agitaron  de tal forma que se desbordaron de las costas.

Finalmente había empezado, el enfrentamiento entre el Dios sol y El gran dragón negro (conocido también en los anales de la historia como Akatosh; el devorador de mundos, el Dios dragon del tiempo) aunque para Hancock era Salomé su fiel acompañante.

Cerca de ella se encontraban sus inseparables y fieles hermanas, quienes temiendo por el caos que se apoderaba en la tierra querían recibir órdenes de la emperatriz.

—Hermana, haremos lo que nos digas—dijo Sonia y Mary asintió.

—Estén alertas—respondió la emperatriz—.No lucharemos a menos que seamos atacados. Resguarden a todos los civiles que puedan, esto puede tardar una vida o una hora.

En otro lugar de la tierra, Luffy comenzaba su batalla contra el dragón. Ante la mirada de curiosos la pelea se resolvía de forma curiosa. Sus amigos no podían comprender las palabras que intercambiaban entre golpes y comenzaban a pensar que su amigo había perdido totalmente la cordura por enfrentarse a tal bestia, y por hablar con el en lenguas extrañas.

—Ya te dije que no entiendo de que estas hablando! Yo no soy ese quien tú dices. Yo solo vengo a patearte el trasero.

La batalla duró horas, pero fue un gran golpe del dragón que dejó noqueado  a Luffy , sin que éste tuviera tiempo de esquivar. Su corazón se paro por varios segundos.

Y una gran corriente de electricidad invadió el cuerpo de Hancock haciéndole abrir sus ojos de par en par. Mientras escuchaba aquel sonido que no significaba algo más que el despertar del Dios sol.

—Luffy...—susurró y sus ojos se inundaron.

¿Cuanto tiempo había pasado desde la última vez que pudo tocar sus manos? Los recuerdos la invadieron, pero no podía permitirse dejarse llevar, no aún. No hasta que él la recordara, no hasta que el decidiera volver junto a ella.

Una inmensa luz invadió los cielos, los rayos de luz se dispersaron por cada extensión de la tierra, no pudiendo ser ignorado por ningún morador de ella, como aquel rayo de esperanza en la penumbra del final.

Hancock extendió su mano para sentir la calidez de aquel rayo de luz tan cercano a ella. Su piel brillaba al contacto con la luz que desprendía él y en su rostro se dibujo una ligera sonrisa.

Ella brillaba con su luz pero también lo sabía y lo temía, ahora no podría estar tan cerca de él.

La apariencia de Luffy cambió radicalmente, su cabello se torno de un color dorado cenizo como llamas, de igual manera su ropa tomó color blanco y sus ojos de un color dorado.  A partir de aquí la batalla se torno menos sería, ya que Luffy parecía estar jugando y divirtiéndose.

Mientras tanto muchas personas a los alrededores empezaron a vítorear y aclamar  la llegada del Dios sol, con la esperanza de salvarlos.

—Es hora de terminar con esto—dijo Luffy.

A pesar de que ambos estaban agotados por la batalla, Luffy sabía que no sería tan sencillo derrotar al dragón.

Para su sorpresa antes de que diera el siguiente golpe a la piel escamosa del dragón este se empezó a desvanecer.

—Acepto tu decisión, mi señora, aquí ya he cumplido—dijo entre rugidos hacia el cielo. Mientras su cuerpo se perdía y sólo iban quedando cenizas esparcidas por la tierra.

—¿Quién es? ¿A quién le hablas? ¿Qué esta pasando?—Luffy preguntaba frenéticamente sin obtener ninguna respuesta a sus preguntas. Solo pudo observar las cenizas de aquella gran bestia a la cual no alcanzó a derrotar, se percato también de que estaba sucediendo lo mismo con todos los demás dragones que merodeaban por la tierra.. Sintió una gran furia. Y en ese momento luego de salir del calor de la batalla pudo percibir una gran energía muy diferente a la energía que percibía de los humanos. Esta energía era superior podría decir que era comparable a la suya en ese momento. Entonces entendió que si quería respuestas allí las encontraría y seguramente podría encontrar al responsable de todo lo que estaba sucediendo en la tierra.

—¿Luffy a donde vas?—preguntó una de sus amigas que hasta ese momento había estado escondida y resguardada de la batalla junto a otros compañeros—¡Ya ha terminado, lo has conseguido!

—No, aún no...—el rostro de Luffy de repente estaba muy serio—Nos vemos después, manténganse resguardados hasta que sea seguro.

Y rápidamente se abalanzó para volar hacia la ubicación en la que sentía aquella energía, la cual le intrigaba  y a la vez le atraía, sin saber explicar o entender lo que sentía, su corazón palpitaba con una emoción totalmente nueva para él. Aunque su mente intentaba enfocarse en que aquella energía y de quien provenía era principalmente una amenaza.

Finalmente llegó hasta el último piso de la torre más alta del castillo del imperio. Y pudo colarse por una de las aberturas de la pared. A pesar de todo el sonido estrepitoso de su llegada, la emperatriz no se inmutó. Y a los oídos de Luffy llegó una melodía que no pudo ignorar.

Hancock tocaba el piano y entonaba la letra de una canción, ella ya lo esperaba...

Continuará...

Hola, gracias por seguir la lectura de este fanfic!!

Si te esta gustando házmelo saber y así me animo a traer mas seguido los capítulos.

Agradezco mucho el apoyo con los votos y los comentarios, mil gracias 🫶❣️

Mil Años Sin Ti | Luffy & HancockWhere stories live. Discover now