SHARED COMPANION; J, H. E, C. [+18]

1.05

Ahora Caroline estaba allí en la mesa de los Cullen comiendo su almuerzo bajo la atenta mirada de Emmett y Jasper. Ella no alzaba su mirada de su bandeja, sentía sus miradas intensa sobre ella.

La rubia, Rosalie, no estaba muy a gusto con su presencia alli, pero ella no tenía la culpa. Alice había sido quien la había arrastrado hasta su mesa.

— ¿Que te parece Forks? — la pregunta de Damon, para romper la incomodidad.

— A parte del frío y que casi no sale el sol, bien. — respondió haciendo sonreír algunos de la mesa.

— ¿Es verdad que eres gemela Isabella? — Caroline pudo notar el desagrado en el rostro de la rubia apenas escucho el nombre de su hermana.

— Lo somos. — respondió ignorando la expresión de la rubia.

— No se parecen en nada. — Emmett hablo, haciendo que ella lo mire de inmediato.

— Es por eso que somos mellizas y no gemelas. — contesto con una pequeña sonrisa.

Jasper y Emmett casi suspiran por aquella hermosa sonrisa. Damon y Alice tenían una expresión divertida en sus rostro. Jamás pensaron ver a sus hermanos tan idiotizados. Parecían adolescentes enamorados.

Caroline se encontró con la mirada de Jasper y esta vez no aparto la mirada de él.

Ella no era una chica tímida y mucho menos vergonzosa, pero en presencia de aquellos chicos eso parecía cambiar.

Jasper recorrió el rostro de la rubia con su mirada, Emmett no se quedaba atrás. Parecía que al tener aquella rubia frente a ellos lo hacía quedar hipnotizados.

La mirada de ambos chicos fue hasta sus llamativos y rojizos labios. Inconcientemente la rubia remojo sus labios haciendo que los dos chicos traguen poñoza. Aquellos labios lo llamaban como la sangre misma y su olor tan embriagante no ayudaba mucho.

— Estamos aquí. — interrumpió Alice con diversión. Podían sentir la tensión que había entre los tres.

Los tres dejaron de mirarse rápidamente y miraron Alice con diferentes expresiones. Caroline completamente avergonzada, Jasper y Emmett con enojo.

— ¿Quiere que busque un jugo señorita? — la pregunta del rubio la tomo por sorpresa. Bajo la mirada y se dio cuenta que ya no quedaba nada de su jugo.

— Si. — respondió en un susurro, pero aún así fue escuchada.

El rubio inmediatamente se puso de pies. Ella vio como todos miraban en su dirección y no pudo evitar fruncir el ceño.