VII

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A las 7:34 de la mañana, pudieron revisar las cámaras de seguridad de los Toops. La pequeña cámara de seguridad, con una calidad medianamente decente, captó el momento en el que un hombre, vestido de pies a cabeza de negro, bajaba del auto y empujaba a Hunter adentro y como el auto se alejó a toda velocidad.   El coche, de color negro oscuro, ni siquiera tenía matrícula. Todo fue a las 4:58

Poco después, una cámara pública a las afueras del banco central detectó un auto sin matrícula. El auto pasó a las 5:05.

A esa velocidad, estaría afuera de la ciudad a las 5:23 y estarían fuera del estado a las 7:09, pero era imposible que salieran del estado sin matrícula, o eso esperaban.

Diez patrulleros fueron mandados a las 6:45; Todos afuera de la ciudad. Mientras, la zona de secuestro se mantuvo vigilada por un coche de policía.

La desaparición de Hunter Clawthorne no pasó desaparecida para nadie. Para ese punto, todo el mundo sabía sobre el incendio en el edificio abandonado, sobre la secta secreta que existía desde hace siglos y sobre la huída del responsable. Tan rápido como se habían enterado del incendio, se enteraron de la desaparición de Hunter Clawthorne.

La policía sabía a lo que se enfrentaba. Desde el incendio, hacia casi dos meses, estaban más pendientes que nunca. Nunca había pasado algo tan grande en esa pequeña ciudad y eso, en cierta medida, los llevo a cometer errores irreversibles, pero mantenían la atención en Philip Wittbane, a quien todos conocían como Belos.

Mientras, en la casa de Lilith Clawthorne, todo estaba tranquilo. A pesar de que ambas niñas dijieron que se mantendrían despiertas, diez minutos después, ya estaban completamente dormidas. Luz apoyaba su cabeza en el hombro de la pelimorada mientras que esta roncaba débilmente, un pequeño hábito probablemente heredado de su padre.

Ya eran las ocho de la mañana y Lilith, quien no logró dormir nada por la ansiedad, recibía decenas de notificaciones por minuto. Y no eran noticias muy agradables.

Silenció el celular y lo dejó en la mesita al lado de la cama. Pasó violentamente las manos por su sus ojos. Estaba entrando en desesperación. Necesitaba apretujar algo, cualquier cosa sin vida que no fuera su cabello.

Se enderezó en la cama, tratando de relajarse, y notó el bulto a su lado. Su hermana dormía pacíficamente, al contrario de las últimas semanas en las cuales tenía constantes pesadillas. Al verla, recordó las cosas que su sobrina le dijo antes. Era momento de actuar; si quería que su hermana volviera a ser quien era, debía actuar; está vez, no aceptaría las negaciones de su hermana sobre que quería quedarse en la casa. Está vez cambiaría, o al menos, lo intentaría.

—Edalyn, despierta—acarició el rostro de su hermana mayor—. Vamos, Eda.

—¿Qué quieres?—murmuró, alejándose.

—Debo hablar contigo, ahora.

—Es temprano...

—No me importa. Vamos a hablar, ahora.

Bajo el característico tono autoritario de Lilith, Eda, entre quejidos e insultos, se enderezó en la cama. Estaba destruida: su cabello gris estaba desperdigado por todas partes, sus ojeras eran tan grandes como las de Lilith después de trabajar toda la noche y sus ojos reflejaban su agotamiento, a pesar de que dormía casi todo el tiempo.

—¿Qué?—dijo con voz ronca.

—Llevas más de un mes aquí adentro—dijo Lilith—. Y no me vengas con excusas. Se bien lo que pasó, yo también estuve ahí. Y estoy dolida y furiosa y se que no tanto como tú, así que comprendo por lo que estás pasando. Pero debe parar. Estoy dando lo mejor de mi, pero debes ayudarme también. A todos le duele lo de Raine, pero nada va a cambiar lo que pasó, Edalyn. No hay que olvidarlo, hay que continuar. Tienes dos maravillosos hijos esperándote hace semanas que sufren la muerte de su madre. No eres la única afectada. He tratado de hacer todo; debes ir a un psiquiatra, Edalyn. No estás bien y no importa cuántas veces te lo diga, no quieres salir. Y se que me volverás a decir que no, que estás bien y que quieres quedarte, pero ya da lo mismo: no pienso ver cómo mi hermana se muere lentamente. Así que, quieras o no, saldrás de está habitación, le dirigiras un simple "hola" a tu hija, y iremos al puto hospital de una vez, ¿quedó claro?

Segundo roundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora