Parte 11 ORIANA

15 5 9
                                    

Tal como le había prometido a Ana, y sobre todo a mí mismo, el domingo siguiente al reencuentro, les mande mensajes a todos mis empleados preguntándoles cuando podían reunirse conmigo "por un asunto muy importante".

Horas después habíamos quedado en que el viernes siguiente nos reuniríamos en la cantina de la empresa de fabricación de juguetes y vestimenta infantil. Resumiendo mande servir café y masitas para todos. Tras hacerlo los mire a todos.

–Entiendo perfectamente que estén MUY molestos conmigo. Razones tienen de sobra.

Pero quiero que sepan que hare todo para que vuelvan a sentirse completamente a gusto trabajando conmigo. Sé que no será fácil. Pero les pido una oportunidad. Y como manera de empezar a pedirles perdón, a partir la semana que viene, todos ustedes se irán por dos emanas al Caribe o Europa.

Pasajes, hoteles y demás gastos corren por mi cuenta. Ustedes solo cubrirán los personales. Les pido que me avisen cuando elijan su destino para reservar pasajes y demás.

Dicho y hecho. En los meses siguientes fueron rotándose en grupos de diez para viajar. La mayoría eligió algún país de Europa (Italia Y Grecia los destinos mayoritarios). Solo hubo cinco que decidieron ir al Caribe. No pude por menso que notar que en la medida que volvían, lo hicieron muy bronceados y aparentemente de muy buen humor.

Tres días después que volvieron los últimos, nos reunimos nuevamente, para saber cómo trabajaríamos de allí en más, y de mi parte para decirles que de corazón esperaba que esa vuelta al trabajo, fuera a su vez el primer paso para volver a ser una gran familia.

Si bien la relación gradualmente volvía a ser cordial, en el horario de trabajo manteníamos las distancias jefe-empleados. Pero ocasionalmente salíamos a cenar. Y la verdad la pasábamos muy bien. Algunas de esas veces lleve a Ana conmigo, y me alegro ver lo bien recibida que era.

Una de esas veces mientras cenábamos en un restaurante de comida china, una de mis empleadas me sonrío.

–Es ella ¿verdad jefe?. Ella es su novia, y la que hizo que empezara a ser el gran patrón que era antes de... lo que sea que lo hizo cambiar ¿cierto?. Le sonreí. –Así es Irene. Sin ningún ánimo de despreciarlas, no es porque sea mi novia, pero Ana es la mujer más maravillosa del mundo. No sé qué hice para merecerla, pero es la luz de mi vida y la amo con todo mi ser.

Un par de noches después (un sábado por sí importa), estaba terminando de preparar la cena, cuando me abrazo por detrás.

–Gracias amor. La mire sonriendo. -¿Por qué me agradeces Ana?. –Porque estas cumpliendo tu promesa, y haciendo todo lo que está a tu alcance para volver a ser el jefe en el que todos los empleados confían y con el e sienten a gusto trabajando.

Un rato después habiendo terminando de cenar, sirvió café y respondiendo a su pedido nos sentamos en el sillón del living.

Me preocupe ¿asuste? cuando me miro inusualmente seria.

–Es muy posible, casi seguro diría yo que no estés de acuerdo, pero quisiera pedirte un... favor o como quieras llamarle. Seguramente no te va a agradar, pero necesito hacerlo para de una vez por todas cerrar definitivamente un capítulo de mi vida en extremo doloroso. –Lo que sea si está a mi alcance chiquita. -¿Lo que sea?. –Cualquier cosa que me pidas.

–Entonces ¿me acompañarías a la prisión?. Quiero que esos infelices vean que a pesar de sus intentos de separarnos, nuevamente estamos juntos y más fuertes que nunca como pareja. -¿Estas totalmente segura nena?. Completamente. –Entonces encargarte de conseguir el permiso necesario y avisarme. Dicho y hecho.

Una semana después, puntualmente a las diez de la mañana, nos llevaban a la sala de visitas donde nos esperaban los tres infelices. Tome las manos de Ana entre las mías y los mire (supongo y espero) con todo el desprecio del mundo.

–Como verán solo pudieron separarnos temporalmente. Ana y yo estamos juntos nuevamente, y vuestra relación está más fuerte que nunca. Y tengo la intención de quede que siga así por mucho tiempo. Ana los miro a su vez con evidente desprecio. –Ya oyeron a Justin. Nuevamente estamos juntos y más enamorados y felices que nunca. En cambio ustedes... se arruinaron solitos y solo saldrán de acá directo al cementerio.

Es cierto que Jasón saldrá dentro de unos años. Pero con su nombre grabado de por vida en la lista de abusadores y delincuentes sexuales de la policía federal... dudo que le quede otra opción más que vivir en la calle, rogando para que la gente le de lo necesario para comer cada día. Eso era todo lo que queríamos decirles. Hasta nunca infelices.

Sin más salimos de allí sin mirar atrás. En mi caso, sintiendo que me había quitado un peso enorme de mis hombros, y que ahora si estaba lista para vivir feliz el resto de mi vida. Ya en la vereda le sonreí.

–Gracias amor. Gracias por acompañarme a ponerle punto final a la etapa más dolorosa de mi vida. –No me agradezcas nena. Sabes que si pudiera te bajaría el sol, la luna y todo lo que hay en el cielo. –Lo se amor. Es mutuo.

Le eche los brazos al cuello, y lo bese, a lo que respondió abrazándome por la cintura y pegándome a su cuerpo. En ese momento mi mundo se reducía exclusivamente a Justin y a ese beso maravilloso. Al separarnos (aun abrazados) le sonreí.

-¿Aceptaría señor Mc Cloud?. ¿Aceptaría mi invitación a almorzar por ahí y que apaguemos los celulares y nos tomemos el resto del día para nosotros sin hablar de nada relacionado al trabajo?. –Claro que acepto Ana. Me encanta tu idea.

Dicho y hecho. Ese día nos olvidaríamos de todo lo que no fuéramos Justin y yo.

Vos y yo contra el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora