33| Y una horrible verdad para llegar al límite

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—Todo eso es una puta mentira —murmuro.

—Lo sé —asegura, sonriendo—. Nos vamos a encargar de que la verdad se sepa, pero tenemos que guardar la calma. ¿Quieres un cigarrillo?

Odio que haga esto.

Detesto saber que se está tragando todas sus emociones. Mantiene esta postura serena, pero lo conozco, puedo ver el caos que se desata tras esos ojos oscuros que me miran ahora conciliadores. Esto está acabando con ambos.

Estoy por replicar sus palabras, hacerle entender que no estamos bien ni lo estaremos, pero unos golpes en la puerta me frenan. Ambos compartimos una mirada, confundidos y alarmados. Nino siempre avisa cuando va a venir y Sara igual, así que esto no me huele bien. Me levanto del escritorio y corro a la mesilla de noche para buscar la pistola.

Randall arquea una ceja.

—No saques esa cosa —me advierte, con seriedad.

—Esta cosa nos ayudará si las cosas se ponen rudas —sentencio, guardando el arma fría en la cintura de mis pantalones.

Él no replica, pero sí gira los ojos antes de ir a abrir, con una tensión palpable en la habitación. Su mano rodea la manija de la puerta y la gira, dejando caer un halo de luz sobre el piso de madera. Me agacho tras la cama, con el pulso acelerado.

La voz del visitante resuena en las paredes del cuarto. La reconozco al instante. Una sensación de alivio cae sobre mí al saber que, por ahora, estamos fuera de peligro, pero permanezco tenso. Él es la última persona que quiero ver ahora, además, ¿cómo llegó aquí?

—Hola, un placer, soy Alexander Red.

—Eh... Yo Randall Jones —responde mi chico, tan tímido como confundido.

—Randy, él es el hermano de Carter. Fue a buscarme y me insistió en que quería verlo, así que no tuve otra opción, lo siento... —Ese es Nino. Ruedo los ojos y me levanto, con los mismos ánimos que tendría un niño por  ir a hacer la tarea.

—¿Qué coño haces aquí, Alex? —Inquiero, brusco, clavando los ojos en mi hermano. Igual que siempre; cabello peinado a la perfección, traje de oficina planchado, postura elegante y sonrisa encantadora.

—Vine para saber por qué mi hermano menor está huyendo de la justicia, ¿acaso no te cansas de meterte en problemas? —Interroga, arqueando una ceja. Casi me río de él. Espero que no crea que me intimida.

—Huyo de la justicia porque casi mato a alguien y, respondiendo a tu pregunta: no. ¿Quieres algo más o ya te puedes largar de aquí?

—Carter... —Randall me dirige una mirada asesina.

Resoplo.

—Déjennos solos y, gracias, Nino, por la sorpresa.

El aludido ríe por lo bajo, antes de irse con Randall del cuarto. Una vez solos, el peso de la tensión entre mi hermano y yo se siente más asfixiante.

—¿Quién es ese chico? —Pregunta, de pronto.

No lo puedo evitar, sonrío.

—¿Randall? Es mi novio, ¿por qué?

Él eleva ambas cejas.

—Eh, no... Por nada, no —balbucea, sonriendo con nerviosismo—. Parece un buen chico, me alegra que te hayas enseriado por fin con alguien, ya era hora —intenta bromear, pero no me río. Él se da cuenta que no es el momento y calla.

Entorno los ojos.

—¿A qué viniste?

Lleva una mano hasta su nuca.

Efímero [EN PROCESO]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt